Nacionales
Crecen las familias que deciden tener solo un hijo: qué hay detrás de la caída de la natalidad en la Argentina

En las últimas décadas, la idea de una familia numerosa se fue extinguiendo, ya que en la Argentina -y en el mundo- se está viviendo una transformación silenciosa pero poderosa: menos hijos, más distancia entre cada embarazo y más personas que deciden no atravesar más de una crianza a la vez.
¿Qué cambió entre aquella generación que crecía entre hermanos, mesas extensas y ropa heredada, y la actual que duda incluso de repetir la experiencia de maternar? ¿Es una elección o una renuncia?
Con datos, la voz de una especialista y testimonios, TN buscó respuestas no solo para saber qué pasa con ese segundo hijo que no llega, sino para averiguar qué dice eso sobre los cambios de nuestra sociedad en aspectos económicos, emocionales y personales.
La caída de la natalidad
Cada vez más, crece la cantidad de personas que deciden no tener hijos o tener solo uno tanto en el mundo como en la Argentina. Esto es un fenómeno que empezó a verse a partir de 2014, cuando se produjo una caída llamativa en la natalidad, la cual solo se profundizó en los años siguientes. Entre ese punto y el último informe disponible, que fue en 2022, se detectó una baja de casi el 40%.
“Se observa que la cantidad de nacimientos pasó de 777.012 en 2014 a 495.295 en 2022, significando esto una caída del 36%”, indica el informe “Natalidad y demanda educativa”, realizado por el Observatorio de Argentinos por la Educación.
En este escenario, los datos reflejan que el mayor descenso se vio en provincias como Tierra del Fuego con -49%, en Jujuy con -44% y en la ciudad de Buenos Aires también con -44%. En cambio, las menores caídas se dieron en Chaco (-21%), Santa Fe (-28%) y Misiones (-29%).
Por otra parte, si se analiza la cantidad de nacimientos según la edad de la madre y se comparan los datos de 2014 con los de 2022, se observa que la disminución fue más fuerte en los grupos más jóvenes.
• En madres menores de 15 años, los nacimientos bajaron un 64%: de 3.007 a 1.087.
• En el grupo de 15 a 19 años, la caída fue del 62%: de 113.945 a 43.210.
• En el grupo de 20 a 24 años, bajaron un 44%: de 192.415 a 107.449.
A su vez, a medida que aumenta la edad, la diferencia entre ambos años es menor: en mujeres de 25 a 29 años, la baja fue del 30%; en las de 30 a 34 años, del 28%; en las de 35 a 39, del 22%; y por último, en las mayores de 40 años, del 5%.
De esta manera, el estudio realizado por el Observatorio de Argentinos por la Educación demostró que hubo un cambio en la distribución de los nacidos por edad de la madre y una postergación de la maternidad, ya que hay una mayor proporción de mujeres que tienen hijos en una edad más avanzada.
En el caso de CABA, un informe reciente del Gobierno de la Ciudad indicó que se redujeron a casi la mitad los nacimientos en los últimos ocho años.
“Según los datos del Registro Civil porteño, las actas de nacimiento se redujeron de 76.298 en 2016 a 43.075 en 2023, lo que representa una caída en la natalidad del 43,54%”, se lee en el documento.
Sin embargo, si se tienen en cuenta los datos del primer trimestre de 2024 -en donde se registraron 20.214 nacimientos- el descenso se amplió al 48,03%, es decir unos 18.885 menos que en el mismo semestre de 2016.
Andrea tiene 45 años, es abogada y decidió no tener hijos. “Nunca me vi en un proyecto de vida de una familia tipo. De todas maneras, hoy estoy convencida de que una materna a distintas personas, e incluso mascotas, sin la necesidad del vínculo madre-hijo”, argumentó.
Además de priorizar su independencia y el desarrollo de su carrera profesional, ella contó que optó por esa elección debido a su historia personal. “Si bien mi mamá estaba presente, yo ayudaba con las tareas de cuidado de mis hermanas. Desde muy chica tuve que ejercer esa parte de la maternidad que me hizo replantear un montón de cosas”, relató.
Con los años, Andrea también se involucró en la crianza de sus sobrinos: “La función materna, entendida como el cuidado de otro, se ejerce por fuera también. Con ellos no solo me siento a hacer las tareas del colegio, sino también en la enseñanza de los buenos tratos y educación”.
