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Reacción de los mercados: el dólar abrió a $62 y sube el Riesgo País

Tras el anuncio del Gobierno de reperfilar la deuda argentina a corto plazo, responden los mercados. En el exterior cotizan a la baja los bonos y ADRs argentinos.

La decisión de Mauricio Macri de reperfilar los vencimientos de las deudas de corto y mediano plazo, anunciada ayer por el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, tiene su primer test esta mañana en los mercados.

El dólar abrió $2 por encima del cierre de ayer en el Banco Nación y el Riesgo País supera los 2200 puntos básicos, en otro día que promete zozobra en el mundo financiero.

"Dada la incertidumbre de los mercados financieros se procederá a distender el desafío financiero de corto plazo para disponer de reservas suficientes para garantizar la estabilidad cambiaria e inflacionaria durante todo el período electoral, objetivo de primer orden del Presidente (Mauricio Macri) y que descontamos comparten todos los candidatos presidenciales", argumentó Lacunza en una conferencia de prensa brindada en el Palacio de Hacienda.

Minutos después de los anuncios, la Licitación de Letes y Lecaps fue declarada "desierta".

Noticia en desarrollo...

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Llegó a Buenos Aires con $300 en el bolsillo, apostó a la gastronomía y hoy vende 200 mil hamburguesas por mes

Unas 200.000 hamburguesas por mes, casi cinco por minuto. 48 locales abiertos, 10 en obra. Julio Gauna tiene todos los números en la cabeza y no es para menos: en apenas 8 años, levantó la mayor cadena de hamburguesas artesanales del país. Además, ya metió los pies en el exterior, con tres sucursales en Miami, Estados Unidos.

De Mar del Plata a Buenos Aires

Gauna tenía apenas $300 en el bolsillo cuando un día de junio de 2007 se subió a un micro en Mar del Plata para pelearla en Buenos Aires.

 “Trabajaba en un locutorio, estudiaba tercer año de contador público y ya me habían robado 30 veces. En una de esas me dejaron en calzoncillos, literal. Llegué llorando a mi casa y le dije a mi papá ‘no quiero más’”, recordó. Entonces, su papá le dio $50 para el pasaje de micro y Gauna soltó las amarras.

En CABA, trabajó de camarero en un hotel, luego en un restaurante, hasta que entró a trabajar relación de dependencia, donde se quedó 10 años. Un divorcio y la imposibilidad de ascender por no tener un título universitario lo llevaron a renunciar.

Del primer local en Boedo a la conquista del mundo

Con $500.000 que obtuvo de un acuerdo con la empresa y la ayuda de tres excompañeros -ahora socios-, decidió reinventarse y poner una hamburguesería. “‘¿Qué sabes vos de gastronomía?“, le preguntaron Fernando Rodríguez, Daniel Ogando y Lucas Viera. ”Trabajé de bachero en Mar de Plata”, les contestó Gauna. Aun así le dieron plata y entre los cuatro logró juntar un millón de pesos.

Con la ayuda de su papá, un militar retirado, Julio armó el primer local en el barrio de Boedo, en Castro Barros e Independencia. “Estuvimos trabajando 16, 17 horas diarias durante 3 meses. Todo, menos las televisiones, está armado por mí”, sostuvo con orgullo.

El nombre de local -El desembarco- no fue elegido al azar. Todo alude a los barcos, el entorno en el que se crio Julio en la Base Naval de Punta Alta: “Toda mi vida estuve relacionada con la Armada. Nuestras hamburguesas se llaman San Antonio, General Belgrano, Santísima Trinidad... que son todos barcos de la Armada Argentina”.

Gracias a una convocatoria en Facebook, el día de la apertura, en junio de 2017, había dos cuadras de cola. “Un éxito rotundo”, pensó Gauna. Menos de un año después, “estaba fundido”, a punto de rematar el local.

“Eso fue el menospreciar la gastronomía, no saber lo que es la constancia. Trabajaba muchísimas horas, pero no sabía de procesos, procedimientos... la verdadera historia del argentino que trabaja, vende y piensa que la plata que está en la caja es de él”, sostuvo.

Con la ayuda de Tomás Calvagna, creador del “Club del Bajón”, Gauna se sumergió en el mundo de Instagram y comenzó a “darle importancia al marketing de redes”.

