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Confirman primer caso importado de fiebre amarilla en Argentina 

Lo comunicó el Ministerio de Salud de la Nación a través de su Boletín de Vigilancia Epidemiológica.

Las autoridades nacionales de Salud informaron hoy que se registró en el país el primer caso de fiebre amarilla. Se trata de un hombre de 28 años que regresó de Brasil y, luego de recibir atención en un centro privado porteño, se encuentra en buen estado de salud.
"Se notificó el primer caso de fiebre amarilla importado en la Argentina (con antecedente de viaje a Brasil)", comunicó el Ministerio de Salud de la Nación a través de su Boletín de Vigilancia Epidemiológica.
El paciente había visitado Ilha Grande, una isla del estado brasileño de Río de Janeiro, que integra la lista de áreas para la que rige la recomendación de vacunación, cuenta LN.
Por su parte, el Ministerio de Salud porteño informó que el sábado pasado "se registró un caso positivo de fiebre amarilla importado en un residente de la ciudad de Buenos Aires. Tras las pruebas de laboratorio positivas, el paciente está en observación y evoluciona favorablemente".
Se indicó, además, que el paciente no estaba vacunado. Había viajado a Brasil en la primera quincena de este mes.
Fuente: Diario Veloz

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Congreso "Soy Avivamiento" Desbordó Portal del Cielo: Miles de Historias de transformación

Durante tres días, Portal del Cielo fue epicentro de un poderoso congreso que movilizó corazones y vidas.

“Fue algo que nos cambió para siempre”, compartió uno de los miles de jóvenes que asistieron al Congreso “Soy Avivamiento” en la iglesia Portal del Cielo. Durante tres días intensos, adolescentes y jóvenes de todo el país y de más de seis naciones vivieron una experiencia espiritual profunda y transformadora.

El evento fue encabezado por los pastores Cristian y Maca Ledesma, junto al Apóstol Jorge y la Profeta Alicia Ledesma y contó con invitados internacionales como Miguel y Mariana Bogaert (República Dominicana), el profeta Chris Beleke (Estados Unidos) y el apóstol Pedro Medina (Brasil), quienes ofrecieron conferencias y prédicas de alto impacto.

Además, se vivieron momentos únicos como el lanzamiento de nuevas colecciones de su marca de ropas, un nuevo álbum musical, y el estreno del libro “Desde Cero” del pastor Cristian Ledesma. Sin duda, “Soy Avivamiento” fue una experiencia inolvidable que dejó huella en cada corazón."

Una vez más, la Iglesia Portal del Cielo fue sede de un evento que no solo reúne multitudes, sino que deja una marca profunda en quienes lo viven.

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Actualidad

Fue profesor de biología y una llamada le cambió la vida: hoy es el peluquero canino que eligen los famosos

Jonatan Ardengui tiene 36 años y desde los 11 que sabía a qué quería dedicarse cuando fuera grande: ser peluquero canino. Esa pasión la tuvo desde muy chiquito por ver la habilidad con la que su papá y su abuelo criaban perros para exposición. Sin embargo, jamás creyó que podía vivir de esta profesión y ser el elegido de los famosos.

Su acercamiento al mundo del espectáculo se dio gracias a Carmen Barbieri y luego tuvo como clientes a diversas figuras: Flor de la V, la familia Montaner, Jesica Cirio, Arturo Puig y Selva Alemán, Elina y Eduardo Costantini, entre otros.

“De chico lo único que quería era hacer peluquería canina. Pero nunca me hubiera imaginado estar inmerso en la farándula, ser reconocido por mi trabajo, y llegar hasta donde llegué hoy”, dijo Jonatan minutos después de recibir a TN Show en la casa de nada más y nada menos que Flavio Mendoza, a quien le atiende a su perrito Aaron de raza samoyedo desde que era cachorro.

Desde la intimidad del hogar, contó que su dinámica suele ser ir a los domicilios de sus clientes y realizar los cortes de acuerdo a las razas de las mascotas. En este caso, el productor teatral tiene un Samoyedo y el peluquero lo visita todas las semanas para mantenerle el volumen del pelo, cuidar las patitas y hacer cortes higiénicos.

Lo que más destaca Jonatan de su trabajo es tanto la confianza que le tienen los dueños como el cariño recíproco entre él y el can. “Cuando llego a las casas los perros me reciben con tanto amor, tanta alegría. La peluquería canina no es algo tedioso, la clave es generar un vínculo para que ellos disfruten y lo interpreten como un juego, con mimos y diversión”, explicó él que además es juez de exposiciones y embajador de una marca de higiene y dermatología.

