Redes Sociales

Virales

Tiene 74 años y es el rey de las olas: la sorprendente vida de Daniel Gil, el pionero del surf argentino que vive en la playa

De muy chico, conoció su pasión e hizo todo lo posible para traer al país las primeras tablas. Instalado en Mar del Plata, enseña el deporte a personas de todas las edades

Con la salud de un hombre de 89 años, Winston Churchill anunciaba su retiro de la política. En Casa Rosada, José Alfredo Martínez de Hoz juraba como ministro de Economía del presidente José María Guido. Y en la aduana de Ezeiza, los jugadores de fútbol Antonio Rattín y Silvio Marzolini hacían entrar las primeras tablas de surf a la Argentina.

En 1963 Daniel Gil viajó con el equipo de Boca Juniors a Perú. Su papá, Daniel José Manuel Gil, además de un empresario adinerado, dueño de más de quince empresas, era vicepresidente del club. "Si querés surfear venite ya a Buenos Aires que te mando a Perú con el equipo. Acabo de enterarme que hace mil años que hay surf allá", escribió en un telegrama el empresario a su hijo. Daniel, de 17 años, estaba en Brasil. Había viajado con una meta: encontrar una tabla para comprar y poder surfear. Hacía dos años que la buscaba desde aquella escala en Miami que marcaría su vida.

Ahora, con 74 años, Daniel, que surfea cuando le viene la gana, charla con Infobae en su casa de Mar del Plata donde enseña a quienquiera aprender, no importa edad. Para ser becado de su escuela sólo hay que cumplir un requisito: tener un boletín de más de 7 puntos. Su casa, que está en la playa en la que surfea desde los 18 años, no tiene numeración, tiene nombre: Kikiwai. No vive frente a la playa, vive en la playa. Construida por él, de piedra y aberturas en madera, sólo hay 30 pasos entre los pies secos en el deck donde toma café y la espuma entre los dedos, en la orilla. Está en un recodo, entre el puerto y Punta Mogotes. Lejos de los apiñados de Playa Grande, el único vestigio de que ésta es esa Mar del Plata también es el asfalto gris con las juntas de alquitrán como boas aplastadas, tan característico de las calles internas de la ciudad.

Con 74 años, Gil vive en Mar del Plata, donde enseña surf a personas de todas las edades

Con 74 años, Gil vive en Mar del Plata, donde enseña surf a personas de todas las edades

"Cuando tenía 15 años me fui a Europa con papá. Fue un viaje de trabajo por sus empresas y también por Boca. Al volver lo hicimos por Nueva York, previa escala en Miami. Papá me propuso quedarnos unos días. Miami estaba amaneciendo, era un pantano lleno de cocodrilos en esa época. Él se fue a bañar y yo salí a dar una vuelta. Caminé una cuadra y ahí estaba", cuenta.

—¿Qué había?

—Un surfer, la foto de un tipo parado en un longboard que venía bajando una ola de 5 metros de éste color (se señala un colgante que lleva, turquesa). Se me aflojaron las piernas. ¡Se podía barrenar parado! ¡¿Volando arriba de una tabla?! Me empezó a latir el corazón rapidísimo, se me aflojaron las piernas. Me senté en el cordón de la vereda de enfrente. No me animaba ni a arrimarme. Miraba desde ahí. Pasó un rato hasta que me levanté y me acerqué a la vidriera. Entré y vi las tablas. Las toqué.

— ¿Estaban paradas?

— Todas paraditas. Muchas. No sabía qué carajo preguntarle al vendedor. El mostrador era de madera con vidrio y abajo había cosas exhibidas. El tipo levantaba el vidrio, sacaba las cosas y te las daba. Vi una Cruz de Malta, con una piedra turquesa en el medio. Se me ocurrió preguntarle por la cruz; mi mamá era muy católica, siempre dibujaba santos y cruces. Levantó el vidrio, sacó la cruz, la miré, una belleza. Antes devolvérsela, no sé por qué, la di vuelta. Atrás decía "I'm a surfer" (Soy un surfer) ¡Ah, estalló mi corazón!

De regreso al hotel, Daniel le pidió a su padre que le comprara una tabla para poder surfear en Mar del Plata, donde iban todos los veranos. Antonio se negó; ya acarreaban baúles con regalos, además de una cámara Bolex y tres barriles de vino patero hecho por la familia de Galicia. La Aduana sería un suplicio, no estaba para sumar una tabla de dos metros. Prometió comprársela en Buenos Aires.