A su vez, también remarcó el hecho de que las madres no solo salen a trabajar para que “la economía del hogar alcance y ver cómo consiguen una niñera”, sino que también continúa el estereotipo de que la mujer es la encargada exclusiva de las tareas del hogar. “En mi caso, no me interesa tener estas cuestiones en mi vida cotidiana y no me arrepiento de no tener hijos”, concluyó.
El costo de la crianza
Una de las preocupaciones actuales que más se repite a la hora de pensar en tener un hijo es el costo económico que eso conlleva. Es por este motivo que Agustina, de 34 años, decidió no tener un hermano para Lautaro, de 7. “Hoy por hoy, la realidad es que no quiero tener más por cuestiones económicas. Creo que es fundamental porque es una gran responsabilidad. Eso de que un niño viene con un ‘pan abajo del brazo’ no es así”, contó en diálogo con TN.
A su vez, Agustina argumenta que en la actualidad hay un espacio más habilitado para planificar la maternidad. “Creo que hoy es más pensado. Antes había mucho de tradición y de desinformación. Ahora las mujeres podemos charlar y decir con libertad lo que queremos. Tenemos esa voz que antes no teníamos”.
En el último informe de la canasta de crianza del INDEC, se detallaron los costos de consumos y cuidados de infantes, niñas, niños y adolescentes en marzo de 2025. De esta manera, se realizó una comparación con los datos de enero de 2020 y se comprobó que los números se dispararon en todos los rangos etarios.
En promedio, el costo de criar a un chico se multiplicó por más de 20 en cinco años, un salto que puede ayudar a explicar por qué muchas familias deciden no tener un segundo hijo e incluso a los que ni siquiera consideran tener uno.
En esta línea, el documento indica que la canasta de crianza para bebés de menos de un año en marzo de 2025 es de $409.414, mientras que para los nenes de entre 1 y 3 años es de $482.060. En el caso de los chicos de entre 4 y 5 años, el costo baja a $399.928; y en los que están entre los 6 y 12 años es de $388.010.
La soledad, la abrumación y las dificultades de la crianza
La decisión de tener un solo hijo no responde únicamente a factores económicos. También intervienen aspectos emocionales, sociales y vinculares que atraviesan profundamente a madres y padres en la actualidad. La psicóloga y socióloga Claudia Messing, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar (SAFT), explicó cómo la sobrecarga emocional, la soledad en la crianza y un nuevo tipo de vínculo entre adultos e hijos influyen en esta tendencia creciente al hijo único.
Messing sostiene que también está “la necesidad de sostener y desarrollar carreras profesionales y proyectos personales como los de viajar, las dificultades de consolidar una pareja con la cual armar una familia y la altísima presión y autoexigencia con que viven las personas en estas épocas”.
En el caso de las madres primerizas, la especialista señala que muchas experimentan vivencias de soledad y abrumación por la intensa demanda que implica la crianza, especialmente en los primeros momentos.
“Tengo varias razones que me llevan a pensar que no quiero volver a ser mamá, pero principalmente porque el papá de mi hijo no se hace cargo económica ni afectivamente”, relató Lorena, de 33 años. Si bien destacó que cuenta con la ayuda de sus padres, también indicó que es difícil encontrar una pareja que sea capaz de conformar una familia de manera responsable. “Tener un hijo implica mucha responsabilidad y la mayoría de las mujeres que conozco, ya sean amigas o clientas, están en la misma: los padres no se hacen cargo”, concluyó.
Paula, de 34 años, contó que tener un segundo hijo o hija aún no es una decisión que está decidida al 100%. Sin embargo, mencionó que existen dos cuestiones que impiden que esa idea se haga realidad por el momento. Por un lado, señaló las dificultades del contexto económico actual, pero también destacó la demanda de la crianza.
“Hay mucho factores: los tiempos que manejamos los adultos, el trabajo, las licencias de paternidad que son muy cortas. Es una cadena de cosas que nos llevan a trabajar y, al mismo tiempo, a estar solas”, afirmó.
Asimismo, también habló sobre la soledad que se transita durante el proceso: “Tener un bebé recién nacido y estar sola es muy fuerte para la cabeza. Y sé que soy una privilegiada porque tuve muchas cosas que otras personas no tienen, como una licencia por maternidad o una pareja que cría conmigo a la par. Pero aún así, me resultó muy difícil”.
