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Polini sobre la pobreza en Chaco: "La situación empeora"

Consultado sobre un informe publicado en medios nacionales donde se remarca que el “Gran Resistencia superó su propio récord y la situación por la pobreza empeora”, el precandidato a gobernador del Chaco, Juan Carlos Polini, aseguró que "a Capitanich debería darle vergüenza postularse para un nuevo mandato”.
Sobre la situación económica y social que atraviesa la provincia, Polini expresó su posición: "Chaco es la cuarta provincia que más dinero recibe de Nación en concepto de coparticipación además de las asistencias del tesoro nacional, por ejemplo, en el presupuesto del año 2022 la inflación estimada fue del 33% y la real fue del 100%, eso significa que ingresó un 67% más de dinero a la caja provincial respecto de lo que dijeron que iba a ingresar, y para este 20223 ocurre exactamente lo mismo, la inflación estimada es del 60% y ya todos los informes indican que superará el 110%, es decir que ingresará, como mínimo, un 50% más de dinero a la caja que lo informado, representa una gran cantidad de recursos sobre los cuales no se sabe el destino".
Por otra parte, el productor agropecuario preguntó “¿Los salarios y jubilaciones aumentaron un 100%? No. ¿Se implementaron políticas públicas para bajar la pobreza y la indigencia? No. ¿Se hicieron las inversiones para contar con un sistema de salud eficiente? No. ¿Se invirtió en seguridad para que no tengamos que vivir tras las rejas o mirando para todos lados al salir a trabajar o a la escuela? No. ¿Se invirtió en calidad educativa para que nuestros niños, niñas y jóvenes terminen la escuela con los conocimientos necesarios para encarar sus proyectos personales? No".
"¿Se invierte en políticas públicas que generen empleo y oportunidades para que nuestros jóvenes no tengan que irse del Chaco? No. ¿Se invirtió en políticas que acompañen al sector productivo de manera de dar valor agregado a la materia prima en origen? No. ¿Se acompaña al sector privado, comercios, pymes, emprendedores, industrias? No. ¿Se bajaron impuestos para promover el crecimiento y la inversión? No. ¿Se invirtió en políticas de sustentabilidad para que el desarrollo de la producción y el empleo tengan como base patrones cuyos ejes sean el cuidado del ambiente y la calidad de vida de la población? No", siguió Polini.
"¿Se garantiza la libre circulación de quienes tienen que trabajar, estudiar o seguir un tratamiento de médico? No. ¿Llegó el agua potable al interior? No. ¿Hay tarifa diferencial de energía? No. Y podríamos seguir, pero haciéndonos estas pocas preguntas es muy fácil concluir que mientras la administración Capitanich es cada día más rica los chaqueños son cada día más pobres, rehenes de un modelo inmoral, debería darle vergüenza postularse para un nuevo mandato”.
Finalmente Polini señaló que si queremos vivir en un Chaco distinto, "es necesario gente distinta, no hay otra forma, si siguen estando los mismos los resultados serán siempre los mismos, hay personas distintas, yo soy distinto, mi gobierno será distinto porque se fijarán prioridades, habrá orden y respeto a la Ley, con el acompañamiento de los chaqueños y chaqueñas de bien voy a ponerme al hombro el trabajo que hay que hacer para tener un Chaco distinto, de progreso y bienestar”.
Fuente: Datachaco

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“Hoy entiendo a mi papá”: la joven que nació en una familia de barrenderos y viaja cuatro horas diarias para limpiar las calles porteñas

Mayra Castillo acomoda su uniforme, se ajusta los guantes y se prepara para empezar el día. Es viernes y le asignaron algunas calles del barrio de Belgrano. Acaba de llegar a la base desde donde saldrá a recorrer la ciudad. El viaje desde su casa, en Rafael Castillo, partido de La Matanza, le llevó casi dos horas. Ya está acostumbrada: el trayecto largo es parte de su rutina, como también lo es el gusto por lo que hace.
“Es un trabajo cansador. Ahora entiendo a mi papá”, dice, mientras sonríe. Carlos es barrendero y Victoria, su mamá, también. Se crio entre escobas y bolsas negras, en una familia que aprendió a valorar el esfuerzo detrás de cada vereda limpia. Aunque el trabajo es exigente, Mayra lo asume con compromiso y alegría.