Ya en Argentina, descubrió que las tablas aún no existían. Tampoco en Chile ni en Uruguay. En Brasil sí: había una. En un extremo de Ipanema, había un hombre con una tabla. Daniel se la quiso comprar, pero no estaba a la venta.

—¿La probaste?

—Sí, pero tuve que esperar 25 días para que me la prestara 10 minutos. Tenía cola, lista de espera.

— ¿Se la pedían prestada?
—Sí. En una libreta de hule negro, como la de los almaceneros, anotaba los nombres. Durante los veinticinco días me senté sobre una piedra a mirar cómo surfeaban.

Gil tiene nueve hijos y doce nietos

Gil tiene nueve hijos y doce nietos

Fue en Brasil que Daniel recibió el telegrama de su padre. Antonio le decía que en Perú había tablas, que volviera a Bueno Aires y viajara con Boca, así podría hacerse de ese mamotreto de dos metros de largo por medio de ancho que lo encendían.

Viajó. Compró tres.

—¿Qué tal fue la Aduana?

—No me las dejaban pasar. "¿Esto qué es?", preguntaban. Yo decía: "Tablas de surf". "¿Tablas de qué?". Las había envuelto en papel corrugado; parecían tres submarinos. Cuando me pidieron desenvolverlas, MarzoliniRattínAngelito Rojas y Antonio Romale dijeron al de la Aduana que no rompiera, que hacia mil horas que venían viajando. La discusión siguió hasta que dijeron que eran aparatos nuevos para entrenar. Pasé con mis tres longboard y me vine a Mar del Plata.

Cuando llegó a este mismo sitio donde está ahora, pero hace 56 años, la ola entraba perfecta, como un abanico. Dejó el auto, bajó la tabla y se zambulló.

—¿Sabías cómo pararte?

—Sí, porque más allá de la prueba en Brasil, había ensayado durante dos años el salto. En mi cuarto, en el living, en cualquier lado (ríe). Hijo único, me acostumbré a hacer lo que quise porque a mí me dieron la fórmula de la torta.

—¿De la torta?
—Viste que a nadie le sale la torta porque nadie tiene la posta de la receta de la abuela. Yo tengo la receta de la abuela.

— ¿Cuál es?

—Jesucristo y el amor, nada más. Cambiás eso y ya está. Cuando murió papá, pasé de millonario a linyera. Enfermo mi papá, le llevaron una pila de papeles para firmar.Entre todos los papeles le metieron cesión de acciones. Cuando se quiso acordar no tenía nada. Para no matar a nadie me fui de Buenos Aires. Tuve que hacer de todo para olvidarme y sacarme la bronca, perdonar. Al final terminé pensando que mis tíos, en vez de ser hijos de puta, fueron dos ángeles que me cagaron para que yo cambiara de vida y no tuviera que cargar con las historias de la familia, de la plata y de las fábricas, me hiciera surfista y me convierta en un tipo feliz.

“Enseñar a surfear es lo mejor que le puede pasar a una persona. Lo veo, resucito a la gente: vienen hechos mierda, de color verde, arruinados, enfermos”, asegura el surfer

“Enseñar a surfear es lo mejor que le puede pasar a una persona. Lo veo, resucito a la gente: vienen hechos mierda, de color verde, arruinados, enfermos”, asegura el surfer

— De haber seguido con esa vida…

— Me habría muerto a los 50 años como mi viejo.

— ¿Estás convencido de eso?

— Totalmente. No estaría acá. Estaría de smoking, zapatos de charol, Nueva York con Trump y Macri. Andaría por ahí. Enseñar a surfear es lo mejor que le puede pasar a una persona. Lo veo, resucito a la gente: vienen hechos mierda, de color verde, arruinados, enfermos.

— ¿Los ves verdes?

— Sí. Vienen a sanarse. La gente no puede más.

Mucho antes de sus tres matrimonios, nueve hijos y 12 nietos, Daniel inauguró en los años '60 el boliche porteño Jaque, en las cinco esquinas, Libertad y Juncal. Pero el primer sueldo lo ganó dibujando baños de la mano de su primer suegro. "Era arquitecto, hizo los primeros edificios en Buenos Aires de vidrio, esos que subías en coche a tu departamento. Yo dibujaba los baños, con arcadas de piedra, espejos y plantas. Me ganaba 2 mil dólares por baño. Estaba todo el día dibujando", recuerda.

