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Cuáles son las señales de envejecimiento de los gatos, según los veterinarios
La vejez en los gatos puede pasar inadvertida en sus primeras etapas, pero los veterinarios identifican múltiples señales que marcan el tránsito.
Reconocer estos signos permite prevenir enfermedades, ajustar la alimentación y mejorar la calidad de vida del animal, según recomendaciones de expertos.
Cómo saber la edad de mi gato
Las pistas físicas constituyen la principal herramienta para estimar cuántos años tiene un gato cuando se desconoce su fecha de nacimiento, indicó Papaya Veterinary Care de Los Ángeles, EEUU, en su guía sobre felinos mayores. El examen dental resulta clave: un gato joven exhibe dientes blancos y completos, mientras que en la vejez aparecen piezas desgastadas, sarro, encías retraídas o dientes ausentes.
El estado del pelaje, la elasticidad de la piel y la claridad de los ojos también son parámetros observados por veterinarios para calcular la edad probable. El Cornell Feline Health Center estableció que, aunque los gatos domésticos suelen vivir entre 10 y 15 años, existen casos bien documentados de felinos que han alcanzado los 20 o hasta los 27 años.
Cuáles son las señales de envejecimiento de los gatos
Distintos especialistas han subrayado que los gatos muestran señales de envejecimiento que afectan su comportamiento, morfología y salud general. Entre los signos descritos por los especialistas se encuentran:
- Modificación en los niveles de actividad: los gatos mayores tienden a dormir durante más horas, juegan menos y pueden desinteresarse por actividades que solían disfrutar. Hay que estar atentos a la reducción de la energía y menor tendencia a explorar o interactuar.
- Cambios de conducta: es común registrar episodios de irritabilidad, agresividad, ansiedad o aislamiento. De acuerdo con PetMD, la aparición de nuevas manías, la pérdida de limpieza o un aumento de la vocalización pueden relacionarse con el deterioro cognitivo.
- Pérdida o aumento de peso repentino: el metabolismo se hace más lento y ciertos órganos pueden dejar de funcionar correctamente. Problemas como la insuficiencia renal, la hipertiroidismo o las infecciones bucales contribuyen a fluctuaciones en el peso y la masa muscular.
- Transformaciones en la piel y el pelaje: el pelaje grisácea o blanquecino, la caída localizada del pelo y la piel más seca son todos signos frecuentes reportados por Cornell Feline Health Center. Algunos gatos presentan también bultos o protuberancias que deben ser evaluadas por veterinarios.
- Problemas oculares y auditivos: cataratas, glaucoma y pérdida de visión pueden presentarse hacia los 9 años. La disminución de la audición se manifiesta por falta de respuesta ante estímulos sonoros.
- Deterioro dental: el mal aliento, las enfermedades de las encías y la resorción dental afectan entre un 50 y un 90% de los gatos mayores, informaron desde Cornell Feline Health Center. La dificultad para comer o la preferencia por alimentos húmedos suelen ser indicadores de malestar bucal.
Al detectar cambios marcados en el pelaje, los ojos o la conducta, conviene programar una revisión veterinaria para descartar enfermedades asociadas al envejecimiento.
¿Cómo se calcula la edad de los gatos en años “humanos”?
La equivalencia entre “años gatos” y “años humanos” no sigue una proporción constante. Según el análisis de los especialistas, los dos primeros años de la vida felina equivalen a unos 24 años humanos, por lo que un gato de dos años ya alcanza la denominada etapa adulta.
Posteriormente, cada año suma unos cuatros años a la cuenta humana. Así, un gato de 12 años tendría alrededor de 64 años humanos. Organizaciones como Guinness World Records documentaron gatos que vivieron más de 27 años, lo que equivaldría a cerca de 120 años humanos.
Cómo cambia el comportamiento de los gatos con la edad
A medida que envejecen, los gatos muestran alteraciones en su rutina, su interacción social y sus patrones de sueño, concluyeron informes de PetMD. Los felinos mayores suelen preferir la calma, disminuyen o evitan los juegos, y pueden mostrarse reacios a cambios en el entorno, muebles o la llegada de nuevas mascotas.