Hace unos días vivió una experiencia distinta: le tocó limpiar la zona del estadio Monumental el día que la Selección argentina empató en un gol con su par de Colombia. Fue su primer operativo en un evento masivo. “Había muchísimas botellas plásticas tiradas, latas de cerveza, de gaseosa... no lo podía creer”, recuerda sobre la jornada que coincidió con el resultado que dejó tambaleando a Colombia para su ingreso al próximo Mundial.
El 14 de junio se conmemora en Argentina el Día Nacional del Barrendero y la Barrendera. En la Ciudad de Buenos Aires, más de 2.500 trabajadores y trabajadoras salen cada día a barrer, levantar residuos y dejar las calles en condiciones. “Barremos y levantamos todo lo que encontramos. Lo dejamos en el carro, lo embolsamos y después lo tiramos en los contenedores”, explica Mayra, con la naturalidad de quien sabe que su tarea, aunque muchas veces pase inadvertida, es esencial para que la ciudad funcione.
Herencia familiar
Todos los días, Mayra se levanta temprano para atender las necesidades de su hija de tres años, deja todo organizado en casa y emprende el camino al trabajo, un viaje que demanda tres colectivos. El primero es el 242, que toma en Rafael Castillo, en La Matanza, y la lleva hasta Liniers. Allí la espera su madre, con quien comparte el resto del trayecto: suben al 117 rumbo a Puente Saavedra y luego al 59, que las deja cerca de la base operativa de Higiene Urbana, en Belgrano. Desde ese punto, Mayra parte hacia su ruta asignada, que puede incluir calles de Belgrano, Núñez o, en ocasiones, Recoleta. Ya se acostumbró al ritmo, al trayecto extenso y a la rutina diaria. Dice que le gusta lo que hace.
Hasta diciembre de 2024, su vida laboral transcurría como emprendedora: vendía ropa en su barrio y se las ingeniaba para cuidar a su hija al mismo tiempo. Pero cuando se abrió una vacante en Cliba —la empresa de limpieza donde trabaja su madre, Victoria, desde hace 15 años— no lo dudó. También su padre, Carlos, es barrendero: lleva tres décadas en el oficio y trabaja en la zona de Caballito. “Mi familia viene de barrenderos”, dice Mayra, con una mezcla de orgullo y naturalidad.
Ese encuentro con su madre, justo antes de iniciar la jornada, se volvió parte de una rutina compartida que valora especialmente. “Cuando era chica, a mi papá lo veía poco. Hacía turno tarde, volvía cansado, comía algo y se iba a dormir. No hablaba mucho del trabajo, pero en mi infancia no entendía por qué pasaba eso. Hoy, vivo en carne propia esa experiencia”, admite, con la voz cargada de emoción.
A los 27 años, Mayra combina su rol de trabajadora con el de madre de Jana, su hija de tres. “Antes de entrar a Higiene Urbana, vendía ropa y me las rebuscaba con pequeños emprendimientos que me permitían estar más tiempo en casa”, cuenta. Hoy, el desafío es organizarse para que su pareja —también empleado en el sector de limpieza— se haga cargo de la nena mientras ella cumple su turno por la tarde.
Hace apenas unos días, vivió su primer operativo en un evento masivo: el partido entre la selección argentina y Colombia en el estadio Monumental, cuyo empate dejó a los colombianos con las ganas de cerrar su pasaje directo al próximo Mundial. “Cuando se trata de estos operativos, se barre toda la calle de punta a punta”, explica sobre ese tipo de jornadas agitadas, en las que la multitud deja un rastro de botellas, papeles y basura por todas partes. Aquella noche trabajó desde las 4 de la tarde hasta las 10 de la noche, recorriendo veredas, cordones y calzadas con su escoba, pala y carrito.
En otoño, con las veredas cubiertas de hojas secas y las lluvias que arrastran todo hacia los sumideros, el trabajo se vuelve aún más exigente. Hay días en que no alcanza el tiempo para completar las cuadras asignadas. “Algunos vecinos se quejan porque no ven al barrendero, pero no siempre se llega a todas las calles”, explica. Aun así, valora los gestos de quienes la saludan y le agradecen. Son pequeñas muestras de reconocimiento que hacen la diferencia en una tarea que muchas veces pasa desapercibida.