Fue vendedor de autos en la concesionaria del presidente de Boca Alberto J. Armando, tuvo un estudio de fotografía publicitaria y en Mar del Plata instaló una fábrica de sweatersque alternaba con la pintura al óleo: exhibía y vendía en Buenos Aires. Con la venta de la fábrica compró un barco pesquero. Le fue bárbaro hasta que se le rompió la caja de cambios y debió venderlo. Entonces inventó una de las primeras empresas de radiotaxis en la costa. Para la misma época llegó a su vida una nueva faceta. "Conocí a una gente que oraba y me encantó como oraban. Me metí y llegué a ser dirigente y servidor de la Renovación Carismática Católica acá en Mar del Plata. Estuve 18 años con ellos coordinando grupos de oración", detalla.

Cuando el Bosque Peralta Ramos era, según Daniel, tierra de nadie, organizó una empresa de seguridad. La bautizó Orvecong: Organización vecinal de control y guardia. Él mismo patrullaba. La productora de TV llegó más tarde, se llamó Daniel Gil producciones. Ya no existía para cuando fundó la subcomisión de surf dentro del club Atlético Huracán de Mar del Plata. "Ahí puse mi Academia Argentina de Surf que estaba guacha de institución", cuenta.

” Se habla afuera del agua. En el agua, no”, afirma Gil

” Se habla afuera del agua. En el agua, no”, afirma Gil

Mientras le enseña cómo pasarle la parafina a su tabla a una de chica de unos veintipocos en su casa, es decir, en la playa, Daniel recuerda que el surf estuvo en su vida mucho antes que aquella vez que vio por primera vez una tabla: "Yo fui un barrenador empedernido toda la vida, desde los 7 años".

— Pero si no había tabla, ¿con qué barrenabas?

— Con el pecho (ríe). Pechito y la mano. Cuando era chiquito barrenaba hasta la espumita. Mi hobby era hacer barrenar maderitas. El casero de mi casa en Mar del Plata era carpintero. Estaba todo el día serruchando y todo el día caían pedacitos de madera.Entonces la señora que me cuidaba, Ofelia, juntaba todas las maderitas y las metía en una bolsa en las que vienen las cebollas y me las daba. Cuando mamá se iba al centro, que todavía no existía la peatonal San Martín, me dejaba en la popular, al lado del muelle de los pescadores. Entonces me iba hasta la punta de la escollera y tiraba una maderita. Cuando venía la ola, la maderita venía barrenando, pa, pa, pa, y yo la seguía caminando por la escollera. Hasta la orilla, mirándola. Si podía rescatarla lo hacía. Si no, tiraba otra.

Aunque hace 56 años que viene a Mar del Plata a surfear, hace 24 años que vive aquí y 18 que vendió el auto: "Para no moverme. 'Hay que venir', 'hay que ir', 'hay que llevar', 'hay que traer', 'No tengo más auto'. Basta: no voy nada. Llegué al lugar donde siempre quise estar".

El cálculo no por rápido deja de ser certero: a uno de sus 8 perros le tiró la pelotita desde la casa al mar cien veces por día durante diez años. El resultado fue la lesión del hombro, el manguito rotador. También 10 años jugando con un perro, en la playa, todo el año.

María, su mujer desde hace más de veinte años, se acerca y ofrece café. Y él dice: "Con María nunca nos prometimos nada. Si hoy estamos bárbaro, si hoy pasamos un día espectacular mañana va a ser brutal. Y si mañana es brutal, pasado va a ser extraordinario".

La chica que hace un rato enceraba su tabla regresa empapada y jadeando. Daniel le pregunta qué tal estuvo. Bajo el traje de goma, su panza se infla y desinfla rápidamente. Está ahogada pero alcanza a decir: "Espectacular". Ambos sonríen. Hay algo del agua que sólo ellos saben.

(Christian Heit)

(Christian Heit)

—¿De qué se habla cuando estás metido en el agua, a la espera de una ola?

—¡No se habla de nada! Se habla afuera del agua. En el agua, no.

— ¿Nada?

—¡¿Qué tenés que decir en el agua?! Una vez que estamos adentro, que no escuchas a nadie, ¿viene uno a hablarte? No, tomatelás. No se habla.

—¿Por qué?

—Porque vos estás en paz. Estás disfrutando de eso. Es parte de la historia.

— Hay una especie de acto generoso que es dejarle la ola a otro. ¿Es así?

—Claro. Pero depende: si es un caga olas que le caga las olas a todo el mundo no se la dejo, lo paso por arriba.

—¿Qué es un caga olas?