Una chef que conocía, Mariela, le ayudó a mejorar la recetas y poner orden en su cocina: le habló de inventarios, costos, rendimientos. Gauna también le apostó fuerte al delivery a través de la empresa Glovo. La comisión era alta, pero le sirvió. ”Para diciembre de 2019, éramos la segunda hamburguesería con más ventas online de la Argentina“, dijo. Julio logró no solo salvar su local, sino que abrió un segundo. Y un tercero. Y así siguió creciendo hasta tener siete hamburgueserías antes de la pandemia.

El Desembarco fue alguna de las empresas que lograron crecer mientras la gente estaba en casa, gracias a las apps y el delivery. Con tantos locales, llegó el momento de estandarizar la producción para poder mantener la calidad del producto. “Yo no uso conservantes, no uso aditivos, no congelo. Porque si vos congelás la carne se cristaliza y se pierden los jugos, se deshidrata. Todo lo hacemos a diario”, explicó Gauna.

El menú ofrece unas 20 variedades de hamburguesas, además de milanesas, sándwiches, hot dogs, propuestas veganas y gluten free y una selección de cervezas artesanales.

Al contar ya con un centro de producción y camiones propios, Gauna pensó en abrir franquicias, primero con conocidos, luego con inversores que ponen entre US$60.000 y US$80.000 para tener un local.

De la noche a la mañana tenía 18 locales, pero no sabíamos cómo manejarlos”, reconoció. Entonces sumaron a un gerente reclutado en una de las mayores cadenas mundiales de hamburguesas. “Hicimos manuales, mejoramos procesos...”, y siguió creciendo.

Gracias a las franquicias, El Desembarco ya está presente en siete provincias, pero Gauna espera estar en 10 cuando termine el año. Entre sus próximos desembarcos, estarán Chubut, Jujuy y Chaco.

Queremos llevar nuestra experiencia a cada rincón de Argentina”, afirmó Gauna, que también logró el desafío de poner pie en Estados Unidos, con tres locales en Miami, donde marcó la diferencia con su “producto artesanal y con carne 100% argentina”.

¿La diferencia fundamental entre los locales pensados para los estadounidenses y los argentinos? “16 televisores”, respondió entre risas el extrabajador de la empresa de cable.

“Vimos que lo que al americano le gusta es estar sentado en la barra con un deporte de pesca o de fútbol, de hockey, de básquet y funciona así. Entonces, música americana, buena atención y ya está, porque el producto es muy bueno. Ya vendemos 5000 hamburguesas por local por mes, es un muy buen número”, dijo, aunque está consciente de que “allá la competencia va a ser agresiva, porque es Estados Unidos”.

El secreto del crecimiento

Gauna no está sorprendido por el rápido crecimiento de la empresa. “Esto es un sueño no soñado”, dijo, pero también el fruto de muchos esfuerzos para un hombre que se define como “muy familiar” y sostiene que “casi se fundó 20 veces”.

“Implica muchas veces llegar a las 2 de la mañana a mi casa, bañarme, acostarme, despertarme a las 5 para inaugurar un local. El año pasado viaje 70 veces en avión. Hasta el 30 de diciembre me fui a Tucumán para charlar una propuesta”, contó.

El secreto del éxito radica así en mucho trabajo. “Vender una franquicia es fácil. Lo difícil es mantenerla. Lo difícil es no cerrar locales. Para eso hay que estar muy detrás. Vendemos una experiencia, que haya mozos para que la gente se sienta y esté atendida”, afirmó.

Para seguir creciendo en un contexto económico adverso, la clave es la atención, sostuvo: “Hoy más que nunca en Argentina, donde el que salía tres o cuatro veces por mes ahora sale una sola, para que nos elija a nosotros tiene que ser una experiencia espectacular”.

Gauna sueña a lo grande, quiere ensanchar el mapa. Ya se puso una meta: 200 locales para 2027. “Mi objetivo es seguir creciendo, quiero tener la mejor hamburguesería, quiero llegar a todos lados, quiero desarrollarme en Estados Unidos, llegar a Europa”.

Fuente: TN

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Nacionales

Crecen las familias que deciden tener solo un hijo: qué hay detrás de la caída de la natalidad en la Argentina

En las últimas décadas, la idea de una familia numerosa se fue extinguiendo, ya que en la Argentina -y en el mundo- se está viviendo una transformación silenciosa pero poderosa: menos hijos, más distancia entre cada embarazo y más personas que deciden no atravesar más de una crianza a la vez.