En este sentido, Paula remarcó que también se suman las complicaciones para tener una vida paralela a la maternidad. “Aunque tratemos de hacerlo lo mejor posible, inevitablemente cometemos errores. Todo eso se suma: las culpas, los cuestionamientos y todo lo que aparece a medida que vamos criando”.
Uno de los conceptos fundamentales que plantea Claudia Messing para entender las dificultades actuales en la crianza es el de simetría inconsciente. Se trata de una nueva forma de vínculo entre adultos y chicos, que se caracteriza por la ausencia de distancia simbólica entre ambos. En este modelo, los hijos ya no se posicionan por debajo de los padres en una estructura jerárquica tradicional, sino que se perciben como sus iguales, como si se estuvieran mirando “frente a un espejo”.
“Las personas desde que nacen hoy copian masivamente a sus padres porque se acabó el miedo y la distancia en la crianza”, explicó Messing. Esta imitación no es solo conductual, sino emocional: genera lo que ella llama paridad psíquica, una sensación de igualdad que impide a los niños internalizar a los adultos como figuras protectoras. En consecuencia, “aún en el mejor de los vínculos se sienten solos por dentro y con un gran monto de autoexigencia interior por este mismo mandato de poder solos”.
Esta carencia de apoyo interno no desaparece al llegar a la adultez. Por el contrario, se reactiva en el momento de la crianza, especialmente en madres y padres primerizos.
Además, los chicos actuales, criados también en este vínculo simétrico, crecen esperando que sus padres reflejen y confirmen todos sus deseos. Cuando eso no ocurre, la frustración se vuelve intolerable y se expresa en berrinches o espasmos del sollozo de una intensidad tal que, como advierte Messing, incluso fueron considerados cuadros clínicos por el último manual de psiquiatría.
Sobre esto, Romina, de 36 años, contó que su hija Olivia, de 6, “es una nena muy sensible y con una personalidad muy fuerte desde chiquita”. Esto le produjo complicaciones a la hora de establecer ciertos límites: “A veces me pide algo y si le digo que no, se quiebra de una manera que me hace sentir culpable. Y aunque sé que no es su intención manipularme, lo que me genera es tan fuerte que termino cediendo y o me siento la peor madre del mundo”.
Por otra parte, subrayó que si bien cuenta con ayuda de su pareja, sus padres y sus amigos, muchas veces siente la sensación de que “puede sola”. “Me crié muy a la par de mi mamá, siempre sintiendo que tenía que ser fuerte y que no podía molestar. Y ahora veo que eso me pesa un montón en la maternidad porque quiero ser firme con mi hija, contenerla, guiarla, pero muchas veces me siento más niña que adulta frente a ella”, explicó.
Hoy en día, la decisión de tener un hijo -o más- está profundamente atravesada por el contexto. El mandato de la maternidad cede lugar, lentamente, a una maternidad deseada, pensada e incluso cuestionada. La caída de la natalidad no es un solo una cifra, sino el reflejo de una generación que cría en soledad, con culpas y con miedo, pero también con elección y límites.
En esa tensión entre querer, poder y deber, se escribe una nueva historia familiar, con menos integrantes, pero quizás con vínculos más conscientes. Y aunque los números sigan bajando, la pregunta que queda abierta es si, en esta nueva manera de criar, también estamos creando otras formas de ser y estar en el mundo.
Fuente: TN

Nacionales
Inventó la “hamburtilla” y revolucionó su barrio: “Quiero vivir en Puerto Madero y tener un Mercedes Benz”

Gonzalo “Bebu” Céspedes tiene solo 22 años, suficientes para encender una chispa culinaria que por estos días es furor en el barrio porteño de Villa Lugano.
La “hamburtilla”, su ingenioso invento que fusiona la clásica tortilla de harina con una hamburguesa en el medio, se convirtió en un auténtico fenómeno que no solo captura paladares sino que le permite soñar en grande. “Ojalá pueda estar viviendo en un departamento en Puerto Madero, tener un Mercedes Benz y estar bien económicamente para ayudar a toda mi familia”, dijo a TN.
En su puesto callejero, ubicado en Avenida Castañares y Basualdo, su padre se encarga de ayudarlo con la brasa y los vecinos custodian el atractivo del momento, el cual nació por la necesidad de abandonar las changas y comenzar a construir algo propio.