En ese sentido, pide: “Es importante que los vecinos estacionen a 20 centímetros del cordón, para poder limpiar, y saquen la basura entre las 19:00 y las 21:00, eso nos ayudan mucho. Y también que metan la basura dentro del contenedor. No al costado”.
Aunque lleva pocos meses en el oficio, Mayra se adaptó rápido. Dice que la zona le gusta, que la rutina no la pesa tanto. Pero lo más fuerte, lo más simbólico, es ese lazo que la une con sus padres, ese linaje de trabajo silencioso que mantiene la ciudad limpia mientras los demás duermen, miran al piso o simplemente no se dan cuenta.
El Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana tiene a su cargo la limpieza de las calles porteñas. De lunes a sábado, más de 24 mil cuadras son barridas en las 15 comunas de la ciudad. Todas reciben al menos una pasada diaria, aunque en zonas de alto tránsito —como centros turísticos, de transbordo o corredores gastronómicos— puede haber barrido doble o nocturno.
Durante el otoño y el invierno, épocas de vientos fuertes o ante alertas meteorológicas, el servicio se refuerza con personal adicional. La caída de hojas puede obstruir los desagües, por lo que se intensifican los operativos para garantizar el correcto funcionamiento de los sumideros y prevenir anegamientos.
Una labor esencial que aún busca su reconocimiento
El reconocimiento de esta fecha fue fruto de una construcción colectiva, impulsada por la CGT y organizaciones del sector, que durante años exigieron el reconocimiento de una tarea esencial pero invisibilizada.
La pandemia de COVID-19 expuso con crudeza el rol que cumplen estos trabajadores: mientras gran parte de la población permanecía en sus casas, ellos seguían en las calles, con recursos limitados y altos niveles de exposición al virus, asegurando la higiene en un momento crítico para la salud pública.
Cuando hay recitales, partidos de fútbol o eventos multitudinarios, la Ciudad de Buenos Aires despliega operativos especiales de limpieza en la vía pública. “Cuando hay recitales, partidos o eventos multitudinarios, como los que se organizan en grandes estadios, la Ciudad despliega operativos especiales de limpieza en vía pública. En el caso de un partido fútbol, la intervención se organiza en tres fases: antes, se realiza un repaso general de limpieza en los alrededores del estadio, con recolección de basura, residuos voluminosos y escombros, y el vaciado de contenedores. Durante: además del barrido, se colabora con el operativo de seguridad, y se ponen contenedores de basura a disposición si es necesario, por ejemplo para los residuos que producen los puestos de comida ambulante o food trucks. Al terminar, se refuerza la limpieza con barrido manual, lavado e higienización de contenedores para dejar la zona en óptimas condiciones, tal como se encontraba antes del evento”, detallan desde el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la ciudad de Buenos Aires.
Fuera de los operativos especiales, el mantenimiento diario de la limpieza también requiere del compromiso de los vecinos. Desde la forma en que se estacionan los autos hasta el modo en que se deposita la basura influye directamente en el trabajo de los trabajadores de higiene. “Una distancia adecuada del cordón y de los contenedores facilita la tarea”, aseguran. También es importante “que los frentistas barran sus veredas, que las hojas secas no queden sueltas en la calle y que la basura se coloque dentro de los contenedores”. En los edificios, los encargados deben realizar el lavado y barrido en el horario estipulado, entre las 22:00 y las 9:00 horas.
Fuente: Infobae
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Tiene 18 años, egresó del Pellegrini e irá a Ucrania a combatir en la guerra: cobrará hasta US$4500 por mes

Que un estudiante del Pellegrini continúe sus estudios en alguna de las carreras duras de la UBA, o en el ámbito de las Ciencias Sociales, está dentro de lo esperable. Por eso la decisión de Jeremías Roelants, recién estrenados sus 18 años, llamó tanto la atención. “Tengo un compañero que se va a combatir a Ucrania”, era el mensaje que se multiplicaba en los grupos de WhatsApp.
