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Sampayo debe prestar declaración otra vez el jueves 19

Lo dijo su abogado y explicó porqué piden la domiciliaria.

“Hemos planteado que Jacinto Sampayo, por la edad, ya debería estar hace rato gozando de la prisión domiciliaria”, señaló este lunes el abogado defensor del gremialista que está detenido en el marco de la causa Lavado II.

 

Alfredo Bembunan, abogado defensor del secretario general del Sindicato de Trabajadores Municiplales de Resistencia precisó que Sampayo tiene 71 años, “Pero Niremperger tiene el criterio de que además de la edad debería tener un problema de salud de gravedad para poder gozar de ese beneficio”.

 

Sin embargo para el abogado “esto es un poco excesivo”, dijo y explicó que según la Corte Suprema ese criterio se aplica para los acusados por lesa humanidad “y Sampayo está acusado por delitos económicos y se está incurriendo en gastos para no darle la prisión domiciliaria”.

 

Precisó que Sampayo fue trasladado a Buenos Aires, en un móvil policial y otro de custodia, este domingo a las 22.

 

Respecto a la resolución que pueda tomar la Justicia Federal indicó y marcó “como un error de la magistrada” que “el perito tiene que ser objetivo, es decir que Sampayo tiene diabetes, es insulino dependiente, tiene problemas de circulación en ambas piernas, y en la carótida tapada”.

 

Para el abogado “la Justicia no puede decidir en ese sentido, tiene que hacerlo un médico”.

 

Y adelantó en declaraciones a La Radio que Sampayo “está citado para la ampliación de imputación para el jueves 19”.

 

 

Fuente: Data Chaco

Policiales

Perdió su DNI, le robaron la identidad y ahora no puede trabajar: el calvario de un hombre en Corrientes

Un terrible caso de robo de identidad tiene lugar en Corrientes, donde una persona está luchando por recuperar su vida tras ser víctima de un delito que no cometió. Su identidad fue usurpada por desconocidos para llevar a cabo diversas actividades ilícitas y ahora no puede conseguir trabajo.

Se trata de Walter Cristian Vidal, oriundo de Buenos Aires, quien denunció que robaron su identidad para cometer múltiples crímenes y estafas hace más de ocho años.

"Me estoy quedando sin trabajo por culpa de este error, yo no tengo antecedentes penales", denunció Vidal, quien fue detenido en medio de sus vacaciones en la localidad de Monte Caseros en 2018 hasta que lograron constatar que no era el culpable de los delitos que se le atribuían.

Esto fue posible gracias a que las huellas digitales de los delincuentes no coincidían con las suyas. La usurpación de su identidad se dio luego de que Vidal extraviara un ejemplar de su DNI años atrás.

El robo de identidad es un delito que, aunque parece abstracto, tiene efectos tangibles y devastadores en las personas afectadas. En este caso, el autor de la suplantación de identidad cometió múltiples crímenes utilizando los datos personales de la víctima, lo que dejó huellas en su historial crediticio y en su reputación social. 

A pesar de que la persona nunca estuvo involucrada en los actos ilícitos, los registros de estas acciones siguen asociadas a su nombre, lo que complica aún más su situación.

Fuente: DataChaco

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Tecno

Un desafío creciente para los estudiantes: cómo organizar su tiempo y no distraerse con la tecnología

Kay Nash, una profesional en el campo del derecho en Washington, D.C., se enfrentó a una preocupación constante cuando su hijo comenzó la secundaria. Como madre, conocía bien las dificultades de organización y estudio de su hijo, diagnosticado con TDAH (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) y ansiedad desde que estaba en tercer grado. Aunque un tratamiento combinado de medicación y apoyo escolar lo había ayudado a transitar la primaria, los cambios y mayores exigencias de la secundaria empezaron a impactar en su rendimiento.

Con el paso a secundaria, Nash observó una carga de trabajo creciente, con más asignaturas, proyectos y tareas que aumentaba las dificultades organizativas de su hijo. Ella intuía el riesgo de caer en una dinámica en la que los recordatorios, las exigencias de cumplir con plazos y la presión por obtener buenas calificaciones se convirtieran en una fuente de conflicto constante entre ambos.