— El tipo que pasa en rojo, cuando venís en verde, verde, verde y se te cruza. Hay caga olas. Si yo agarro la ola allá (señala la punta de la escollera) soy el dueño de la ola.No se puede meter nadie hasta que yo la termine. Si te cruzás o venís remando y yo vengo surfeándola me cortás el paso.

— ¿Se dice algo?

—La primera vez, "me cagaste la ola". La segunda, algo más fuerte. A la tercera puede venir un cachetazo. Si no es principiante, claro. El dueño de esa ola es el que empieza primero, el que está arriba de la piedra jurándose que va a bajar.

A su hijo más chico, Surfiel ("Quiere decir 'la ola de Dios'. Surf es ola y 'El' es 'de Dios'") Daniel le construyó una pequeña casita arriba de la suya. De piedra blanca, sólo tiene una cocina, un baño y un entrepiso en el que cabe un colchón de una plaza y una ventana: "La calculé para que sólo tenga que levantar el cuello a las 5 de la mañana: desde ahí puede ver si hay olas que agarrar".

Todos los hijos de Daniel practican surf. Son campeones, son medallistas. Por caso, Surfiel competirá en longboard en los panamericanos de surf que se harán en Lima. En la anterior edición fue medalla de plata. Su hermano, Daniel Gil Junior, fue ocho veces campeón argentino.

— ¿Qué viene?

—Yo no espero nada, dejo que venga. Me encanta la sorpresa. Sigo con mi receta y la torta sale bárbara.

Fotos: Christian Heit

Fuente: Infobae

Virales

La historia del chico con síndrome de down que estudió magia y con su show llenó el Luna Park

Alejandro Cuervo usa su arte para generar inclusión. Junto a su directora, Nina Ávila, y su compañero, el también ilusionista Omar Sauchuk, crearon un espectáculo hace 10 años para generar conciencia. Los convocan para que actúen en clubes, sociedades de fomento, teatros, fiestas de cumpleaños y hasta se presentaron en el mítico estadio porteño

Modesto como es, se autodefine como el único mago con síndrome de down de la Argentina. Pero lo cierto es que no existen antecedentes de otro ilusionista que se haya capacitado profesionalmente como él en el planeta con esa condición genética. Por eso cuando Alejandro Cuervo se presenta junto a su coequiper, Omar Sauchuk, el aplauso, que es el alimento del artista suena tan fuerte en cada escenario que los recibe.

Aplausos para el mago

No importa si se trata de un modesto club de barrio o de un gran teatro como cuando estuvieron de gira por España y Chile, o el mismísimo Luna Park, que los tuvo como principal atracción. Ante cada acto y en especial en el final del show, las palmas y la ovación del público reconocen no solo la capacidad y formación de ambos, sino semejante acto de integración y amor.

“Espectáculo declarado de interés cultural de la Nación Argentina”, dice el Instagram de @magiainclusiva, como decidieron llamarse desde hace más de diez años, siempre sumando esfuerzos y éxitos, por supuesto. La historia comienza porque desde niño Alejandro tenía inclinaciones artísticas y en la escuela donde asistía siempre era número puesto en cada acto que se realizaba, ya sea por fiestas patrias o festivales. Y entonces, buscó crecer, siempre con el acompañamiento, el apoyo y la confianza de sus padres, Patricia Engel y Omar Cuervo.

Así, buscando lugares donde potenciar sus condiciones artísticas, allá por 2013, Ale conoció a otro personaje clave en esta historia de encuentros de personas con profunda humanidad, Nina Ávila, psicopedagoga, actriz y vicedirectora de la compañía de arte inclusiva “Las Ilusiones”, que conforman casi 500 artistas con capacidades diferentes. Tan valorado fue y sigue siendo el rol de esta mujer que resultó destacada oportunamente y recibió la “Declaración de Interés Cultural de la República Argentina” y hasta una mención como “Corresponsal de Paz”.

Entonces, Alejandro fue recibido por las mejores manos, que lo acercaron a la escuela de magia de Omar Sauchuk en Avellaneda, con quien hoy además de conformar una dupla que no para de generar atracciones, cultiva una hermosa amistad.

Lo cierto es que Sauchuk, además de profe de magia es hombre orquesta: actor, clown, ilusionista, coordinador de talleres artísticos, fue nombrado “Personalidad destacada de la ciudad de Avellaneda” y es un entusiasta de todo lo que tiene que ver con la inclusión social. Por eso en su momento completó el curso de Acompañante Terapéutico en Anudar, asociación civil especializada en salud mental.