¿Qué cambió entre aquella generación que crecía entre hermanos, mesas extensas y ropa heredada, y la actual que duda incluso de repetir la experiencia de maternar? ¿Es una elección o una renuncia?

Con datos, la voz de una especialista y testimonios, TN buscó respuestas no solo para saber qué pasa con ese segundo hijo que no llega, sino para averiguar qué dice eso sobre los cambios de nuestra sociedad en aspectos económicos, emocionales y personales.

La caída de la natalidad

Cada vez más, crece la cantidad de personas que deciden no tener hijos o tener solo uno tanto en el mundo como en la Argentina. Esto es un fenómeno que empezó a verse a partir de 2014, cuando se produjo una caída llamativa en la natalidad, la cual solo se profundizó en los años siguientes. Entre ese punto y el último informe disponible, que fue en 2022, se detectó una baja de casi el 40%.

“Se observa que la cantidad de nacimientos pasó de 777.012 en 2014 a 495.295 en 2022, significando esto una caída del 36%”, indica el informe “Natalidad y demanda educativa”, realizado por el Observatorio de Argentinos por la Educación.

En este escenario, los datos reflejan que el mayor descenso se vio en provincias como Tierra del Fuego con -49%, en Jujuy con -44% y en la ciudad de Buenos Aires también con -44%. En cambio, las menores caídas se dieron en Chaco (-21%), Santa Fe (-28%) y Misiones (-29%).

Por otra parte, si se analiza la cantidad de nacimientos según la edad de la madre y se comparan los datos de 2014 con los de 2022, se observa que la disminución fue más fuerte en los grupos más jóvenes.

 • En madres menores de 15 años, los nacimientos bajaron un 64%: de 3.007 a 1.087.

 • En el grupo de 15 a 19 años, la caída fue del 62%: de 113.945 a 43.210.

 • En el grupo de 20 a 24 años, bajaron un 44%: de 192.415 a 107.449.

A su vez, a medida que aumenta la edad, la diferencia entre ambos años es menor: en mujeres de 25 a 29 años, la baja fue del 30%; en las de 30 a 34 años, del 28%; en las de 35 a 39, del 22%; y por último, en las mayores de 40 años, del 5%.

De esta manera, el estudio realizado por el Observatorio de Argentinos por la Educación demostró que hubo un cambio en la distribución de los nacidos por edad de la madre y una postergación de la maternidad, ya que hay una mayor proporción de mujeres que tienen hijos en una edad más avanzada.

En el caso de CABA, un informe reciente del Gobierno de la Ciudad indicó que se redujeron a casi la mitad los nacimientos en los últimos ocho años.

“Según los datos del Registro Civil porteño, las actas de nacimiento se redujeron de 76.298 en 2016 a 43.075 en 2023, lo que representa una caída en la natalidad del 43,54%”, se lee en el documento.

Sin embargo, si se tienen en cuenta los datos del primer trimestre de 2024 -en donde se registraron 20.214 nacimientos- el descenso se amplió al 48,03%, es decir unos 18.885 menos que en el mismo semestre de 2016.

Andrea tiene 45 años, es abogada y decidió no tener hijos. “Nunca me vi en un proyecto de vida de una familia tipo. De todas maneras, hoy estoy convencida de que una materna a distintas personas, e incluso mascotas, sin la necesidad del vínculo madre-hijo”, argumentó.

Además de priorizar su independencia y el desarrollo de su carrera profesional, ella contó que optó por esa elección debido a su historia personal. “Si bien mi mamá estaba presente, yo ayudaba con las tareas de cuidado de mis hermanas. Desde muy chica tuve que ejercer esa parte de la maternidad que me hizo replantear un montón de cosas”, relató.

Con los años, Andrea también se involucró en la crianza de sus sobrinos: “La función materna, entendida como el cuidado de otro, se ejerce por fuera también. Con ellos no solo me siento a hacer las tareas del colegio, sino también en la enseñanza de los buenos tratos y educación”.

A su vez, también remarcó el hecho de que las madres no solo salen a trabajar para que “la economía del hogar alcance y ver cómo consiguen una niñera”, sino que también continúa el estereotipo de que la mujer es la encargada exclusiva de las tareas del hogar. “En mi caso, no me interesa tener estas cuestiones en mi vida cotidiana y no me arrepiento de no tener hijos”, concluyó.