Kay no deseaba esa relación con su hijo; quería un vínculo basado en el apoyo y la motivación más que en la crítica y la supervisión constante. “No quería tener que gestionar sus deberes escolares, gritándole sobre los plazos o sobre la importancia de las buenas calificaciones”, recuerda. “Quería una relación positiva y alentadora con mi hijo”, cuenta en el artículo de The Wall Street Journal.

Determinada a ofrecerle un soporte que no se limitara a las urgencias académicas del presente, Nash decidió buscar ayuda profesional.

Una ayuda clave para el éxito escolar y la vida cotidiana

Así descubrió un recurso aún desconocido para muchas familias: los entrenadores de función ejecutiva. Este nuevo enfoque en el apoyo educativo y emocional pone énfasis en ayudar a los estudiantes a desarrollar una serie de habilidades conocidas como función ejecutiva (EF, por sus siglas en inglés), fundamentales para la organización, la planificación y la adaptación a distintas situaciones.

La función ejecutiva se basa en tres habilidades clave. Primero, la memoria de trabajo, que permite retener información a corto plazo; segundo, el control inhibitorio, que ayuda a los estudiantes a manejar impulsos y posponer gratificaciones; y finalmente, la flexibilidad cognitiva, la capacidad de adaptarse, resolver problemas, planificar y realizar múltiples tareas.

Nash encontró que los entrenadores de EF podrían ayudar a su hijo a transformar grandes tareas o proyectos en objetivos más pequeños y manejables, además de a establecer un horario diario en el que también incluyera tiempo para el ejercicio, el descanso y la socialización.

Para muchas familias, estos entrenadores han llegado a ser más que un apoyo académico: son una guía para el desarrollo de habilidades esenciales que pueden fortalecer la autoconfianza y la autosuficiencia de los estudiantes. En palabras de Brandon Slade, fundador de Untapped Learning en Denver, el interés por este tipo de entrenamiento creció significativamente.

“Muchos estudiantes hoy en día tienen dificultades con el manejo de la procrastinación y otras tareas básicas de función ejecutiva”, comenta Slade. Hace cinco años, el servicio de entrenamiento de función ejecutiva se dirigía principalmente a estudiantes con diferencias de aprendizaje como el TDAH, pero hoy, la demanda proviene de estudiantes neurotípicosdistritos escolares y hasta instituciones de educación superior y empresas.

Estudiantes y tecnología, ¿positivo o negativo?

En las últimas décadas, la tecnología modificó el entorno educativo y personal de los jóvenes, multiplicando las fuentes de distracción y haciendo más difícil que los estudiantes mantengan la concentración y el control sobre su tiempo. El uso intensivo de dispositivos digitales no sólo fragmenta su atención, también aumenta los niveles de ansiedad y estrés.

A medida que los jóvenes se ven obligados a equilibrar las exigencias académicas, las actividades deportivas, el voluntariado y el proceso de admisión universitaria, las habilidades de gestión del tiempo y priorización de tareas se vuelven cada vez más críticas.

Sin embargo, la capacidad de cumplir con estas demandas es un desafío, ya que “la tecnología está fragmentando la atención de los niños, y la vida estudiantil se volvió mucho más exigente”, señaló Slade.

Por otra parte, Grant Leibersberger, fundador de Focus Collegiate de Boston -que ofrece entrenamiento de función ejecutiva para estudiantes- también observó el impacto de la sobrecarga de opciones y actividades en los jóvenes. Para él, la variedad y cantidad de decisiones que deben tomar a diario es abrumadora: “El número de opciones disponibles para los jóvenes ha aumentado sustancialmente. Sus cerebros no están preparados para lidiar con todas estas decisiones a tan temprana edad”, comentó, subrayando cómo las demandas externas pueden superar las habilidades de organización de los adolescentes.

Este fenómeno se convirtió en un reflejo de un sistema educativo y social que, aunque promueve la multitarea y el éxito académico, dejó de lado la enseñanza de competencias fundamentales de organización, atención y manejo de la ansiedad.