El llamado de Carmen Barbieri que lo cambió todo

“Mi papá y mi abuelo criaban perros de exposición”, contó Jonatan sobre la infancia que vivió y que marcó de por vida su amor por los perros. “Cuando tenía 11 años tuve mi primera presentación en una exposición y desde ahí supe que lo único que quería era hacer peluquería canina”, indicó al recordar esa época.

Sin embargo, en su adultez se recibió de la universidad y trabajó hasta sus 26 años como profesor de biología. “Dar clases en escuelas tiene lo lindo de la espontaneidad de los alumnos, de lo que aprendés de ellos. Pero yo realmente sentía que la peluquería canina era mi vocación, porque es mucho más inspirador para mí y es lo que realmente despierta mi pasión; por eso dejé por completo la docencia”, reconoció Ardengui por ese impulso que sintió de dedicarse a lo que siempre anheló.

Este sueño se hizo aún más posible gracias a una famosa del espectáculo. “Un día recibí un llamado telefónico, me dijeron: ‘Hola, soy Carmen. Necesito que le hagas la peluquería a mi perrito’. Cuando llegué a la casa, me abrió la puerta Carmen Barbieri, yo no sabía que era ella. Lo primero que hice fue mandarle un mensaje a mi mamá y le puse: ‘Ma, estoy en la casa de Carmen Barbieri’. Yo no lo podía creer”, recordó a TN mientras le cortaba el pelo a la mascota de Flavio Mendoza.

A partir de ese episodio, Jonatan empezó a ser contactado por diferentes figuras de la farándula y trabajó con los perros de la familia Montaner cuando vinieron a la Argentina, con Flor de la V, Jesica Cirio, Arturo Puig y Elina Costantini, entre varias personalidades más. Esto le sirvió para tener más reconocimiento, por ende más clientes y un mejor ingreso económico.

“Este trabajo me identifica, es una pasión. Encima que me paguen por hacer algo que me gusta, es lo más lindo que te puede pasar”, expresó Jonatan que además de peluquero canino es juez en exposiciones y también embajador e instructor en dos reconocidas marcas para la higiene, la dermatología y la cosmética de las mascotas.

Elegido por los famosos (y por sus perritos)

En su charla con TN, Jonatan hizo todo el tiempo hincapié en la gran responsabilidad que tiene en sus manos a la hora de atender a las mascotas: no solo importa el resultado final sino poder mantener intacta la confianza de sus clientes. “Me eligen porque genero una conexión única con sus animales, ellos me entregan a un ser que es de lo más valioso que tienen porque es parte de su familia”, comentó.

En el caso de Aaron, la mascota de Flavio Mendoza, Jonatan mostró ante TN cómo son los cuidados que le hace todas las semanas. “Lo atiendo desde que es un cachorrito de 45 días y le hice la primera peluquería. Él está muy acostumbrado, por eso se queda así, es un amor”, dijo ante la tranquilidad que irradiaba el can.

Uno de los requerimientos del director teatral es mantener el “volumen” del pelaje además del “corte higiénico”. “Él me pide que le haga el corte higiénico porque en la zona tiene tanta densidad de pelo y buscamos que la materia fecal no se le pegue”, indicó Ardengui.

También le cuida las patitas: “Le interesa que estén bien cortaditas porque sale frecuentemente a la calle, para que sean más fáciles de lavar cuando vuelve a la casa. También estos pelitos de las almohadillas se los extraemos para que pise mucho mejor en pisos que patinan demasiado, entonces tiene mejor agarre y resistencia, para prevenir enfermedades articulares”.

Sobre su rol como peluquero canino, Jonatan explicó que escucha atentamente lo que le piden los dueños para luego trasladarlo al perro. “Muchas veces hago recomendaciones. Es similar a cuando las personas van a la peluquería y les dicen que hay caras que van para un tipo de corte y otras que no. Hay perritos que un corte les puede quedar bien anatómicamente, o no”, detalló.

“Trabajo con todas las razas, pero las que más frecuento son Caniche, Schnauzer, Shih Tzu y Maltés”, comentó y cerró emocionado: “Cada perro necesita exaltar las virtudes y ocultar los defectos que pueda llegar a tener anatómicamente. Eso es justamente el arte de la peluquería canina. Pero al margen de este arte, lo más importante es la conexión que se establece con los animales, el amor que esto les despierta. Ellos confían en mí, y yo confío en ellos”.

