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Venezolanos en Perú: lo bueno, lo malo y lo feo de dejar Caracas y llegar a Lima

Muchos peruanos estaban acostumbrados, hasta hace unos años, a que un familiar, un compañero de trabajo, del barrio o de estudios deje todo para irse a hacer patria a otros países. Venezuela entre ellos. Hoy se acomodan a una realidad inversa: la masiva llegada de venezolanos al Perú.
Según cifras oficiales -actualizadas a junio de este año- unos 330.000 venezolanos están en el Perú, 3.000 ingresan cada día y apenas unos pocos cientos abandona el país por pasos fronterizos.
Las reacciones son varias. No obstante, conforme el número de visitantes ha ido en aumento, también hay más casos de peruanos que -por prejuicios- condenan su presencia. Portadas de diarios populares en las que destacan los hechos delictivos protagonizados por venezolanos o que resumen el logro de venezolanas a su belleza sólo consiguen echar más leña al fuego del prejuicio.
“La gran mayoría hemos venido a trabajar honestamente”
Johan Escalante es actor y hoy, luego de más de cuatro años de dejar Caracas y llegar a Lima, con unos meses previos en Ecuador, puede decir que consiguió sus primeros objetivos: vive dando clases de actuación y trabajo en lo suyo no le falta. “Puedo decir que ya vivo de esto“, cuenta a Infobae.
No obstante, el camino fue duro. Vendió comida en la calle, cantó en los buses, pintó casas, lavó autos y seguía oficios por los que recibía pagos muy inferiores al salario mínimo vital (“menos de diez dólares por diez, doce o más horas de trabajo“). A los días de pisar suelo peruano fue víctima de ladrones que solo le dejaron su pasaporte y algunos soles.
Su suerte comenzó a cambiar cuando postuló a un taller de teatro al que fue aceptado, pero del que estuvo apunto de desertar: el costo le era impagable. El director del taller, tras conocer su caso, lo becó y ese fue el inicio de su vuelta a las tablas.
Johan está agradecido con las oportunidades que Perú le ha dado, pero reconoce que hay peruanos que rechazan a la nueva comunidad venezolana y que, si bien son una minoría, han ido aumentando en los últimos meses. Lo atribuye a dos factores.
“Sí, es cierto que entre gente muy trabajadora ha venido gente con vicios que nos deja mal a la gran mayoría que ha venido a trabajar honestamente“, dice por un lado. “Y también le diría a los peruanos que nos critican que tengan un poco de memoria y recuerden que esto es cíclico, en los ochentas y noventas muchos se vieron obligados a salir de su país“, agrega.
País racista ante lo no blanco
Perú no está acostumbrado a recibir inmigrantes. Las olas migratorias previas a la de venezolanos se dieron a lo largo del siglo XIX, con el arribo de unos 100.000 chinos y a inicios del siglo XX, cuando arribaron unas 25.000 familias japonesas. Cuenta el historiador Juan Luis Orrego que en su momento hubo rechazo de los locales.
“Por ejemplo, durante la Guerra del Pacífico, en el siglo XIX, algunos sectores culparon a los chinos por la defensa de Lima“, cuenta Orrego. “Igual ocurrió en el siglo XX, en la década del 30, cuando grupos organizaron manifestaciones contra los japoneses y sus negocios, bajo el argumento falaz de que los hijos del Japón le quitaban trabajo a los peruanos“, agrega a Infobae el académico, quien atribuye los logros de la comunidad japonesa “al mérito individual o familiar“.
Orrego pisa cayos al esbozar una explicación de cierto rechazo a los extranjeros y marca una diferencia. “El peruano culturalmente ha sido receptivo positivamente al europeo o al hombre blanco, que también puede ser norteamericano. En cambio, en los otros casos de migración, siempre ha habido problemas. Hay un prejuicio respecto al que no es germánico, anglosajón. ¿Por qué? Porque lamentablemente somos un país donde todavía funciona el racismo, la discriminación“.