La desorientación, los episodios de insomnio nocturno y una mayor ansiedad forman parte del llamado síndrome de disfunción cognitiva, un desorden similar a la demencia humana. Los gatos viejos a menudo desarrollan pérdida de memoria, olvidos sobre la ubicación de la bandeja sanitaria y hábitos compulsivos de lamido.
Los veterinarios recomiendan observar la aparición de comportamientos repetitivos, miedo a los ruidos o tendencia al aislamiento, ya que estas manifestaciones pueden indicar patologías tratables o ser parte del proceso natural de envejecimiento.
Fuente: Infobae
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Es profesor de Física y construyó un sistema solar a escala en un paraje remoto de Salta: “Es como un viacrucis de los planetas
En un rincón perdido de Salta, donde no hay luz eléctrica ni señal de celular, un grupo de docentes y estudiantes decidió levantar un sistema solar. El escenario es Tonco, un paraje ubicado a más de 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar, junto al Parque Nacional Los Cardones. Allí, donde viven apenas quince familias, el cosmos se representa en una escala precisa —cada metro equivale a 464 millones de metros reales— que permite caminar de la Tierra a Marte, como si el universo se hubiera replegado sobre la montaña.
El impulsor es Carlos Alessandretti, un profesor santafesino de Matemática y Física que se radicó en la provincia hace más de dos décadas. La idea nació casi por azar, durante un proyecto educativo para enseñar a construir calefones solares en comunidades de altura. El docente llegó hasta ahí con ese propósito y quedó hipnotizado por el cielo “puro” y el silencio del lugar.
El plan inicial —cuenta ahora, en charla con Infobae— era hacer un observatorio a cielo abierto, pero llegó la pandemia y quedó trunco. En esa pausa afloró una nueva idea: recrear el sistema solar para que cualquiera pudiera caminar de Mercurio a Marte y mirar el firmamento desde un punto donde el universo parece más cercano.
“No es una idea superoriginal, está en otros lados, pero yo sentía que lo que había que hacer en Tonco era eso”, dice Alessandretti. Una tarde fue con su familia, casi de paseo, y detectó un sitio: “Por acá andaría bien el Sol, que sea una esfera de tres metros de diámetro”, pensó. Ese impulso definió la escala: si el Sol mide un millón y medio de kilómetros y aquí tendría tres metros de diámetro, todo debía reducirse unas 460 millones de veces.
Lo que siguió fueron mediciones de GPS y viajes sucesivos para pensar dónde ubicar el resto de los planetas. Sus compañeros del profesorado, que entonces eran estudiantes y hoy son docentes, lo acompañaron desde el comienzo. Después, llevaron maquetas a la comunidad local y explicaron la idea: “Lo que les dijimos fue que queríamos hacer una especie de viacrucis, pero en lugar de pasar por las imágenes de la Pasión de Cristo, íbamos a pasar por los planetas del sistema solar”. Los vecinos lo entendieron enseguida y se sumaron. Desde entonces, docentes, estudiantes y familias de Tonco levantan juntos en ese mapa del cosmos, que todavía está en construcción.
De Firmat al cosmos
Carlos tiene 53 años, dos hijos y reparte sus días entre colegios secundarios y el profesorado de Física. Su relación con esta disciplina empezó en la adolescencia. “En los ochenta compraba una revista que se llamaba Muy Interesante. Me encantaban las notas de física y creo que me encantaban porque no entendía nada. ‘Acá hay algo muy misterioso, muy raro, que no lo termino de entender’, pensaba, y me daba la sensación de que estaba buenísimo”, cuenta.
Durante un tiempo quiso ser científico, pero en el tercer año de la carrera cambió de rumbo y se fue a vivir al Sur. “Siempre sentí una tensión entre el estudio y la aventura, entre quedarme sentado, aprendiendo, y salir a explorar lugares desconocidos”, recuerda. Más adelante volvió a conectar con la física a través de la docencia y logró equilibrar sus dos pasiones. “Lo que estamos haciendo en Tonco permite que convivan ambas partes en armonía: por un lado, la física y la astronomía; y, por el otro, eso medio aventurero, de hacer algo distinto en un lugar poco habitual”, asegura.