La dupla mágica

Cuando Sauchuk recibió a Cuervo en su escuela de inmediato hubo conexión entre ellos. “Por ese entonces me hacía falta un ayudante, Nina que tiene un ojo especial para estas cosas me sugirió que podía ser él y como de costumbre no se equivocó. Resultó muy divertido porque empezó siendo mi colaborador, fuimos experimentando en shows y presentaciones y nos dimos cuenta de que funcionaba muy bien que él fuera el mago y yo el ayudante, y así seguimos hasta hoy”, explica Omar.

“Le saqué el puesto, ahora yo soy el mago titular”, bromea Alejandro y ríen y se abrazan. Así pasaron a ser los magos Ale y Omi, como todos los conocen. Claro que cuando Cuervo arrancó como protagonista del espectáculo debió sortear alguna que otra dificultad que se le presentó. Así lo cuenta hoy a la distancia, entre carcajadas: “Es que tenía que generar una ilusión con Lola, la paloma, como las que antes había en todos los shows. Claro que con el tiempo todos fuimos aprendiendo que los animales no debían estar sometidos a stress y se generó mayor conciencia y responsabilidad, entonces ya no estuvo incorporada más al truco. La cuestión fue que cuando lo hice por primera vez me costó, no porque no supiera resolverlo, sino porque tengo que confesar que la verdad le tenía un ‘cuiqui’ bárbaro”, detalla entre más risas.

Antes Alejandro se había instruido como educador ambiental egresado de la Universidad Austral con pasantía en Cascos Verdes. Y fue nombrado Personalidad Destacada de la Ciudad de Lanús, además de estudiar Capacitación laboral. Sus padres, Patricia y Omar están felices con su evolución y compromiso: “se convirtió en un apasionado de la magia y la verdad es que la hace muy bien, es súper riguroso con él mismo. Descubrimos otra de sus habilidades que son varias, estamos felices, porque también le fue bien en el colegio y la universidad, es un ejemplo para nosotros”, resume la mamá entre emociones que fluyen. “Es un fan de lo que hace y su carisma lo conecta de una manera más que especial con el público, además es muy independiente, decidido, valiente diría yo”, concluye el papá

Lo concreto es que más allá de los afectos y deseos, Ale y Omi siguieron adelante con su show de magia inclusiva y no pararon más. “Cuando empezaron y no eran tan conocidos, la gente que se enteraba era más que nada la que tenía algún ser querido con síndrome de down, y con actuaciones lográbamos que pasaran buenos momentos, que se estimulan, dejando claro el mensaje de que siempre se puede”, explica Nina.

Pero a medida que iba pasando el tiempo los compromisos y requerimientos crecían, no solo por todo el país, con giras por el interior y varias provincias, sino también por el exterior, más precisamente Madrid, Toledo, Valladolid y Barcelona en España. Y Santiago, Viña del Mar y Valparaíso en Chile. Viajes que Ale disfrutó como nadie: “Me encantó subirme a un avión, volar, los aeropuertos me parecían ciudades. En los dos países nos recibieron bárbaro, chilenos y españoles nos trataron con mucho cariño. En Barcelona soñaba con cruzarme con Messi, porque en esa época jugaba en el Barca. No lo logré, pero no pierdo las esperanzas de que algún día se me dé, es un ídolo, y después del Mundial de Qatar es un genio”, reflexiona Ale.

Como directora del espectáculo de Magia Inclusiva, Nina Ávila destaca la importancia de haber cumplido diez años de labor hasta con pandemia incluida: “Nos pudimos sostener y crecer. Ya que al principio éramos solo tres personas, Ale, Omi y yo. Y con el tiempo generamos una red hermosa con gente talentosa que se ocupa del manejo de redes sociales, la producción y venta del espectáculo para instituciones, clubes, fiestas de casamiento, cumpleaños, tenemos asistentes de dirección, profesionales en fotografía y videos, labores que logran que nos vaya muy bien. El objetivo principal que nos planteamos al comenzar fue la inclusión y estamos satisfechos porque lo logramos con creces. Y el espectador disfruta cada ilusión que se le presenta. La gente habla de la profesionalidad de nuestros magos y eso nos enorgullece. Por fuera del trabajo en escena cada uno tiene su rol y responsabilidad. Ale se ocupa de los efectos especiales, de pagar el seguro, supervisa que estén todos los elementos, con Omi se reparten las tareas, son grandes amigos y personas muy responsables. Las tres familias nos llevamos muy bien y además compartimos fiestas y algunas que otras vacaciones también, la integración es total”.