El costo de la crianza

Una de las preocupaciones actuales que más se repite a la hora de pensar en tener un hijo es el costo económico que eso conlleva. Es por este motivo que Agustina, de 34 años, decidió no tener un hermano para Lautaro, de 7. “Hoy por hoy, la realidad es que no quiero tener más por cuestiones económicas. Creo que es fundamental porque es una gran responsabilidad. Eso de que un niño viene con un ‘pan abajo del brazo’ no es así”, contó en diálogo con TN.

A su vez, Agustina argumenta que en la actualidad hay un espacio más habilitado para planificar la maternidad. “Creo que hoy es más pensado. Antes había mucho de tradición y de desinformación. Ahora las mujeres podemos charlar y decir con libertad lo que queremos. Tenemos esa voz que antes no teníamos”.

En el último informe de la canasta de crianza del INDEC, se detallaron los costos de consumos y cuidados de infantes, niñas, niños y adolescentes en marzo de 2025. De esta manera, se realizó una comparación con los datos de enero de 2020 y se comprobó que los números se dispararon en todos los rangos etarios.

En promedio, el costo de criar a un chico se multiplicó por más de 20 en cinco años, un salto que puede ayudar a explicar por qué muchas familias deciden no tener un segundo hijo e incluso a los que ni siquiera consideran tener uno.

En esta línea, el documento indica que la canasta de crianza para bebés de menos de un año en marzo de 2025 es de $409.414, mientras que para los nenes de entre 1 y 3 años es de $482.060. En el caso de los chicos de entre 4 y 5 años, el costo baja a $399.928; y en los que están entre los 6 y 12 años es de $388.010.

La soledad, la abrumación y las dificultades de la crianza

La decisión de tener un solo hijo no responde únicamente a factores económicos. También intervienen aspectos emocionalessociales vinculares que atraviesan profundamente a madres y padres en la actualidad. La psicóloga y socióloga Claudia Messing, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar (SAFT), explicó cómo la sobrecarga emocional, la soledad en la crianza y un nuevo tipo de vínculo entre adultos e hijos influyen en esta tendencia creciente al hijo único.

Messing sostiene que también está “la necesidad de sostener y desarrollar carreras profesionales y proyectos personales como los de viajar, las dificultades de consolidar una pareja con la cual armar una familia y la altísima presión y autoexigencia con que viven las personas en estas épocas”.

En el caso de las madres primerizas, la especialista señala que muchas experimentan vivencias de soledad abrumación por la intensa demanda que implica la crianza, especialmente en los primeros momentos.

“Tengo varias razones que me llevan a pensar que no quiero volver a ser mamá, pero principalmente porque el papá de mi hijo no se hace cargo económica ni afectivamente”, relató Lorena, de 33 años. Si bien destacó que cuenta con la ayuda de sus padres, también indicó que es difícil encontrar una pareja que sea capaz de conformar una familia de manera responsable. “Tener un hijo implica mucha responsabilidad y la mayoría de las mujeres que conozco, ya sean amigas o clientas, están en la misma: los padres no se hacen cargo”, concluyó.

Paula, de 34 años, contó que tener un segundo hijo o hija aún no es una decisión que está decidida al 100%. Sin embargo, mencionó que existen dos cuestiones que impiden que esa idea se haga realidad por el momento. Por un lado, señaló las dificultades del contexto económico actual, pero también destacó la demanda de la crianza.

“Hay mucho factores: los tiempos que manejamos los adultos, el trabajo, las licencias de paternidad que son muy cortas. Es una cadena de cosas que nos llevan a trabajar y, al mismo tiempo, a estar solas”, afirmó.

Asimismo, también habló sobre la soledad que se transita durante el proceso: “Tener un bebé recién nacido y estar sola es muy fuerte para la cabeza. Y sé que soy una privilegiada porque tuve muchas cosas que otras personas no tienen, como una licencia por maternidad o una pareja que cría conmigo a la par. Pero aún así, me resultó muy difícil”.

En este sentido, Paula remarcó que también se suman las complicaciones para tener una vida paralela a la maternidad. “Aunque tratemos de hacerlo lo mejor posible, inevitablemente cometemos errores. Todo eso se suma: las culpas, los cuestionamientos y todo lo que aparece a medida que vamos criando”.