El primer planeta lo colocaron a fines de 2021. “Eso fue muy lindo: hicimos una reunión y plantamos como la piedra fundamental donde iba a ir el Sol. Después, la comunidad hizo el ritual de la ‘Challa’, para agradecer a la Pachamama y pedirle permiso por lo que se iba a hacer”, cuenta Carlos.
Hasta ese momento —reconoce— no tenían trazado un plan: “Empezamos midiendo y poniendo cartelitos. Lo que hay es lo que llamamos el ‘Sendero de los planetas’ que va desde Mercurio hasta Marte. Tuvimos momentos de avance y momentos de que se planchó todo porque no había plata, porque no había tiempo o porque se me rompió la camioneta y no podía viajar hasta allá. En estos últimos meses, como queríamos mostrarlo para la 24° Reunión Nacional de Educación en Física, le pegamos una acelerada. Y avanzamos bastante: hace dos meses pusimos la estructura del sol. Pero durante un año y pico lo único que había era una columna de tres metros. Más que el Sol, parecía un obelisco. Ahora que tiene esa estructura curvada, se parece más. Cuando esté terminado, la idea es que sea una esfera metálica de aluminio, que va a reflejar la luz del Sol real”.
—El sol va a ser de aluminio. Y el resto de los planetas, ¿de qué material son?
—Arrancamos haciendo los planetas en cerámica, porque además tenía ese componente “tierra” del lugar. Los hicimos con la ayuda de una ceramista, pero era difícil lograr el tamaño exacto: la cerámica se contrae al cocerse en el horno. Las últimas versiones las hicimos en masilla epoxi, una mezcla que, cuando endurece, queda como piedra. Después apareció una artista de Salta que se ofreció a pintarlos, y la Tierra quedó tan real que parece de verdad. Así que los planetas que tenemos hasta ahora son de epoxi, porque queremos que respeten las medidas exactas. Si la pintura resiste o no la intemperie, lo iremos viendo. Para sostenerlos usamos rayos de bicicleta, y tratamos de colocarlos sobre lo que hay en el lugar: plataformas de piedra, tierra, incluso cardones que usamos como columnas. No es solo un proyecto científico: tiene algo artístico, cultural y artesanal. Es una mezcla de todo eso, pero con espíritu científico.
—Y la Luna, ¿cómo es?
—Es una bolita chiquita, mide menos de un centímetro. La colgamos con una tanza para que pueda girar alrededor de la Tierra, a unos ochenta centímetros. Con eso se pueden explicar cosas muy concretas, como los eclipses: qué son y por qué se producen. Incluso podemos generar eclipses reales, con la sombra de la Luna sobre la Tierra. Es muy didáctico: cuando lo ven, entienden muchas cosas.
—¿Qué buscan generar? ¿Conocimiento, asombro, belleza o una forma de conexión?
—Todo eso (ríe). Es una caminata a los planetas en un lugar que está a más de tres mil metros de altura y con pendiente, así que uno se va cansando. Caminar esas distancias, llegar al planeta, verlo de lejos y después acercarse es una experiencia muy distinta a cualquier imagen o documental. En el profesorado de Física damos mucha importancia al contacto directo con los fenómenos: si vamos a medir temperaturas, vamos con un termómetro. Hay toda una línea de enseñanza que promueve eso y funciona: los chicos se enganchan más cuando experimentan por sí mismos. Caminar hasta Marte —unos quinientos metros en subida— es, en cierto modo, una experiencia con el fenómeno. Pero, sobre todo, es una forma de conexión. Aparece el asombro, se despierta la curiosidad, y eso es más importante que el conocimiento. Cuando llevamos a la gente —niños, adolescentes o adultos—, todos terminan haciéndose preguntas sobre el sistema solar que no se les hubieran ocurrido sentados en sus casas mirando el cielo.
—¿Qué tipo de preguntas surgen?