Omi agrega que la gente les pregunta si son familia y hasta si Ale es su hijo o su hermano. Y se sienten orgullosos de que la gente perciba esas sensaciones que logran transmitir con un clima de familia que buscan expresar en cada actuación. Y entonces les cuentan a las personas que es al revés, que primero se conocieron y luego se hicieron familia con el correr del tiempo.

Ale hoy ya con 31 años, afirma que gracias a sus compañeros de trabajo pudo cumplir muchos de sus sueños, viajando por el mundo y haciendo arte: “Yo digo que la vida me regaló dos papás maravillosos, hermanos increíbles y este grupo de Magia Inclusiva que adoro. Nina es una directora como no conocí otra. Y Omi es como otro hermano, lo admiro. Entre todos hicieron que mi vida fuera más feliz todavía. ¿Sabés lo que es eso para mí? A aquellos padres de hijos con síndrome de down les pido que no bajen nunca los brazos, que siempre hay algo para hacer, para mejorar. Todos tenemos dificultades, para pensar, para movernos, para expresarnos, a mí también me pasa pero sigo adelante. Si me aceptan un consejito les digo que vayan a aprender magia con el mago Omi. Y después que están bien cancheros, lo ponen de asistente como hice yo (más carcajadas).

Fuente: Infobae

Sigue leyendo

Virales

Del quincho de sus padres a un local propio: la historia desconocida detrás de la pastelería de Corina Scaloni

La hermana menor del DT de la Selección argentina vive en Pujato y, lo que nació como un hobby, se convirtió en un proyecto profesional. En las próximas semanas abrirá un negocio con venta directa al público.

Desde Pujato, Santa Fe) Los endulzantes eran tan caros y difíciles de conseguir en la Edad Media que la zanahoria se convirtió en un ingrediente fundamental para los postres. Con los años quedó fuera del radar de los pasteles, hasta que la escasez provocada por la Segunda Guerra Mundial la devolvió a escena.

El carrot cake (pastel de zanahorias) es hoy una de las preparaciones dulces favoritas en países como los Estados Unidos y, poco a poco, se ganó un lugar protagónico en todo el planeta. Su elaboración requiere de una técnica precisa, delicada, que solo algunos maestros pasteleros pueden conseguir. Corina Scaloni lo hace a la perfección.

Corina es la hermana menor de Lionel Scaloni, el entrenador de la Selección argentina. Vive en Pujato, un pequeño pueblo a 40 kilómetros de Rosario, Santa Fe, sobre la Ruta Nacional 33, y trabaja en un estudio contable. Su gran pasión, de todos modos, está en otra parte. La pastelería la hace brillar los ojos.

Corina Scaloni es la hermana menor de Lionel, DT de la Selección argentina (Foto FB Corina Scaloni).

Corina Scaloni es la hermana menor de Lionel, DT de la Selección argentina (Foto FB Corina Scaloni).

“¿La Cori? A la Cori se le fue de las manos el tema y por eso ahora va a abrir un local. Por el momento trabaja en el quincho de sus padres, pero como empezó a vender tanto, va a poner un negocio con atención al público a la calle. Sus productos son muy buenos, los tienen que probar”.

Las ventas se dispararon y en diciembre Corina Scaloni abrirá un local a la calle

Un vecino de Pujato se frena frente al Bar Central, atendido por Beto Gianfelici (el primer entrenador de Lionel Scaloni), y cuenta una realidad: desde que el DT campeón del mundo promocionó el proyecto de su hermana, Scala Bakery, todo se fue de control.

“Ella cree que porque yo le haga promoción va a vender más..., fueron las palabras de Lionel que provocaron una verdadero furor por la pastelería. A principios de septiembre, la cuenta de Instagram @scalabkry, desde donde se realizan los pedidos, tenía apenas 2678 seguidores. Hoy cuenta con más de 420 mil.

El carrot cake y las medialunas de Scala Bakery, furor en Pujato

El sol pega fuerte en el corazón de la pampa gringa y el ruido de los camiones ensordece. Son las dos de la tarde y en Pujato hace calor. “El carrot cake necesita frío, no se olviden de eso”. El consejo de Corina Scaloni, de perfil muy bajo, lleva al equipo de TN, que acaba de viajar al pueblo para probar el pastel, a cambiar los planes.

El Bar Central se convierte entonces en un centro de estudios. El pastel se corta, se fotografía y se prueba ahí. Es perfecto. “Y no saben lo que son las medialunas, se las recomiendo”, dice Gianfelici. El resto del carrot cake va a una heladera por recomendación de Corina.