El 89% de limeños considera que el Perú es una nación racista, de acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Diversidad Cultural y Discriminación Étnico–Racial, realizada en 2017. A nivel de país, el 53% de peruanos considera que sus connacionales son racistas o muy racistas. Sin embargo, solo el 8% se reconoce como tal.
“No sabría cómo vivir en la Venezuela de hoy”
Miguelina Falotico es arquitecta y jamás pensó que iba a tener que empezar de cero, en un país que no es el suyo y dedicada a la cocina. Cuenta con un restaurante de comida venezolana que busca abrirse paso entre cebiches, lomos saltados, chaufas y demás platos de la cocina peruana.
Ella siente que se vio obligada a irse de Venezuela. “Como que unos delincuentes entren a tu casa y te sacaran a la calle sin nada más que lo que llevas puesto y sin la opción de regresar“, explica. “Te empujan a irte, te botan de lo tuyo“, cuenta.
Agradece la seguridad de caminar sin miedo por la noche y poder conseguir productos básicos, pero también añora a sus amigos de toda la vida y familia. Y ha experimentado comentarios negativos que siempre minimiza, pues asegura que su experiencia en el Perú ha sido buena. “He tenido que demostrar que soy una persona de bien, al principio como un proceso normal“.
Todo eso se compensa cuando recuerda de lo que huyó: las colas en las farmacias, las personas que se desmayaban por pasar horas y días bajo el sol en busca de medicinas. “Esta vida no es para mí, no quiero esto para mi hija, no es justo“, comenta que pensaba. Tras ello, optó por venir con su hija y llegó a Lima el 24 de diciembre de 2016. ¿Y volvería a Venezuela? “No, no sabríamos cómo vivir en esa realidad, te matan si vas en carro, por tener carro, te matan si vas a pie, porque no tienes carro“, comenta.
Sumas y restas
¿Beneficia o perjudica la ola migratoria venezolana al Perú? Hugo Ñopo, doctor en Economía e investigador principal de Grade, sostiene que una mirada equilibrada otorga un panorama positivo. “Los venezolanos llegan con talento y habilidades, al insertarse en el mercado laboral mejorarán la productividad y eso le hace bien al país“, asegura.
Asimismo, Ñopo recuerda que Perú sigue siendo un país de recursos medios o bajos. “No somos un país maravilloso, no somos Suecia“, sostiene. “Pero las condiciones económicas y laborales han mejorado bastante, por eso, es que los migrantes venezolanos están llegando“, explica.
De otro lado, las autoridades llaman a despojarse del prejuicio de que la llegada de venezolanos perjudica al país. “Esta migración podría proveer mano de obra adicional en algunos sectores donde hace falta y, en otros casos estos, podrían optar por realizar actividades de autoempleo“, sostiene la directora de Migración Laboral del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTP), Diana Ángeles Santander.
En lo que coinciden Johan Escalante Miguelina Falotico, y los expertos consultados, es que tanto los venezolanos como los peruanos pueden aprender de esta convivencia.

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De la niñez al Vaticano: la historia del sacerdote que le enseñó a ser monaguillo al papa Francisco

Antes de ser el papa Francisco e incluso mucho antes de ser el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio fue un chico de barrio que, como tantos otros, encontró en la parroquia un lugar de pertenencia. En su historia religiosa, hay un recuerdo que siempre destacó:el momento que aprendió a ser monaguillo. La persona que le enseñó fue un vecino, cinco años mayor que él: Raúl Perrupato. Ambos, además, elegirían después ingresar al seminario. Más tarde se encontrarían como arzobispo y sacerdote. Finalmente, cuando Bergoglio se convirtió en el papa Francisco, se volvieron a ver en el Vaticano.