Un desafío necesario en las aulas

Para Daniella Passno, subdirectora de The Browning School de Nueva York, el problema de la falta de habilidades de función ejecutiva en estudiantes es un tema urgente y evidente. Con años de experiencia en el ámbito educativo, presenció un marcado deterioro entre sus alumnos. “Estas habilidades se están perdiendo -dice-; el contexto de distracciones digitales está afectando drásticamente la capacidad de los estudiantes para gestionar sus compromisos académicos”.

La omnipresencia de la tecnología en la vida de los estudiantes es una de las causas principales del problema. Durante sus clases, Passno notó que los estudiantes, al utilizar teléfonos celulares, alternan entre aplicaciones como Spotify, redes sociales y correos electrónicos mientras intentan atender a las tareas académicas.

El resultado es un estado de distracción constante. Un informe reciente de Common Sense Media revela que los adolescentes, en promedio, reciben 237 notificaciones diarias en sus teléfonos, lo cual representa una interrupción constante que les impide concentrarse en una sola actividad durante períodos de tiempo prolongados.

Consciente de estos desafíos, Passno y su equipo de educadores implementaron un programa de entrenamiento en función ejecutiva en The Browning School. En un esfuerzo por contrarrestar la influencia negativa de las pantallas, los estudiantes de secundaria ahora toman apuntes exclusivamente en cuadernos y utilizan planificadores codificados por colores para organizar sus tareas.

Además, todos los profesores en Browning reciben capacitación en el método de Cornell Notes, una técnica de toma de apuntes que ayuda a los estudiantes a enfocarse en ideas clave y estructurar sus pensamientos en puntos concretos. Este sistema, que incluye un resumen final de las lecciones, busca no sólo mejorar el rendimiento académico, sino también fortalecer las habilidades de análisis y organización, esenciales para el éxito futuro de los estudiantes.

A su vez, muchos educadores y entrenadores de función ejecutiva comenzaron a trabajar con los estudiantes para desarrollar estrategias concretas, como bloques de tiempo sin interrupciones tecnológicas y rutinas de planificación diaria que les permitan hacer un uso más consciente de sus horas de estudio y de descanso. El objetivo es ofrecerles herramientas no sólo para enfrentar el exceso de estímulos, sino también para manejar de manera saludable las expectativas y reducir el impacto del estrés en sus vidas cotidianas.

Cuestión de clase

Aunque el entrenamiento en habilidades de función ejecutiva se convirtió en un recurso invaluable para estudiantes que luchan con problemas de organización y atención, su acceso está limitado a quienes pueden costearlo. Con precios que oscilan entre USD 125 y USD 225 por hora y sin cobertura de seguro en la mayoría de los casos, este tipo de apoyo queda fuera del alcance de muchas familias. Esta barrera económica crea una brecha de desigualdad en la educación, donde sólo un pequeño porcentaje de estudiantes -de familias con mayores recursos- pueden acceder al entrenamiento necesario para optimizar su rendimiento académico y su bienestar mental.

Fuente: Infobae

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Actualidad

“No debí hacer eso”: ¿Por qué seguimos invirtiendo en relaciones o proyectos que no funcionan?

¿Mito o verdad? ¿Es cierto que tomamos decisiones pensando más en no seguir perdiendo que en ganar? No tiene nada que ver con tu personalidad; es uno de los sesgos que tenemos como seres humanos. Como cada lunes, en “No debí hacer eso”, te invito a hablar de la cocina de nuestras decisiones y cómo podemos hacer para mejorarlas.

En este encuentro vamos a hablar de la falacia del costo hundido, que básicamente es nuestra tendencia a continuar con algo, con una inversión, con un proyecto, con lo que sea, porque ya invertimos demasiado en eso. Nos pasa, por ejemplo, con una carrera: empezamos a estudiar, pasan ciertos años y, en lugar de dejarla porque no nos gusta, decimos “claramente ya invertí un montón de tiempo en esto”.

Nos pasa incluso en nuestra vida personal, con nuestra pareja o cuando queremos cambiar de trabajo. Sin lugar a dudas, la inversión que hacemos en tiempo, dinero y energía juega como un elemento clave en esta falacia del costo hundido. Les cuento un ejemplo mío del domingo pasado: fui a un restaurante a comer mi favorito: milanesa con fideos, que decían que estaban buenísimos, o al menos eso mostraban las fotos de Instagram.