El carrot cake que encargó TN en la pastelería de la hermana de Scaloni, en el Bar Central de Pujato (TN).

El carrot cake que encargó TN en la pastelería de la hermana de Scaloni, en el Bar Central de Pujato (TN).

Desde que se hizo conocido el local, decenas de compras llegaron a través de las redes sociales, el único modo -por ahora- para comprar en Scala Bakery. La enorme cantidad de pedidos llevaron a Corina a ir por su sueño: tener un local a la calle. “Creemos que en diciembre tendremos novedades sobre la inauguración”, reconoce.

Las tres estrellas en el local no se negocian

“Va tomando forma, seguimos en obras. Parece que falta poco, pero quedan muchos detalles”, agrega en sus redes sociales ante la pregunta de sus seguidores. La menor de los Scaloni dejará de cocinar en el quincho de sus padres para tener su propio negocio.

La fachada del local que está por abrir Corina Scaloni en Pujato (Foto: IG @scalabkry).

La fachada del local que está por abrir Corina Scaloni en Pujato (Foto: IG @scalabkry).

Va a estar la opción de café también, todo será take away. Abriremos bajo esa modalidad: pastelería y laminados para llevar”, deja en claro. A lo sumo habrá una barra, pero la idea es que todo sea para consumir fuera del local.

Ante la pregunta sobre cómo estará decorado, Corina revela lo que todos sospechan: “Sorpresa. Pero las tres estrellas (de la Selección argentina) estarán en algún lado”. Los homenajes a los campeones del mundo, sobre todo para su hermano, orgullo de Pujato, estarán presentes.

Aquella frase de Lionel en la que no confiaba en que sus palabras fueran a potenciar el proyecto de su hermana quedan viejas ahora, ante un escenario evidente: Corina, “La Cori” como la llaman sus familiares y conocidos, tendrá su primer local.

Sigue leyendo

Virales

Julii Cocina: la minipastelera que aprendió a hacer tortas a los 4 años y a los 7 es furor en las redes

Desde muy pequeña se capacita en cursos profesionales y comparte sus recetas en su cuenta de Instagram. “No es que estoy siempre haciendo tortas, también dibujo y juego, sino me canso”, detalló en diálogo con TN.

Con tan solo 7 años, Julieta Garay, tiene muy en claro sus pasiones y sueños. La pastelería, que para ella comenzó como un juego, hoy en día es su cable a tierra y a lo que le dedica su mayor esmero y amor. Decora tortas, cocina muffins, cupcakes y muchas, muchas cosas más, que llama la atención de cualquier persona debido a su corta edad.

Todo comenzó cuando Julieta era más pequeña de lo que es hoy. Entre juegos y aprendizajes, le dio a entender a sus padres que le fascinaba el mundo de la cocina. “Era muy chiquitita cuando empezó. Le gustaba jugar con bowls, con ollas, con batidores y más que nada con mi madre que le gusta la cocina”, relató Micaela, su mamá, en diálogo con TN.

La mini pastelera de 7 años que es furor en las redes sociales. (Foto: Gentileza de Micaela, su mamá)

La mini pastelera de 7 años que es furor en las redes sociales. (Foto: Gentileza de Micaela, su mamá)

‘Julii Cocina’, como es reconocida en su cuenta de Instagram, donde tiene más de 500 mil seguidores, publica distintos videos del momento en que realiza sus creaciones y a la vez comparte sus recetas más preciadas. Sin embargo, tanto la pequeña como su mamá revelaron que hay personas que no creen que sea ella quien cocine. “Me enojo cuando me dicen muchas veces eso”, reclamó la nena.

El sueño que comenzó con una cocina de juguete y hoy en día es una realidad

Desde pequeña, Juli siempre jugó a ser chef junto a su abuela, quien finalmente le terminó regalando una cocina de juguete, para que ella pueda experimentar y simular que horneaba de verdad. “Es parte de su historia esa cocina de jugueteNo la quiere regalar ni nada. La tiene guardada”, contó Micaela.

“Le hacía tortas a mis muñecas”, dijo entusiasmada Juli, que hoy lo vive como una realidad: es la encargada de decorar y cocinar todo con una precisión increíble y detallada. Sin embargo, se adelantó y afirmó que su tiempo no solo lo dedica a eso, sino que también vive su niñez como cualquier otro pequeño. “No es que estoy haciendo siempre tortas, también dibujo y juego, sino me canso un poquito”, contó tímidamente.