“Cuando alguna persona conocida iba al Vaticano, él no dejaba pasar la oportunidad para comentar que cuando éramos chicos, yo le había enseñado a ser monaguillo. Es algo que evidentemente se le quedó muy grabado”, cuenta el sacerdote Raúl Perrupato a Telenoche.
Tanta relevancia tenía para el papa el rol que había tenido Perrupato en su infancia que el diario L’osservatore Romano publicó una nota el 23 de agosto de 2018 que tituló “Los dos monaguillos”. Allí, contó que en la audiencia general del 22 de agosto de ese año, Francisco se había abrazado con un vecino de la infancia: “Eran vecinos y ambos ayudaban en la celebración de la misa en la parroquia. Siendo cinco años mayor que él, Raúl le ha enseñado a ser monaguillo a Jorge Mario en su niñez”, destacaban en el periódico.
Según recuerda Perrupato, en su momento, el papa Francisco le mandó el artículo periodístico desde el Vaticano: “Resaltó toda la parte del diario que hablaba de ese encuentro mío con él. Donde me presentaban como un amigo. Los dos vivíamos en Flores, a tres cuadras de distancia”.
Perrupato define su relación como la de “conocidos de toda la vida”, porque considera que para decir de alguien “amigo” hay muchas cosas que tienen que darse en esa relación: “Él iba a misa a la capilla del Colegio de Misericordia, donde yo era monaguillo. Por eso me pidió que le enseñara. Lógicamente, yo era un adolescente y el recuerdo lo llevó siempre él de ese momento, porque tenía cinco años menos y significó algo importante en su vida”.
Los encuentros en el Vaticano
Perrupato ha viajado varias veces a Roma y allí se han dado los diferentes encuentros con el papa Francisco. “El primero fue en 2013, al poco tiempo de que había sido elegido. Recé misa con él y después fuimos a desayunar juntos”.
Durante el desayuno, hablaron de la infancia en común en el barrio. “Recordamos a la catequista de nuestra primera comunión. Hablábamos de cosas de la época en la que los dos éramos chicos, adolescentes”.
Algo que destaca Perrupato es que Francisco, durante su papado, continúo con el estilo austero que tanto lo caracterizaba cuando era obispo. “Cuando me veía en una audiencia pública en el Vaticano me hacía el gesto de, ¿Qué haces acá?, porque él no estaba muy de acuerdo con que los curas viajaran”.
“Ese estilo de vida, de sencillez y pobreza, él lo puso en práctica como obispo acá: No iba a ningún lugar en auto. Se tomaba un subte, iba en colectivo o a pie. A tal punto que cuando se mudó al Vaticano, por obligación, él no eligió vivir en el palacio. Yo estaba maravillado y realmente orgulloso de él”.
Perrupato recordó, durante la charla con Telenoche, cómo era Bergoglio en Buenos Aires. Dijo que siempre lo consideró el indicado para romper con esa imagen que asocia al Vaticano con la riqueza. “En Roma lo conocían los demás cardenales de todo el mundo. Cuando ellos se reunían, él estaba presente y hablaba y seguramente los impactaba su estilo y cómo se manifestaba.
Sobre las razones por las que el papa no visitó la Argentina, sostuvo: “Me di cuenta de que no iba a venir desde el primer día, cuando le preguntaron en 2013 sobre la Argentina y afirmó que desde ese momento él era el obispo de Roma”.
Antes de terminar la entrevista, y para que los fieles conozcan más sobre el papa Francisco, Perrupato recomendó que lean su libro autobiográfico llamado Esperanza.
Con respecto a lo que significó para los argentinos, el capellán del colegio Damaso Centeno señaló: “Creo que para nosotros los argentinos ha sido un regalo, un gran honor religiosamente. Haberlo tenido a él, ha sido un regalo”.