La idea de la hamburtilla (la tortilla solo lleva harina, grasa, sal y agua) surgió de forma espontánea. “Estábamos con los pibes, teníamos hambre y solo tortillas. Compramos unas hamburguesas congeladas y funcionó. Surgió de la nada y por el solo hecho de tener hambre”, explicó Gonzalo.
“Me despierto todos los días a las 5.30. Me levanto, tomo algo rápido y me vengo para acá tipo 6 menos diez. Preparo todo, hago las tortillas una hora antes de que la gente aparezca”, detalló.
Su puesto lo tiene operativo de lunes a viernes desde las 6 hasta las 10. Después, un breve descanso y de nuevo a la parrilla. “A las 11:30 empiezo a hacer el fuego para el mediodía, para las hamburguesas y me quedo de 12 a 14″, indicó.
El brasero, la parrilla y la mesa en donde estira la masa quedan atados a la vuelta del lugar. Gonzalo llega temprano en su auto, mueve las cosas y comienza a estirar los bollos.
El joven precisó que la preparación de las tortillas es un trabajo arduo y solitario, aunque cuenta con valiosa ayuda. “A las 19 empiezo a amasar. Me lleva cuatro horas, termino a las 22 ó 23”. En total, amasa 50 kilos de harina por día. “A veces lo meto a mi primo ahí. Si estoy cansado, le digo que venga”, contó.
Sin embargo, la presencia fundamental es la de su padre: “Mi viejo está siempre acá. Todos los días me viene a hacer el aguante. Mi sobrino y mi mamá también”.
La “hamburtilla” tiene diferentes versiones, todas en función del hambre que tenga quien la compre. Para una persona ofrece la versión individual con una hamburguesa a $5000, y la doble a $7000. Pero la estrella es la “XXL”, pensada para compartir: “Lleva seis hamburguesas para cuatro o tres personas, depende de cada uno. Esa está $15.000”, dijo Gonzalo.
“La verdad es que pegó como nunca me imaginé. La gente me saluda, me felicita. Todos los que me cruzo me dicen palabras lindas”, sostuvo el joven con orgullo. También reveló que vende más de 100 tortillas por día, sin contar las 20 ó 30 hamburtillas que le piden cada mediodía.
“Lo más duro es levantarse cuando hace frío y te querés quedar acostado en tu casa. Levantarme temprano es lo más difícil para mí. Hasta hoy, hace un mes y medio que arranqué, no falté ni un día”, confesó.
Sus proyectos a futuro son ambiciosos y claros. Quiere expandir su menú y también alquilar un local en el barrio para trabajar más cómodo y darle trabajo a sus amigos: “Me gustaría agregarle cheddar, queso, lechuga, tomate, todo lo que se pueda poner a una hamburguesa común”.
Gonzalo continuó: “Tengo muchos, muchos planes para el futuro. Primero tengo ganas de abrir el local, expandirme por Buenos Aires principalmente, si se puede algún día por las provincias también, porque mucha gente quiere que vaya a las provincias. Y también tengo ganas de ir a Mar del Plata en el verano”.
Además, su visión de crecimiento incluye un profundo deseo de ayudar a la gente que quiere y confió en él. “Tengo ganas de traer a mis amigos y a mi primo también. A todos los que no tengan laburo les quiero dar una mano. Estaría bueno ayudar a la gente que no tiene laburo”.
Sin embargo, el motor principal de “Bebu” son sus sueños personales, que comparte con la emoción de quien sabe que los va a alcanzar. “Lo voy a lograr, sé que sí, siempre lo pienso y lo digo, lo manifiesto todos los días. Yo sé que algún día eso va a llegar”, completó.
Fuente: TN
Nacionales
Neurociencia en las empresas: la clave para mejorar la productividad, la motivación y el bienestar

Las empresas hoy están enfocadas en que sus colaboradores mejoren su productividad. A su vez, las personas, quieren ganar empleabilidad para poder acceder a posiciones más desafiantes y con salarios más prometedores. Entonces, para darles respuestas a ambas partes están las neurociencias.
Es que, según un estudio de la Universidad de Stanford, las empresas que aplican estrategias basadas en neurociencia lograron incrementar hasta un 30% su productividad, gracias al impacto positivo del reconocimiento frecuente y el fortalecimiento del bienestar emocional de las personas.
Además, investigaciones complementarias indican que entornos laborales que priorizan el bienestar reducen en un 25% los niveles de rotación y ausentismo, y aumentan en un 21% su rentabilidad.