—Cuando llegan, lo primero que notan es que la Tierra está inclinada, y eso ya les genera inquietud. “¿Por qué la Tierra está inclinada y el resto de los planetas no?”, preguntan. Así descubren que el sistema solar es un proceso dinámico. Hay algo muy mágico cuando los grupos se quedan a pasar la noche en la escuela de Tonco para mirar el cielo. Ahí aparecen preguntas más profundas, más místicas, sobre el destino del universo. Más que información, se llevan nuevos interrogantes. Uno de los objetivos es que vean las distancias entre los planetas, pero también que conecten con el lugar. Ese es el plus que ofrece Tonco: entre cardones y un paisaje casi desértico, los planetas parecen perdidos en la soledad, como ocurre en realidad. Entre el Sol y la Tierra hay apenas dos bolitas —Mercurio y Venus—, y estamos ahí, flotando en medio de la nada. Ver eso también es una experiencia: encontrarse con la Tierra tan lejos, tan chiquita.
—¿Y cuál fue el planeta que más los conmovió a todos?
—La Tierra. Verla y darse cuenta de que todos estamos ahí es lo que más los impacta. Incluso los astronautas que van a una estación espacial vuelven fascinados con la Tierra y traen el mismo mensaje: “Che, la Tierra es fantástica, pero frágil. Es única. ¿Qué hacemos peleándonos y destruyéndola?”. Creo que la astronomía te da un poco de eso. A veces digo que una noche ahí es mucho más efectiva que un año de clases, porque les abre la cabeza.
—Cuando el proyecto esté completo, ¿cuánto habrá que caminar para recorrer todo el sistema solar?
—Por ahora, la caminata va desde la Tierra hasta Marte: son casi quinientos metros, con una subida leve. Después solemos ir hasta el mirador, un cerrito que está al lado y que permite ver la disposición de los planetas desde arriba. Es como si fuera un dron, pero natural. Toda esa vuelta te lleva una hora, tranquilo. Cuando esté Júpiter va a llevar más tiempo. Y el día que quieras ir hasta Saturno y caminar tres kilómetros por la montaña, ya será un trekking de mediana dificultad. Tal vez la opción sea hacerlo a caballo. Vamos a tener que inventar alternativas. Ir hacia un planeta más lejano requiere más esfuerzo, pero también te premia: a medida que subís, el paisaje se vuelve cada vez más lindo. No vas solo a ver el planeta: caminás por un lugar que no verías si no fuera por ese planeta. Los dos últimos, Urano y Neptuno, se verán pasando en vehículo.
—¿Vos hacés de guía en todas las recorridas?
—Sí, casi siempre. Pero no estoy solo: en cada viaje y en cada movida hay grupos de profesores y estudiantes que me acompañan. Si esto sigue creciendo y el paseo empieza a recibir más visitantes, vamos a tener que organizarnos junto con la comunidad. Mi idea es que ellos se involucren cada vez más y que los chicos del secundario puedan ser los futuros guías. Tonco es un paraje pequeño que se está vaciando: los adolescentes terminan la escuela y migran a la ciudad de Salta. Nos encantaría que este proyecto ayude a revertir ese proceso, que los lugareños vean que tienen oportunidades, que hay futuro. Sería un sueño que los jóvenes se conviertan en guías astronómicos y que la comunidad ofrezca servicios turísticos: paseos a caballo, caminatas, comidas, artesanías, planetas en miniatura para los visitantes que recorren el sistema solar. Otra de las ideas es construir un albergue integrado al paisaje, con un pequeño observatorio, para que los contingentes de estudiantes puedan quedarse sin necesidad de usar la escuela. Creemos que puede funcionar. Y ojalá que con el tiempo ya no dependa tanto de mí, aunque estoy muy conectado con todo esto.
—Si tuvieras que resumir el proyecto en una frase, ¿cuál sería?
—Lo defino como un sueño compartido que evoluciona de manera aleatoria y caótica, como el mismo sistema solar cuando se formó. El sistema solar no apareció todo ordenadito. Al principio era un desparramo de planetas que se chocaban entre sí; Júpiter iba y venía, se acercaba al Sol, se alejaba, y dejó un reguero de piedras que hoy conocemos como el cinturón de asteroides.Hay muchas dudas sobre cómo se formó el sistema solar real. Nuestro proceso de avance es así: no hay un plan, vamos avanzando como podemos, de manera caótica y azarosa. Pero sabemos que, a futuro, este sistema solar va a tener vida propia, como el verdadero, que un día generó la suya. Y esa vida somos nosotros.