Fuente: TN

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Nacionales

Vivió en la calle y superó las drogas para ser campeón: la historia del patinador que odió su infancia

Creció en un hogar marginal, lleno de carencias, en el que la violencia estaba a la orden del día. Tuvo que salir a vender pan a los 8 años y nunca dejó de trabajar. El deporte lo sacó de ese lugar oscuro al que no quiere volver. Su experiencia como soñador de Marcelo Tinelli y la medalla de plata que coronó su historia.

En el Monumento a la Bandera, en pleno centro de Rosario, un rayo de sol ilumina la sonrisa de Alfredo Wiedmer. No es algo menor si se tiene en cuenta que este patinador, que fue subcampeón del mundo en China, en 2013, tuvo una infancia llena de carencias y repleta de violencia, que lo expulsaron de su hogar y lo obligaron vivir en la calle durante más de dos años.

Alfredo es un resilente. Hoy no siente rencor por lo que le hicieron sus padres y logró perdonarlos. A sus 50 años pudo transformar su historia en algo potente para inspirar a los demás. Todos sus padecimientos, miserias y secretos saldrán a la luz en un libro que contará su vida con lujo de detalles. Una vida que pocos, por no decir casi nadie, se atrevería a elegir.

¿Por qué decis que tu infancia fue el peor momento de la vida?

Viví en un hogar difícil, con muchos abusos y violencia de todo tipo. A veces creo que lo que me ayudó a sobrellevar esa situación fue mi imaginación, esa imaginación de nene que tenemos todos y que me hizo evadir ese infierno.

Cuando tenías 8 años tus papás te pidieron que salgas a vender pan en la calle...

Recuerdo que era muy chiquitito y tenía que vender pan por la calle cuando salía del colegio. A veces volvía a las diez, once de la noche y lo único que me salvaba era mi imaginación. Pensaba que era un superhéroe que tiraba rayos arriba de su bicicleta y mataba a todos los monstruos que salían de la oscuridad.

Y qué se te pasaba por la cabeza en esa situación

Mi primera reacción fue, ¿por qué no van ellos? ¿Por qué no lo hacen ellos? ¿Por qué no salen ustedes a vender pan por la calle? Si yo soy un nenito que viene de la escuela y que quiere ir a jugar con sus amigos al campito, a la pelota.

Eras una víctima en uno de los momentos más sensibles de la vida, la infancia...

Estaba en un espacio de mucha marginalidad. En mi casa había mucha suciedad, muchos gritos, mucho llanto de parte de mi mamá, mucha tristeza y pobreza. Había mucha falta de todo.

¿A qué se debió esa infancia tan problemática?

Yo recuerdo que éramos una familia muy linda al principio. Mis papás eran amables, me criaban bien y con cariño. Pero de un día para el otro apareció la sustancia maldita del alcohol en las vidas de mis viejos y eso hizo que se modificara todo. Ese cariño, ese afecto que en un momento me empezaron a brindar de pequeño se fue disolviendo y empezaron a quedar malos tratos y mucha violencia.

¿Había problemas entre tu papá y tu mamá?

Recuerdo todo como un espacio muy violento donde mi papá le pegaba mucho a mi mamá. Era un contexto muy machista donde el hombre decidía cómo se hacían las cosas, qué es lo que se podía escuchar, qué es lo que se podía hacer y qué es lo que no.

¿Pudiste perdonar a tus papás?

Pude perdonarlos porque no puedo vivir con eso. Me di cuenta de que no era esa la vida que yo quería. Más allá de caer en ese mundo marginal al que me arrastraron mis viejos, yo no me resigné. Hice terapia durante muchos años y pude pedir ayuda. Uno de mis primeros objetivos fue eliminar el rencor de mi vida y poder perdonar a mis viejos, darme cuenta de que hoy soy lo que soy gracias a lo que ellos me hicieron pasar.

Cómo llega el patinaje artístico a tu vida

Cuando vi el patinaje por primera vez me atravesó el alma. Yo entré al club Fisherton de Rosario por primera vez porque mi tía era la entrenadora. Me enamoré de las luces, de las lentejuelas, de la conexión del cuerpo con la música, de la vertiginosidad que tiene subirse arriba de ocho ruedas. Y bueno, como que dije, yo quiero hacer esto, no quiero jugar a la pelota, no quiero jugar al básquet, no quiero jugar al tenis, quiero ser patinador.