Y es que las empresas están comprendiendo que las personas son las que hacen la diferencia, por eso han puesto a los trabajadores en el centro y presentan programas para que estos puedan desarrollar su máximo potencial.
Entonces, desde los departamentos de Recursos Humanos el foco está en acompañar a los colaboradores, en ayudarlos a tomar las mejores decisiones, en conocerlos profundamente para darles las herramientas adecuadas para cada uno.
“Nosotros las aplicamos, por ejemplo, en un vector muy importante de la empresa, que es la motivación, trabajando para generar compromiso de largo plazo, a través de nuestra propuesta de valor: somos un equipo altamente profesional que integra propósitos individuales; procuramos facilitar y respetar el desarrollo individual, acorde a lo que cada miembro aspira y anhela para su carrera; proponer desafíos de crecimiento y aprendizaje continuo, sumarnos a proyectos innovadores, constante trabajo en equipo”, detalla María Florencia Insúa, gerente de Proyectos y Consultoría de TR Consultores.
¿Qué dicen las neurociencias en estos aspectos? “Sabemos que la motivación intrínseca es de mayor alcance que la motivación extrínseca –la basada exclusivamente en la oferta económica y de beneficios–. Fomentar la creatividad, el trabajo en equipo, la socialización, la red profesional amplia, las nuevas ideas y el desarrollo, generan esta motivación extrínseca y por ende, el compromiso del equipo a largo plazo”, responde Insúa.
“En paralelo, en Aprendizaje y Creatividad elegimos continuar capacitándonos, a pesar de ser un equipo profesional formado y de alto nivel de seniority: estar atentas a tendencias, nuevos temas, interactuar con la tecnología, la IA; colaborar con redes profesionales diversas nos ayuda a mantener activa la inquietud, valorar positivamente el cambio y mantener la plasticidad en el cerebro; hoy sabemos que el cambio es la constante, y que estamos en un modelo de trabajo que requiere tener entrenada la competencia de aprendizaje continuo”, suma Insúa.
Desde la bienvenida
La neurociencia, se sabe, busca comprender cómo el cerebro y el sistema nervioso controlan el pensamiento, las emociones, los movimientos y el comportamiento de las personas. “Toda herramienta que nos facilite entender a nuestros talentos, que nos acompañen en la gestión de sus desafíos y conductas, tienen un valor incalculable para el management”, dicen desde Nearsure.
Es que esta empresa hace ya un tiempo que está en el camino de conocer mejor a sus colaboradores. ¿Cómo lo hace? A partir de pruebas de Eneagramas. “Se trata de una evaluación psicológica sencilla que normalmente consta de una serie de preguntas y pide a las personas que expliquen cómo se perciben a sí mismas. Al finalizar una prueba, los candidatos o talentos descubren su tipo que, dividido en nueve categorías, abarcan sus motivaciones principales, fortalezas, debilidades, ambiciones y miedos”, cuentan desde la organización.
Y agregan: “Desde Nearsure, queremos conocer a nuestros colaboradores de una forma holística: sus habilidades o personalidad, como también sus voces y opiniones, porque creemos que nos ayudan a impulsar y desarrollar a la compañía. En el primer marco de conocerlos a ellos, esta iniciativa busca entender con qué tipo de personalidades nos encontramos en la organización, para pensar dinámicas específicas para ellos y para crear equipos de desarrollo de alto impacto en las soluciones que brindamos a los clientes”.
Líderes con autoconocimiento
Los líderes ganan cada día más protagonismo en el mundo empresarial. De ellos depende el bienestar de los equipos, el poder dar feedback constructivo, pero también que estén atentos a lo que sus talentos les expresan, para poder dar respuestas que apunten a mejorar el clima laboral.
Tal como lo asegura ManpowerGroup en su informe Argentina 2035: el futuro del trabajo comienza a definirse hoy, hay “un cambio significativo en las expectativas hacia el liderazgo empresarial: las personas demandan líderes accesibles que actúen como mentores, en lugar de figuras jerárquicas rígidas”.
Entonces, es necesario formar a esos líderes, sobre todo aquellos que fueron formados haciendo foco en lo técnico y no tanto en las habilidades humanas (comunicación, trabajo en equipo, empatía, resiliencia, escucha activa y más).
“En un mercado donde el cambio es la única constante, el conocimiento del cerebro humano se vuelve una ventaja competitiva. Porque liderar personas es, en el fondo, liderar mentes. Entonces, el neuromanagement es el puente que conecta la ciencia con la estrategia empresarial”, dice Florencia Godoy, Principal & Leadership Head de Glue Executive Search.