Fuente: Infobae
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Le amputaron los brazos y las piernas a los dos años y busca derribar los prejuicios sobre sexo y discapacidad
Existe un derecho universal que establece que todas las personas, sin excepción, tienen acceso a la salud sexual y reproductiva, así como a la posibilidad de vivir una vida sexual y afectiva plena y segura. Sin embargo, la discapacidad sigue rodeada de un tabú tan fuerte que, en muchos casos, termina por arrebatarles ese derecho.
Con el objetivo de evitar que sufran o se vean vulnerables, muchas familias inhiben la posibilidad de que sus hijos con discapacidad hablen, sientan y reconozcan sus emociones. Para muchos, esto puede parecer un acto de amor, pero en realidad refleja sobreprotección. No obstante, disfrutar de la sexualidad con información adecuada sigue siendo un derecho.
La sexóloga y psicóloga Laura Enríquez (MN 24.918) señala que esto surge de los estigmas sociales que asexúan a las personas con discapacidad o las infantilizan. Se las trata como si no tuvieran deseo ni derecho a establecer vínculos. “Silenciarlas en nombre del cuidado es, en el fondo, una forma de violencia simbólica”, afirma.
Existen consecuencias negativas ante estos actos de exceso de amor: bloquean la autonomía, instalan culpas (crecen pensando que no deben ejercer su sexualidad), disminuyen la autoestima, generan depresión y ansiedad, y refuerzan los sentimientos de invalidez.
La verdadera inclusión permite que cada persona pueda elegir cómo vivir su vida. La sexualidad es parte de nuestra identidad y bienestar. Debemos tener las mismas posibilidades de poder elegirla. Estas tres historias demuestran que los vínculos siempre tienen la misma base: empatía y comunicación.
“Hay que animarse y estar abierto a conocer gente”
Paloma tuvo meningitis cuando tenía dos años y le amputaron los brazos y las piernas. Nunca le gustaron las prótesis, así que decidió adaptarse a su cuerpo. El primer paso fue aceptarse a sí misma, y luego aprender a comprender cómo la veía el mundo. “Cada vez que salgo a bailar, me están mirando todo el tiempo. Tuve que trabajarlo con el psicólogo y fui aceptando todo con el tiempo”, asegura.
Paloma tiene 25 años y está soltera, con ganas de conocer gente. Probó con una app de citas y aunque tuvo algunos encuentros, no le gustó ni logró conectar profundamente para establecer una relación. Sin embargo, está en el mismo proceso que cualquier chica de su edad: conocer y reconocerse en el otro.
“A veces me pasa que me cierro cuando conozco a una persona y pienso en no ir a la cita, aunque quiera. Pero me obligo a ir y después capaz la paso re bien. Es básicamente animarse y estar abierto a lo que la vida te presenta”.
Paloma vive en Castelar, en la provincia de Buenos Aires, y tiene más de 40 mil seguidores en su cuenta de Instagram (@Palomake_up), desde la que enseña y da tips de maquillaje, demostrando que la buena técnica hace al maestro.
“Viví una segunda adolescencia”
En 2017, Víctor volvía de su trabajo en bicicleta cuando tuvo un accidente de tránsito y quedó parapléjico. “Tengo algunos movimientos, pero los órganos, la sensibilidad y todo lo demás están reducidos y afectados”, cuenta sobre las consecuencias de aquel dramático hecho.
Su vida cambió por completo: de ser una persona independiente pasó a necesitar asistencia 24/7. Siempre estuvo en pareja y, al momento del accidente, llevaba cinco años de relación. Tras este hecho, continuaron juntos cuatro años más, hasta que decidieron separarse.
“Me llevó mucho tiempo volver a exponerme, conocer gente y animarme otra vez. Creo que, en mi caso, al ser una discapacidad adquirida, se vive como una segunda adolescencia, porque uno se descubre a sí mismo. Hay desconfianza o inseguridad con el propio cuerpo, y es exactamente lo que yo viví”, reconoce.
Su cuerpo tiene la sensibilidad afectada, por lo que hay cosas que percibe de manera anestesiada. Por ejemplo, siente más el calor que el frío y, en algunas partes, aún percibe ciertas sensaciones. “Y por si te lo preguntás: sí, funciona. Y si no, existen pastillas que lo hacen”, agrega.