Julieta, la mini pastelera que es furor en las redes sociales. (Foto: Instagram/@juliicocina)

Julieta, la mini pastelera que es furor en las redes sociales. (Foto: Instagram/@juliicocina)

En este sentido, su mamá consideró importante remarcar que no fue algo que surgió de la noche a la mañana, sino que la nena se capacita desde los 3 años y medio en cursos profesionales (donde en algunos lugares no la querían aceptar por ser tan chica), y desde ese momento nunca dejó de aprender. Hasta incluso, cuando los videos que hace para subir a las redes sociales no salen como ella espera, la pequeña vuelve a grabar desde el comienzo para que queden a la perfección o lo mejor posible.

Los clips son completamente caseros, con el celular apoyado sobre la mesada, sin ningún tipo de rebusque. “A veces la gente piensa que se dedica a eso, a hacer videos y piden mejor calidad de grabación, otro ángulo, pero la realidad es que sale todo espontáneo. Si un día tiene ganas de hacer un bizcochuelo, lo grabamos y listo. Ella demuestra que es capaz de hacer eso”, detalló Micaela.

Video Placeholder

Uno de los videos más recientes en su red social. (Video: Instagram/@juliicocina)

Su mamá, también aseguró que Julieta es muy consciente de que trabaja con comida. Antes de comenzar se lava las manos y trata de que esté todo impecable. Pero no solo eso, sino que siempre que cocina son indispensables sus dos “chunchos” (el adjetivo que usa la pequeña para denominar a los rodetes).

En cuanto a la materia prima que necesita Juli, sus papás son los encargados de comprarle cada ingrediente y además, entienden que ella se lo toma como un juego. “Nosotros estamos felices de acompañarla y siempre respetamos todo lo que ella quiere”, añadió orgullosa.

Después de eso, la pequeña pastelera aprovechó para acotar algo que le llamó la atención cuando fue al supermercado junto a sus padres para proveerse de lo necesario. Resulta, que necesitaba más de cuatro harinas pero en el comercio solo le dejaban llevar esa cantidad por persona. “¿Es un chiste? Yo quería llevar más”, sostuvo un poco indignada.

Su amor por los animales y un sueño relacionado con eso

Su principal sueño está un poco alejado de la pastelería. Ella quiere ser veterinaria. “Amo a los animales, me gusta estar con ellos”, contó.

Julieta y su amor por los animales. (Foto: Instagram/@juliicocina)

Julieta y su amor por los animales. (Foto: Instagram/@juliicocina)

Pero claro que también uno de sus objetivos es poder seguir haciendo tortas y tener una cocina color pastel como las que ve en la televisión. “Eso me encantaría”, reveló entusiasmada.

La empatía a flor de piel: la pequeña regala algunas de sus tortas a nenes de un merendero

Julieta, entre todas sus virtudes, también se encarga de regalarles tortas a los nenes más necesitados. “Surgió cuando la chica que le manda las láminas de arroz comestibles a Juli, y que vive en Hurlingham, le contó que estaba haciendo bolsitas para un merendero”, precisó Micaela.

“Ella le preguntó si quería una torta para los chicos”, agregó y contó que desde ese momento, y siempre que puede, la pequeña las lleva alguna que otra para que puedan disfrutar en algunos de sus cumpleaños. “Yo no tengo problema en hacerlas”, dijo la nena. “Se ponen felices como nunca”, aseguró.

El furor por Juli Cocina en las redes sociales

Ante la pregunta sobre cómo la pequeña influencer llegó a tener uno 540 mil seguidores en Instagram y miles de reproducciones en sus videos, Micaela reveló que comenzaron a sumarse cada vez más personas cuando su hija subía clips de sus recetas. “Algunos se hacían virales, otros no”, detalló.

Pero, también contó que la nena no siempre se muestra completamente activa en las redes ya que además realiza otras actividades como la de jugar tenis con su papá, Alejandro, que se dedica a ese deporte.

Julieta y sus papás, Alejandro y Micaela. (Foto: Instagram/@juliicocina)

Julieta y sus papás, Alejandro y Micaela. (Foto: Instagram/@juliicocina)

Finalmente, ambas declararon que las creaciones de Juli no se venden, sino que solo las hace para enseñar. Es más, el eslogan principal de su presentación es: “No vendo tortas, te invito a crearlas”.

Fuente: TN

Sigue leyendo
Advertisement

Nuestro Clima

Facebook