Uno de los conceptos fundamentales que plantea Claudia Messing para entender las dificultades actuales en la crianza es el de simetría inconsciente. Se trata de una nueva forma de vínculo entre adultos y chicos, que se caracteriza por la ausencia de distancia simbólica entre ambos. En este modelo, los hijos ya no se posicionan por debajo de los padres en una estructura jerárquica tradicional, sino que se perciben como sus iguales, como si se estuvieran mirando “frente a un espejo”.

“Las personas desde que nacen hoy copian masivamente a sus padres porque se acabó el miedo y la distancia en la crianza”, explicó Messing. Esta imitación no es solo conductual, sino emocional: genera lo que ella llama paridad psíquica, una sensación de igualdad que impide a los niños internalizar a los adultos como figuras protectoras. En consecuencia, “aún en el mejor de los vínculos se sienten solos por dentro y con un gran monto de autoexigencia interior por este mismo mandato de poder solos”.

Esta carencia de apoyo interno no desaparece al llegar a la adultez. Por el contrario, se reactiva en el momento de la crianza, especialmente en madres y padres primerizos.

Además, los chicos actuales, criados también en este vínculo simétrico, crecen esperando que sus padres reflejen y confirmen todos sus deseos. Cuando eso no ocurre, la frustración se vuelve intolerable y se expresa en berrinches o espasmos del sollozo de una intensidad tal que, como advierte Messing, incluso fueron considerados cuadros clínicos por el último manual de psiquiatría.

Sobre esto, Romina, de 36 años, contó que su hija Olivia, de 6, “es una nena muy sensible y con una personalidad muy fuerte desde chiquita”. Esto le produjo complicaciones a la hora de establecer ciertos límites: “A veces me pide algo y si le digo que no, se quiebra de una manera que me hace sentir culpable. Y aunque sé que no es su intención manipularme, lo que me genera es tan fuerte que termino cediendo y o me siento la peor madre del mundo”.

Por otra parte, subrayó que si bien cuenta con ayuda de su pareja, sus padres y sus amigos, muchas veces siente la sensación de que “puede sola”. “Me crié muy a la par de mi mamá, siempre sintiendo que tenía que ser fuerte y que no podía molestar. Y ahora veo que eso me pesa un montón en la maternidad porque quiero ser firme con mi hija, contenerla, guiarla, pero muchas veces me siento más niña que adulta frente a ella”, explicó.

Hoy en día, la decisión de tener un hijo -o más- está profundamente atravesada por el contexto. El mandato de la maternidad cede lugar, lentamente, a una maternidad deseada, pensada e incluso cuestionada. La caída de la natalidad no es un solo una cifra, sino el reflejo de una generación que cría en soledad, con culpas y con miedo, pero también con elección y límites.

En esa tensión entre querer, poder y deber, se escribe una nueva historia familiar, con menos integrantes, pero quizás con vínculos más conscientes. Y aunque los números sigan bajando, la pregunta que queda abierta es si, en esta nueva manera de criar, también estamos creando otras formas de ser y estar en el mundo.

Fuente: TN

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Lo abandonaron en una bolsa cuando era bebé, estuvo cuatro años preso y un extraño deporte le salvó la vida

“Estuve preso, perdido en las drogas y alejado de mi hijo. Hoy enseño esgrima de cuchillo en el club que amo y puedo decir que el deporte me salvó la vida”. Con esas palabras, empezó a contar su historia Federico Lorenzo, un hombre que supo tocar fondo y que, a fuerza de voluntad, disciplina y entrenamiento, logró darse una segunda oportunidad.

Nació en Tucumán, pero no recuerda nada de esa provincia. A Federico lo abandonaron en una bolsa de consorcio cuando era un bebé, con tan solo cuatro días de vida, y fue adoptado por una familia porteña que le dio todo, desde comida, abrazos, juguetes, educación y hasta una infancia donde nunca le faltó amor. Sin embargo, en la adolescencia apareció algo más fuerte que la contención: la calle, las malas decisiones, las adicciones, y como él dice, “la mala vida”.

“Empecé a los 16 años. Drogas, juego, alcohol. Me fui alejando de mi familia sin darme cuenta. Me perdí”, reflexionó. La caída fue lenta pero sostenida. El consumo fue generando conflictos personales, laborales y emocionales. Hasta que todo colapsó. Terminó tras las rejas, donde pasó cuatro años y dos meses detenido. “Estar preso es una tortura, sobre todo para la familia. Ver cómo mis viejos sufrían, cómo me alejaba de mi hijo… fue muy duro”, contó.