Durante su proceso de autoconocimiento, Víctor se recibió de psicólogo para poder ayudar a otras personas que también lo necesitan. Atiende pacientes con y sin discapacidad de manera online y ocasionalmente presencial.
Además, en su cuenta de Instagram (@lavueltadepity) visibiliza desde su propia experiencia cómo resolver los problemas cotidianos de quienes tienen paraplejia u otras condiciones físicas.
“Me preguntan si mi novio es mi hermano, en vez de asumir que es mi pareja”
Victoria nació con un síndrome poco frecuente denominado Hipoglosia e Hipodactilia, conocido también como síndrome de Hanhart. Se desconocen las causas de por qué le sucedió, ya que no fue detectado durante la gestación: nació sin piernas y sin el brazo izquierdo, por lo que depende de tres prótesis para movilizarse.
Vive en Villa Dolores, Córdoba, una ciudad que no cuenta con calles adaptadas para sillas de ruedas, así que se acostumbró a caminar poco y a realizar distancias cortas para poder manejarse en la vida cotidiana.
Para Victoria es muy común que infantilicen a las personas con discapacidad, por eso en sus redes busca exponer su sensualidad y derribar esa imagen: “Cuando subo videos posando o bailando, me llegan comentarios violentos, porque es muy normal que nos vean como asexuados”.
Conoció a su novio en un bar. En realidad, él la vio primero y luego la contactó por redes sociales. Desde entonces no se separaron y llevan un año y medio juntos. “La mayor dificultad que afrontamos fue lo práctico: por ejemplo, que los lugares de las citas quedan muy lejos y yo me canso al caminar”.
Otra de las cosas que debe enfrentar es la mirada de los otros: por ejemplo, en la calle, la gente invalida su capacidad de sentir y vivir la sexualidad. “Me preguntan si mi novio es mi hermano, en vez de asumir que es mi pareja”, explica la joven.
Victoria no para: estudia el traductorado de inglés de manera online y busca activamente trabajo. En sus redes sociales, tiene más de 230 mil seguidores y utiliza ese espacio para visibilizar la discapacidad y plantear temáticas que generan debates.
Fuente: TN
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Citas rápidas en siete minutos: la nueva tendencia para conocer gente sin apps y en tiempo récord
“Toda la gente que está acá, está teniendo citas”, afirmó Hillary Roman, la organizadora detrás de las populares noches de citas rápidas que conquistan a cientos de jóvenes y adultos en la ciudad de Buenos Aires. “Son noches para conocer gente nueva. Tienen conversaciones durante alrededor de siete minutos para que la dinámica no se vuelva agotadora, porque suelen ser 11 hombres y 11 mujeres”, explicó.
El formato es dinámico y descontracturado. “Vienen con la idea de ‘matchear’, aunque también se arman muchos grupos de amigos, pero la idea principal es formar un vínculo romántico. Queremos que realmente se genere una conexión”, remarcó Hillary.
El evento está cuidadosamente planificado. En cada una de las mesas hay una cajita con preguntas que los ayudan a romper el hielo durante esos siete minutos. Y aunque el tiempo es poco tiempo para conocer a alguien, el ambiente está diseñado para que el proceso resulte fluido, amigable y divertido.
Cómo funcionan las noches de citas rápidas
La dinámica de las Tinder Nights está pensada hasta en el último detalle para que quienes asisten vivan una experiencia única, lejos de la monotonía de las pantallas y con la adrenalina de conocer a varias personas cara a cara en una sola velada.
El cronómetro marca el ritmo y obliga a los participantes a concentrarse en el aquí y ahora, permitiendo que cada charla sea lo suficientemente breve como para mantener el interés y que surja la chispa de la curiosidad. La mecánica estimula tanto la conversación como la interacción grupal.
“Luego de los siete minutos, cambias de mesa. Inicias una conversación con otra persona y al final de todas las rondas, hacemos algo en grupo para que todos puedan interactuar y se genere también alguna amistad”, explicó la organizadora. De esta manera, cada participante tendrá su oportunidad de conocer a las demás personas presentes.
“Durante el evento también tenes una bebida incluida en tu entrada. Siempre lo hacemos en distintos bares, que tienen propuestas gastronómicas diferentes”, resaltó.