“Dentro del Pelle debo ser la única persona con vocación militar, anormal total -dice, en la terraza de su edificio de Parque Chas-. Con vocación militar, pero medio progre, eso es lo raro, más en este país en el que lo militar se relaciona todavía a la dictadura. Pero eso no me trajo problemas, soy un chico más. Los que se lo tomaron mal fueron mis amigos, que están muy en contra. Los últimos encuentros con mis mejores amigos fueron puras discusiones. Están preocupados. Pero ahora ya tengo el pasaje y entendieron que no me van a convencer. Ya no se gastan”.
Sin datos oficiales, en un ámbito que se maneja con estricta confidencialidad, este adolescente argentino, hijo de un barrendero y mecánico, y de una empleada administrativa, que comparte un departamento minúsculo con su padre y su hermano menor, se contactó a través de una página de enrolamiento con slogan atractivo: join the brave/únete a los valientes. Le contó sobre ella un compañero que conoció en su hasta ahora única experiencia militar: un mes como cadete en aviación militar en Córdoba. Por cuestiones salariales, de exigencia y de falta de oportunidades a futuro, aquello no le cerró, pero lo de Ucrania sí.
“Voy a la tercera brigada de asalto de la legión de extranjeros -dice-. Ahí entrenás en Kiev durante un tiempo, te hacen pruebas físicas, exámenes, una especialización para poder seguir profundizando y entrenándote en lo que sea que te toque. Luego, te distribuyen con base en tus cualidades. Por ejemplo, a mercenarios de Colombia los destinan al frente y a gente que sabe mucho de inglés la mandan a hacer radiotransmisión, a comunicaciones. Todo depende de las habilidades que tengas y lo que ellos vean en vos durante ese entrenamiento”.
Su madre está preocupada, su padre lo acompaña en la idea, no sin temores. Para él, con pasaje de ida, es un aprendizaje que no quiere perderse. “Lo veo como una experiencia en la que puedo pensar y repensarse o lo que quiero seguir en la vida”, dice. “Como una forma de exponerme a algo muy distinto que me va a servir para decidir para dónde quiero ir. Iba a ir con un compañero que al final por motivos personales se bajó, y yo decidí seguir adelante. Es una experiencia que tengo que vivir”.
—Pregunta del millón: ¿tenés miedo?
—Sí. No sé qué es lo que me depara. Miedo y ansiedad, pero elijo seguir adelante. Sigo el día a día de las noticias de la guerra. Sé que pasan muchas cosas todos los días, acuerdos y desacuerdos. Ataques en distintas zonas. El conflicto va para rato, por lo que parece.
—¿Tenías algún involucramiento con el tema de Ucrania?
—No. Ni tengo un sentido de pertenencia por Ucrania. Más que como un país o un conflicto lo veo como una experiencia para mí. Una salida laboral y un tiempo para pensar.
—¿Cuánto pagan?
—En el período de entrenamiento, los primeros veinte días, unos 550 dólares netos. Después un mes y medio entrenando en lo que te asignan, en Kiev, pagan 1100 dólares por mes. Cuando ya te dan la licencia para ir a lo que te entrenaste, depende del riesgo: en línea 0, al frente, 4500 dólares y en líneas logísticas de menor riesgo o para ser transportista, rescatitsta o piloto de dron, son 3500 dólares por mes. Todo aparte de alojamiento en la base y racionamiento diario, la comida, servicio de salud, y todo eso.
—¿Vas sin ninguna preparación?
—Sí, exigen lo mínimo indispensable, para que puedas soportar un entrenamiento mínimo.
—¿Sabés algo sobre la legión extranjera?
—Vi lo que el gobierno ucraniano permite que veas. Hay muchísimo mercenario colombiano, muchos excombatientes de un lado y otro del conflicto de las Farc, también gente que viene de carteles narco de México, muy criminal realmente. Y que va ahí por el dinero, como nada más que un trabajo. Son mercenarios hechos y derechos.
—¿Vos no te considerás mercenario?
—No me considero mercenario. No lo veo solo como una salida laboral. No siento alegría ni morbo por la muerte porque quitarle la vida a alguien es algo muy triste. Pero al mismo tiempo sé que es algo que podría llegar a tocar. Es el lado B de esta experiencia.