Por eso, muchas empresas encaran con las neurociencias el proceso de potenciar a los talentos que componen sus equipos y a sus líderes. “Se suelen implementar principalmente entre los profesionales que lideran diferentes áreas y equipos de las organizaciones. Esto hace sentido, ya que son la cabeza de grupo y quienes después replican estas habilidades adquiridas entre los integrantes que componen sus equipos”, dice Godoy.
Una cosa a la vez
La neurociencia sirvió para dar por tierra con un mito: que las personas multitasking son más productivas. Según el Dr. Matías Alet, neurólogo especializado en neurología vascular de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP), el cerebro no está diseñado para el multitasking.
“En realidad, no realizamos múltiples tareas simultáneamente, sino que cambiamos de una a otra a gran velocidad, un proceso conocido como switching, que tiene un alto costo cognitivo. Ese esfuerzo extra se llama ‘coste de cambio de tarea’ y es uno de los grandes enemigos de la concentración”, dice Alet.
Los resultados de querer estar en más de una tarea al mismo tiempo se ven rápidamente: las personas empiezan a tener síntomas de ansiedad, algunas pueden tener sentimientos depresivos y el estrés incluso puede afectar a la salud física.
En este sentido, Alet asegura que ve esto a diario en las consultas que atiende: “hay jóvenes que acuden preocupados por problemas de atención, fatiga mental y olvidos. Sin embargo, en muchos casos, no hay una patología subyacente, sino un estilo de vida marcado por el exceso de estímulos y la falta de pausas”, advierte el neurólogo.
En todos los casos, las neurociencias se volvieron esenciales para conocer a los talentos, y para que cada uno pueda aprender sobre sus habilidades, para así lograr su mejor versión.
Fuente: TN
Nacionales
Santa Fe: creó un detergente en la escuela, lo vendía en bici y se convirtió en un referente del agro

Cuando Rubén Wörh estaba en el colegio, en la década del 90, formuló un detergente como parte de un trabajo práctico para una materia. En ese momento, no solo no imaginó cuán decisivo sería ese conocimiento para su familia, sino también para Esperanza, la localidad de Santa Fe que se convirtió en uno de los puntos neurálgicos de la industria química sostenible para el agro argentino.
Junto a Ana, su mujer, superaron muchos obstáculos. Cuando el país sufrió la crisis del 2001, bajar los brazos nunca fue una opción para ellos. En el patio de su casa llenaban envases con el producto de limpieza, y Rubén luego lo vendía en bicicleta, en un “puerta a puerta” a los vecinos.
“En el campo siempre salís para adelante de alguna manera”
A partir de ese entonces, no pararon de crecer. La formación académica, la apuesta en el campo argentino y el trabajo en familia fueron los surcos donde sembraron una semilla que, en la actualidad, se materializó en “4 mil metros cuadrados distribuidos en 4 plantas industriales”, donde funcionan “tres laboratorios tecnológicos”.
“A mi papá lo ayudé desde muy chico a envasar y de un momento a otro la empresa crece”, le contó Gastón, el hijo de Rubén a TN Campo.
El joven de 22 años estudia marketing, y trabaja en el área comercial de la empresa de su familia. “Acompañarlo a él para mí es un orgullo. Es una persona siempre activa, que está siempre innovando, con algo distinto para hacer. Me da mucha alegría poder acompañarlo y ser parte de esa emoción”, aseguró.
A pesar de destacar que no es ingeniero agrónomo, Gastón ve en el sector agropecuario un espacio donde su generación puede apostar al crecimiento personal y profesional: “En el campo no me metí hace mucho. Es un ambiente tan lindo y tan cambiante que siempre salís para adelante de alguna manera”.
“El productor agradece de una manera muy especial”
Con Expoagro como escenario del diálogo, el hijo de Rubén analizó que “este país es agroexportador, y el argentino siempre le encuentra la vuelta. Todos los días apuesto y me preparo un poquito más para lo que se va a venir”.
“No solamente vale la pena. En este caso, cuando acompañas al productor y le mostrás nuevas tecnologías que se formulan dentro de un laboratorio, ves a campo el resultado, el productor te lo agradece de una manera muy especial que a nosotros nos hace sentir reconfortados”, reflexionó.
Fuente: TN