¿Y cómo lo tomaron en tu casa?

Mi mamá no tenía mucho poder de decisión y mi papá no quiso que patinara. Cuando fui a plantearlo me borraron ese sentimiento de un cachetazo, y no tuve ni siquiera posibilidad de volver a pedirlo.

A los 14 años te fuiste de tu casa, ya no soportabas esa situación

Yo había empezado a trabajar a los 8 años y tenía 14. Trabajaba 10 horas por día en la calle vendiendo de todo y atravesando mil complicaciones. Realmente me sentía muy cansado. Una noche, mis viejos se acostaron a dormir, me hice el bolso y me fui a la casa de mis abuelos, en Fisherton. Ahí, con otra tranquilidad, pude empezar a patinar.

Y cómo fue esa conexión con el patinaje artístico

Mis abuelos me acogieron y me dejaban patinar, pero también me obligaron a trabajar en una carnicería. Me habían prohibido estudiar porque decían que los estudios no me iban a llevar a nada. Así que tenía un torbellino en la cabeza con la dualidad de lo maravilloso que era el patinaje y a la vez estaba tristísimo porque yo no quería trabajar.

Fue entonces que decidiste vivir en la calle...

Mis abuelos también tenían su historia y decidí irme a vivir a la calle. Ahí conocí las primeras adicciones y los momentos más peligrosos, donde hacía cosas que no estaban buenas. A diferencia de cuando era chico, que lo único que me salvaba era la imaginación, durante mi adolescencia estaba completamente conciente.

¿Y cómo salís de ese lugar?

Fue casi de casualidad. Tenía 18 años y trabajaba en un kiosko. Una persona vincculada al patinaje de Rosario me vio y me dijo que tenía que competir. Ahí fue el comienzo de una carrera deportiva que si bien había arrancado muy tarde, arrancó. Era todo lo que yo soñaba desde chico, cuando me pasaba horas mirando videos de los mejores patinadores del mundo. Afortunadamente, pude ganar algunos campeonatos provinciales y regionales, pero como te dije antes, ya era muy grande para el plano internacional.

Después de eso te convertiste en entrenador...

La realidad es que siempre estuve vinculado al mundo del patín y más allá de que como atleta no pude clasificar a un campeonato mundial, si lo estuve como entrenador. En cada uno de esos campeonatos siempre había algo en mí que estaba muy orgulloso de ver a su equipo compitiendo, pero yo quería estar ahí adentro, en el lugar de mis alumnos, quería ponerme los patines y saber lo que es competir contra los mejores de otros lugares del mundo.

¿Y cómo llegas a ser subcampeón del mundo con 38 años?

Me llamó la mejor entrenadora argentina, Tamara Álvarez, que me convocó porque faltaba un varón para ir al campeonato del mundo de China. Después de mucho entrenar, logramos clasificar y conseguimos la medalla de plata. Fue una locura, era inimaginable que nosotros pudiéramos llegar a un podio.

Y en el medio de toda esta locura también patinaste con Marcelo Tinelli...

Eso fue en el año 2008 y yo venía con una seguidilla de eventos desafortunados, que eran las consecuencias de haber tenido una vida tan compleja. Ahí recibo el llamdo de una gran amiga que me cuenta que estaba haciendo un casting de patinadores para un reality llamado “Patinando por un Sueño”. Viajé a Buenos Aires, hice la prueba y quedé. Fui el “soñador ” de Andrea Esteves, una compañera entrañable con la que aún tengo relación.

Imagino que esa exposición te hizo dar un salto a la fama...

Ese recorrido por la televisión modificó muchísimo mi realidad, porque fue un antes y un después participar en Showmatch, estar con Marcelo Tinelli. La verdad que fue una de las experiencias más lindas de mi vida.

¿Cómo encarás el futuro y qué es lo que querés para tu vida?

El otro día me preguntaba cómo terminaría esto, pero todavía no tengo ganas de pensarlo mucho. Yo soy una persona que trata de vivir sin expectativas. Creo que cuando las expectativas se apoderan de uno, el factor sorpresa queda eliminado y puede aparecer la frustración. Mi deseo es que cuando la gente me vea llegar se ponga contenta. Ese es el objetivo más grande de mi vida.

Fuente: TN

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