Cuando recuperó la libertad, se encontró con otra realidad. Sus padres ya eran mayores, su hijo -que cuando lo vio por última vez era un nene- ahora era un adolescente. “No sabía qué iba a hacer con mi vida. No tenía rumbo”, recordó. Fue en ese momento de incertidumbre total cuando el deporte apareció, o mejor dicho, se le cruzó.

Una casualidad que le cambió la vida

En 2009, buscando simplemente algo para leer, encontró una nota sobre armas tradicionales, bastones y cuchillos. Eso lo impactó. Pero el destino le dio un guiño: el maestro que aparecía en el artículo, Nicola Pulitano, vivía justo en la esquina de su casa. Lo buscó, habló con él y empezó a entrenar. Así descubrió el Tolpar, una disciplina de esgrima de cuchillo nacida en Rusia, que creció en Europa y que poco a poco comienza a expandirse en Sudamérica.

Federico encontró algo más que un deporte. Encontró orden, respeto, energía canalizada, y sobre todo una comunidad. “Primero entrenábamos con cuchillos de aluminio. Me encantó desde el primer día. Sentía que me hacía bien, que me ordenaba”, dijo. Tiempo después conoció a Fabien Guilherme, referente mundial del Tolpar en Francia, quien al enterarse de su historia decidió entrenarlo a distancia desde Francia. “Le estoy eternamente agradecido. Me abrió una puerta y confió en mí”, contó.

Con el tiempo, Federico no solo se recuperó de sus adicciones después de pasar por una dolorosa rehabilitación, también reconstruyó su vínculo con su familia y volvió a abrazar a su hijo. “El día que lo fui a buscar al secundario fue uno de los más lindos de mi vida. Hacía casi tres años que no lo veía. Me abrazó y dije: ‘Basta. Esto tiene que cambiar’ ”, expresó.

Hoy da clases en el Club Atlético General Lamadrid, en Villa Devoto, justo frente al penal, donde no cobra por enseñar. “Lo único que les pido a los chicos es que se asocien al club para ayudarlo. Yo soy feliz enseñando esto que amo, en el club que amo. Me hace bien verlos llegar, entrenar, reírse, despejarse de los problemas”, reveló.

Se trata de un deporte federado y, como el resto, tiene reglas estrictas, protección y dos modalidades de competencia: por puntos o a fondo. Federico entiende que es una disciplina de choque, en el que sus alumnos pueden ejercer violencia, pero también sabe poner límites: “Tienen contacto, claro, pero hay un reglamento. Es un deporte como cualquier otro. No enseñamos violencia, no fomentamos eso, todo lo contrario. Les enseño que esto es para disfrutar y mantenerse alejados de los quilombos de la calle”.

Cuando habla con chicos nuevos, sobre todo con quienes llegan con problemas, les dice que se puede salir, y que siempre hay una oportunidad. “Yo sé lo que es estar en la lona. Lo que es no poder mirarte al espejo. Pero también sé que se puede salir. Me costó mucho, me costó reconocer que tenía un problema con las adicciones. Me lastimé a mí mismo, me alejé de la gente que me quería. Pero si yo pude salir, otros también pueden”, aseguró.

Entre semana, los miércoles y jueves por la noche, el salón del club Lamadrid se llena de personas que entrenan, con respeto y entusiasmo. Ya son más de 25 socios y el número crece. Federico los recibe a todos con la misma frase: “Vení a probar. Vení a olvidarte un rato de los problemas y divertirte”.

En sus planes está competir algún día en Francia y estudiar periodismo. Mientras tanto, sigue enseñando y disfrutando de una vida que supo reconstruir: “Si pudiera hablar con el pibe que era hace 25 años, le diría que no vale la pena esa vida. Que disfrute a su familia, que estudie, que no se deje arrastrar. Pero también le diría que estoy orgulloso de en quién me convertí. Porque a pesar de todo, hoy soy una buena persona. Y el deporte, junto con mi familia, fue lo que me salvó”.

Federico lo dice sin dramatismo, pero con verdad. Está parado frente al club, a metros del penal que le recuerda esa mala vida de la que tanto habla. Ahora, desde este lado, ayuda a otros a no cruzar esa línea, y lo hace con un cuchillo en la mano y una historia de superación que muestra con orgullo.

Fuente: TN

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