—¿Te sentís preparado para esa parte dura, para ver gente morir?
—Nadie está preparado para eso, creo yo. Lo que sí se puede es mentalizarse lo más posible para que te produzca el menor daño psicológico. Sé que es una experiencia que no es gratuita, he visto a combatientes de Malvinas con estrés postraumático. Es un riesgo.
-Es un riesgo y sos chico.
-Sí, probablemente soy el más chico. Estoy más cerca de los 18, que es la edad mínima, que de los 19 años. Y no tengo una personalidad tendiente al conflicto, digamos, de resolver las cosas por la fuerza. Nunca me agarré a trompadas ni nada parecido. Nunca me metí en problemas, soy tranquilo, de estar con amigos, con mi viejo, que es barrendero y a la vez trabaja en un taller mecánico, y lo acompaño en esas tareas.
-Chico y muy preparado. Con una formación distinta a la que uno imagina a los mercenarios extranjeros. Sos un gran derribador de estereotipos.
-Sí, es cierto. Sé inglés, italiano bastante fluido, estoy estudiando ucraniano. Espero poder aportar desde ese lugar.
Fuente: TN
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Confirmaron la condena contra una empresa de electrodomésticos por no aceptar una devolución

La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial confirmó una sentencia que ordenó a una empresa de venta de electrodomésticos a devolver el dinero de una compra cancelada por un consumidor que había ejercido su “derecho de arrepentimiento” a través de una plataforma digital. Aunque su reclamo fue admitido parcialmente en primera instancia, el comprador apeló en busca de una reparación más amplia. El tribunal de Alzada rechazó todos sus planteos: entre ellos, el pedido de actualización del precio, la aplicación de intereses compuestos, una sanción por “temeridad” procesal, un resarcimiento adicional por daño moral, la incorporación del rubro “proyecto de vida” y la imposición de una multa por daño punitivo.
El fallo fue dictado por la Sala B de la Cámara Comercial porteña, integrada por las juezas Guadalupe Vásquez y Matilde Ballerini, ante la vacancia de la Vocalía Nº 6.
El caso se originó a partir de la acción judicial iniciada por un usuario que había adquirido un lavavajillas de última generación fabricado por una empresa norteamericana por medio del sitio web de una cadena especializada en artículos para el hogar. Según relató en su demanda, intentó desistir de la operación dentro del plazo legal previsto, pero la firma se negó a aceptar la devolución.
En primera instancia, el Juzgado Nacional en lo Comercial Nº 29 le dio parcialmente la razón al demandante y condenó a la compañía a pagar “la suma de $470.512 con más sus intereses y costas”.
El magistrado consideró acreditado que el comprador ejerció en tiempo y forma su derecho de arrepentimiento y que la negativa a recibir el artefacto constituyó un incumplimiento contractual. Además, desestimó la cláusula invocada por la parte demandada para excluir ciertos bienes del régimen de devoluciones, al señalar que “la ley 24.240 -Ley de Defensa del Consumidor (LDC), sancionada en 1993- únicamente contempla ese supuesto para compraventa de bienes perecederos recibidos por el consumidor y abonados al contado", en virtud del artículo 32 de esa norma.
Disconforme con el alcance de la sentencia, el reclamante presentó un recurso de apelación donde, entre otros puntos, pidió que el reintegro ordenado tuviera en cuenta el valor actual del electrodoméstico, argumentando que el importe reconocido representaba sólo “el 25% del mismo”. No obstante, la Alzada descartó el planteo por razones formales, tras indicar que “no fue oportunamente sometido a consideración del Sr. Juez a quo”, lo que impedía su revisión en esta etapa del proceso.
El hombre también reclamó la capitalización mensual de intereses, en virtud del artículo 770 del Código Civil y Comercial. En ese marco, la Cámara observó que esa petición no fue incluida en la demanda original y sostuvo que ese hecho “resulta un óbice a los efectos de que esta Sala emita un pronunciamiento al respecto”, en tanto afectaría el principio de congruencia.