Fuente: TN
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Ganó una beca para estudiar en Los Ángeles y canta ópera en el tren para juntar los U$S 50.000 que le faltan

“Toda mi vida quise ser una actriz de Hollywood, y no me quedé solo con la idea, no es un sueño etéreo, es algo por lo que me esforcé siempre. Estudié mucho, nunca tuve vida social, no tengo amigos y todo fue para tener todas las oportunidades, para ver dónde la ‘pegaba’ - que hasta ahora fue con el canto - para ahorrar plata para cumplir mi sueño”, explica Aimé Costantini a Telenoche.
Hace unos meses, audicionó para ingresar en la American Academy of Dramatic Arts y quedó elegida. Más allá de que le otorgaron una beca de 25 por ciento, que es el máximo que otorgan, es imposible para ella juntar el resto. “Es una escuela de actuación que queda en Los Ángeles de ahí salieron Danny DeVito, Anne Hathaway y muchos otros actores y actrices. Con poder estar un año al menos yo me conformaría, porque confío en que podría conseguir los contactos para seguir mi sueño”.
Aimé recuerda entre risas que su mamá le contaba que cuando era bebé lloraba afinada. “Desde chica siempre supe que la música era lo mío. Desde que nací, canto y todo el piano. Lo que más me gustaba era el ballet. Siempre quise ser bailarina y actriz. Siempre tuve varios sueños”.
“Mi mamá es profesora de música, por eso siempre hubo un piano en mi casa. Cuando volvía de la escuela, sacaba de oído las canciones que ella tocaba. Mientras hacía la secundaria, a la noche iba a la escuela de música donde estudiaba la carrera de intérprete de piano, canto y flauta traversa. Estudiaba en los recreos. Cuando terminé el colegio comencé la licenciatura de Canto Lírico en la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y empecé a dar clases particulares de canto”.
Siempre había sido su sueño ser actriz y por eso, en paralelo, empezó a audicionar en castings. “Hice un ciclo de monólogos que no daban plata, pero yo lo que hacía era ganar experiencia”.
Actriz de película o cantante en una ópera
Aimé siente que su lugar es sobre un escenario. Como actriz de Hollywood o como cantante de ópera. “El año pasado cumplí el sueño de ir a Inglaterra, nos quedamos con mi novio en la casa de un familiar. Para recuperar algo de lo que habíamos invertido para viajar, empecé a cantar en la calle. Vi que se podía, armé un cartelito y me mandé a la calle. No necesitaba un micrófono porque la ópera se escucha fuerte de por sí”.
Empezó a cantar en el barrio chino y llegó a juntar 100 libras por día. “Era impresionante todo lo que podía comprar allá. Nunca se me había ocurrido cantar en la calle en la Argentina, pero cuando volví se me prendió la lamparita”.
Aimé y su novio le cuidan la casa a una conocida, por eso, dicen que tienen la suerte de no tener que pagar alquiler. Ella da clases particulares y con eso, más lo que gana en el tren le alcanza para comer. “Solo canto cuando voy y vuelvo de la facultad. Pierdo tiempo de estudio, pero gano plata”.
La experiencia de cantar en el tren Mitre
Durante el viaje, las personas le prestan atención, muchas se le acercan para decirle que nunca habían escuchado ópera en sus vidas. “Tengo la ventaja con respecto al resto de los artístas de que yo tengo a todo el público: la gente con poca plata me deja porque le parece increíble lo que hago, los de clase alta me dejan porque me dicen que ‘hago música de verdad’”.
“Es realmente impactante que estés viajando al trabajo y de repente alguien se ponga a cantar La Boheme en el tren. Hago un promedio de dos mil pesos por vagón y el Mitre tiene seis vagones y lo bueno es que lo que gano viene subiendo como la inflación. Los que me dejaban 100 pesos, ahora me dejan 200 y los que me daban mil ( personas muy consideradas) ahora me dejan dos mil”.
Aimé reconoce que la plata que gana solo le alcanza para vivir y que por eso es que siente un dolor muy grande por saber que más allá de los esfuerzos que haga, sin ayuda, no podrá juntar la plata para pagar la cuota de dos mil dólares por mes de la academia de arte dramático en Los Ángeles.