Voy, me anoto para que me toque una mesa afuera porque estaba con Loki. Bueno, empieza a pasar el tiempo: pasan 20 minutos y me pregunto ¿qué hago? ¿Cuánto tiempo más me quedo esperando la mesa o me voy? Me empieza a dar hambre, la ansiedad aumenta, y las ganas de irnos también.

Entonces empiezo a preguntarme qué hago. ¿Voy a buscar otro restaurante o espero? Ya pasaron 20 minutos. Bueno, y así estuve 15 minutos más. Finalmente, me senté después de un rato, pero ya lo hice con la mala onda de haber esperado tanto tiempo, y capaz si íbamos a otro lado la pasábamos mejor.

¿Pero por qué es tan importante entender el impacto de esta falacia? ¿Por qué sucede el sesgo del costo hundido? Primero, cuando proyectamos en algo que queremos hacer e invertimos tiempo y energía, también estamos invirtiendo expectativas y creamos un escenario de cómo nos sentiremos, cómo será esa experiencia que queremos tener. Entonces, cuando eso no sucede, surge la decepción.

Pero además, muchas veces decidir retirarnos de algo implica reconocer frente a otros que no estábamos en lo cierto, que nos equivocamos, que planeamos algo que no resultó como esperábamos. Y no hay nada peor que reconocer un error. Entonces, claramente, eso termina jugando y conspirando en nuestra contra. La falacia del costo hundido es una especie de trampa mental donde quedamos enredados en lo que estamos haciendo y nos cuesta salir.

¿No podemos desprendernos? Antes se creía, y muchos todavía creen, que los seres humanos son agentes racionales que toman decisiones con datos objetivos, haciendo cálculos concretos de cómo maximizan su utilidad. La falacia del costo hundido demuestra que eso no es así, ya que las emociones juegan un rol importante.

La bronca de tener que reconocer que me equivoqué, que no planifiqué bien, que no era como pensaba. Y ni que hablar del ego, que todos tenemos, al tener que demostrar frente a los otros que estamos aceptando un error o que algo no salió como pensábamos.

Entonces empezamos a esforzarnos por justificar nuestra decisión y entramos en un loop donde seguimos perdiendo, y quizás la mejor decisión, la decisión racional y objetiva, era retirarse.

Veamos cómo funciona esto en un experimento. En 1985, dos profesores, Hal Arkes y Catherine Blumer, quisieron ver cómo operaba la falacia del costo hundido en un grupo de estudiantes universitarios. Les plantearon la siguiente situación: una persona compraba un fin de semana de esquí en Michigan por $100. Luego, esa misma persona compraba otro paquete para un fin de semana de esquí, pero en Wisconsin y a mitad de precio, por $50.

El problema es que ambos eran el mismo fin de semana: había que elegir uno de los dos, sin posibilidad de devolver o revender ninguno de los boletos. Se planteaba, sin motivo concreto, que el viaje a Wisconsin sería mucho más divertido que el viaje a Michigan.

¿Qué eligió la mayoría de los estudiantes? Lógicamente, uno diría que Wisconsin, porque ya compraron ambos, y Wisconsin promete ser más entretenido. Sin embargo, la mayoría, el 54%, decidió ir a Michigan. ¿Por qué? Porque creían que de esa forma perderían menos dinero del que perderían si fueran a Wisconsin.

Como sucede con todos los sesgos, es bastante difícil de combatir. Pero como siempre, te dejo dos tips.

  1. Enfocate en los beneficios y no en las pérdidas: cuando pienses en esa situación puntual, considera todo lo que podés ganar si esa decisión es alterada y no te focalices únicamente en lo que venís perdiendo o en lo que te gustaría recuperar.
  2. Establece criterios claros: por ejemplo, el tiempo. Definí cuánto tiempo vas a continuar, o cuánto te permitirás evaluar cómo continúa esa inversión, ese proyecto o incluso cuánto tiempo te quedarás esperando una mesa afuera de un restaurante.
  3. Pensá un plan de salida: antes de arrancar un nuevo proyecto o inversión, pensá claramente qué harías si decidís abandonarlo. Saber que tenés un plan B puede ayudar a tomar la decisión de cambiar si llegas a ese punto.

Fuente: Infobae

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