Por otro lado, el apelante cuestionó que la empresa hubiera incorporado como prueba una carta documento sin valor legal, identificada como un simple borrador. Según señaló, el escrito presentaba la leyenda “IMPRESIÓN DE PRUEBA – SIN VALOR LEGAL” atravesando el cuerpo del texto y carecía de firma alguna. Aún así, expresó, fue ofrecido como pieza documental por la firma demandada. Para el actor, ese elemento resultó ser uno de los pilares de la defensa y debía ser interpretado en los términos del artículo 45 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, que contempla la aplicación de multas cuando se verifica que una parte incurre en “temeridad o malicia”.
El órgano de segunda instancia recordó que estas figuras están reservadas para supuestos en los que se demuestra “la mala fe de quien las realiza”. En ese sentido, explicó que la temeridad “denota la conducta de quien deduce pretensiones o defensas cuya falta de fundamento no puede ignorar”, y que “la malicia es la conducta procesal manifestada mediante la formulación de peticiones exclusivamente destinadas a obstruir el normal desenvolvimiento del proceso”. En este caso, concluyó que “las conductas reprochadas” no alcanzaban a configurar los supuestos que exige la ley procesal “para la aplicación de sanciones”.
Respecto del daño moral, el demandante aseguró que la suma fijada en primera instancia-$108.000- era insuficiente, ya que equivalía a $145,16 “por cada día de padecimiento” durante los 744 días transcurridos entre su reclamo y la resolución judicial.
La Sala B reconoció que el episodio se excedía de “una mera molestia o incomodidad” y que era posible afirmar que “se ocasionó una considerable afectación de sus intereses extrapatrimoniales y ello lo sumió en un estado que afectó desfavorablemente su estabilidad emocional y justifica su reparación”. Sin embargo, evaluó que el monto dispuesto en el fallo anterior era “ajustado” a las características de la causa y a “lo otorgado en casos análogos”.
El actor, a su vez, exigió el reconocimiento de un rubro ligado a la "interferencia en su proyecto de vida“. En ese plano aseveró que ”toda la situación vivida le generó un entorpecimiento en su vida” y que “desde la fecha de compra y hasta el día de hoy” tenía en su domicilio “un lavavajillas que no quiere y que no usa”.
También ponderó que el electrodoméstico en cuestión era “de gran tamaño”, que no resultaba “de fácil guardado en un departamento” y que actualmente se encontraba “ocupando lugar en mi cocina”, algo que le impedía colocar otro bien “de su agrado”.
El tribunal examinó estos planteos a la luz del artículo 1738 del Código Civil y Comercial, que dispone que la indemnización por daño debe comprender también “las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos de la víctima [...] y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida”.
Bajo esos términos, la sentencia de la Cámara porteña subrayó que no se había llegado a demostrar “qué afecciones padeció, o qué niveles de angustia o desconsuelo pudo haber sufrido” por mantener el artefacto en su vivienda sin ser retirado por la empresa. Además, agregó que “las afecciones que expuso el actor haber padecido fueron debidamente contempladas al tiempo de otorgar y cuantificar el rubro ‘daño moral’”.
El último de los agravios cuestionó la negativa de aplicar una multa por daño punitivo. Según planteó en su escrito el apelante, el incumplimiento contractual debía ser castigado con ese tipo de sanción. Pero las magistradas de la Sala B, al resolver en sintonía, recordaron que esa figura “sólo procede en supuestos de particular gravedad, calificados por el dolo o la culpa grave del sancionado o por la obtención de enriquecimientos indebidos derivados del ilícito” y que “puede haber incumplimiento sin daño punitivo, situación que se dará en la mayoría de los casos”.
Aclararon, en tanto, que esa medida se tomaba “en casos excepcionales” con el propósito de lograr “fines disuasivos” y perseguir “la punición o castigo de determinadas inconductas caracterizadas por un elemento axiológico o valorativo agravado”.
“En el caso -concluyeron las juezas Ballerini y Vásquez-, luce claro que existió un objetivo incumplimiento por parte de la demandada, mas ello no permite, per se, extraer como conclusión que su conducta encuadre en un deliberado y desaprensivo proceder que, en los términos que calificó la doctrina especializada, pueda justificar la imposición de la multa pretendida“.
Con todo, la Alzada resolvió rechazar el recurso interpuesto y confirmar la sentencia de grado con el pago de costas “al vencido”.
Fuente: Infobae