El proceso del match y qué ocurre después del evento
Al finalizar las rondas, los participantes no saben de inmediato si han causado una buena impresión. Todo queda registrado en un discreto formulario. “Le damos a cada participante una hoja donde colocan el nombre de cada persona que van conociendo y si quieren que les pasemos su teléfono”, detalló la organizadora.
Este método asegura privacidad y evita momentos incómodos. “Nosotros revisamos todas esas hojas al día siguiente y cuando hay un match los ponemos en contacto para que arreglen una segunda cita”, indicó. Así, el proceso de matcheo no pasa por una aplicación digital, sino por la intervención personal de Hillary y su equipo.
Diversidad de edades y perfil de los asistentes
Lejos de limitar su propuesta a la juventud, las noches de citas rápidas se han abierto a diferentes generaciones, respondiendo a una necesidad creciente de socializar fuera de las plataformas digitales. “Hacemos estos eventos para todas las edades, para personas de 20 a 30, de 30 a 40, de 40 a 50 y hemos hecho de 55 a 70 porque lo pedían un montón”, remarcó.
Pero este fenómeno no solo se limita a aquellas personas que buscan el amor dentro de un rango etario determinado. El evento también permite “que entre todos puedan interactuar y se genere un grupo de amistad”, enriqueciendo la experiencia más allá de las expectativas románticas.
El precio y los beneficios de asistir
Además del aspecto social y emocional, Hillary destaca una ventaja que llama la atención entre quienes buscan alternativas para conocer nuevas personas: el costo y los beneficios incluidos. “Es más barato venir acá que tener una cita con una salida convencional. Comprás una entrada por 20 mil o 25 mil pesos, tenés tu trago incluido y vas teniendo 11 citas”, detalló.
Cada una de estas pequeñas citas está acompañada de opciones gastronómicas diversas, para que todos puedan disfrutar, independientemente de preferencias alimenticias o restricciones dietéticas. Y aunque nada impide que alguien decida invitar a otra persona durante la noche, la premisa es que el evento sea inclusivo y económico. “En la entrada está incluido un trago. Si alguien quiere también puede invitarle un trago a otra persona”, señaló la organizadora.
Por qué elegir citas rápidas en vez de apps o tecnología
En un contexto donde la virtualidad domina los vínculos románticos y las relaciones humanas, las citas rápidas ofrecen una alternativa auténtica y humana. “La virtualidad ha cambiado toda la forma en la que nos relacionamos. Yo hice esto porque a mí la pantalla me tenía agotada. Estaba todo el tiempo en mi casa y no conocía a nadie”, contó Hillary. Su experiencia fue una motivación para organizar las noches de citas rápidas y resume el sentir de muchos de los asistentes.
La saturación con las aplicaciones de citas es una realidad cada vez más extendida, especialmente entre quienes buscan una conexión genuina. “Las noches de citas rápidas se están llenando, porque la gente la única opción que ve es usar una aplicación. Hay un agotamiento en general de la virtualidad”, advirtió.
Es que si bien las apps han abierto posibilidades, para muchos se han vuelto un espacio sin magia ni verdadero contacto. La experiencia presencial rescata la espontaneidad, la energía de la conversación cara a cara y el lenguaje corporal como aliados fundamentales del cortejo.
Los siete minutos por turno son suficientes, a su entender, para “darse una idea de cómo es la otra persona". “Es una charla algo superficial, pero podés ver si hay intereses en común”, indicó Hillary.
¿Realmente se forman parejas?
La pregunta es inevitable: ¿estas citas rápidas realmente funcionan para crear vínculos duraderos? “Sí, se han formado parejas”, respondió Hillary, recordando casos que le compartieron los propios participantes.
La organizadora aclara que, si bien puede que no todos los encuentros deriven en una relación formal, los efectos positivos son evidentes. “Se han formado varias parejas y hay gente que continúa saliendo desde hace meses”, expresó.
Ya sea a través de una relación amorosa o de nuevos vínculos de amistad, las noches de citas rápidas demuestran, en cada edición, que las conexiones auténticas son posibles, combinando el azar, la apertura y la calidez en un ambiente creado especialmente para ello.
Fuente: Infobae