Llegar a Los Ángeles
La joven afirma que si consigue el dinero para pagar las ocho primeras cuotas del primer año de la carrera, ella estaría realizada porque confía en que podría lograr los contactos para acceder a las oportunidades y castings.
“Para el primer año necesito 27 000 dólares y si sueño con hacer toda la carrera debería recaudar 50 000. Es insoñable esa cantidad de plata para mí. Sé que es re dificil la situacion para todos los argentinos, yo para esto me esforcé toda la vida, desde que tengo seis años, o antes. Si me ven en el tren, sepan que lo que dejen, la colaboracion que me den, va directamente a cumplir mi sueño”.
Fuente: TN
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Una exposición en París celebra el estilo de Snoopy con ropa de diseñadores famosos

Una nueva exposición en París celebra la historia de la moda, tal como la lucen Snoopy y la pandilla de Peanuts.
“Snoopy In Style”, recientemente inaugurada en París, rinde homenaje a Charles M. Schulz y sus queridas creaciones al examinar la evolución de los atuendos de los personajes, su contexto y su influencia en la cultura popular. Se presenta en el preámbulo del 75 aniversario de la tira cómica “Peanuts”, que llegará el 2 de octubre.
La primera vez que Schulz dibujó a Charlie Brown, no tenía su icónica camiseta de zig-zag. La postura de Peppermint Patty sobre qué usar para ir a la escuela precede a un cambio legal en el uniforme de las niñas. Y Snoopy ha sido vestido por algunos de los mejores diseñadores del mundo, desde Chanel hasta Fendi y Viviente Westwood.
Setenta y cinco atuendos creados para las versiones de peluche de Snoopy y su hermana Belle se exhiben, incluidos aquellos diseñados por Dolce & Gabbana, Betsey Johnson, Zac Posen y Christian Siriano.
“Tenemos muñecos de cada diseñador del mundo. Chanel está aquí. Karl Lagerfeld está aquí. Dolce Gabbana, Balmain”, dijo Melissa Menta, ejecutiva de Peanuts Worldwide. “También tenemos 18 conjuntos de muñecas que incluyen a Lacoste, y también Valentino de Alessandro Michele”.
Snoopy, a puro estilo
La viuda, Jeannie Schulz, fundadora del Museo y Centro de Investigación Charles M. Schulz, dijo que el caricaturista entendía que los personajes de las tiras cómicas debían tener un estilo.
“Se dio cuenta después de un tiempo que necesitas saber de inmediato quién es el personaje y qué representa. Así fue como Charlie Brown obtuvo la raya y Lucy el vestido pintado y Sally un lazo,” comentó.
La moda vintage inspirada en Snoopy y sus amigos también está en exhibición, de diseñadores como Marc Jacobs y Jean-Charles de Castelbajac, cuyo afecto por Snoopy llevó a un memorable momento en la pasarela en 1989, cuando Vanessa Paradis modeló una chaqueta completamente cubierta de peluches de Snoopy para su colección de otoño-invierno.
Su estatua “King Snoopy” también está presente, mientras que en otra parte de la exposición, la mercancía vintage de Peanuts en exhibición data de la década de 1960.
Al preguntarle por qué Peanuts sigue siendo atractivo 75 años después, Jeannie Schulz dijo que no podía decir “cuánto es solamente porque ese perro es muy lindo, muy adorable y muy dulce ... y cuánto representa también a la humanidad la tira cómica.”
“Los personajes de la tira cómica, incluso Snoopy, se preocupan por si a la gente le gusta,” comentó. “Charlie Brown no sabe quién le gusta y cómo encaja en el mundo.”
La exposición gratuita estará abierta hasta el 5 de abril en el Hôtel du Grand Veneur en el distrito de Marais de París.
Fuente: TN