En todo el mundo, las enfermedades cardiovasculares son una de las principales causas de muerte prematura en personas menores de 70 años, según la Organización Mundial de la Salud, por esa razón en casi todos los países abundan las campañas y la concientización para reducir los niveles de mortandad por esta afección. Representan casi un tercio de las muertes cada año por un total de 17,9 millones. Esa cifra ascendería a 23 millones en 2030.

Una de las causas más comunes que derivan en estas complicaciones es la aterosclerosis, la obstrucción de las arterias con depósitos de grasa que reducen el flujo sanguíneo a los órganos vitales. Lo llamativo es que esto recae en todos los humanos, pero casi no aplica para otros mamíferos, incluso los chimpancés o en las ballenas y delfines. Ante esto, surge el interrogante: ¿por qué sólo a nosotros?

La explicación

En algún momento de nuestra evolución hace dos o tres millones de años, nuestros antepasados “perdieron” un gen, explica BBC Mundo. Una mutación genética les desactivó un gen llamado CMAH, característica que luego se transmitió a través de la cadena evolutiva hasta llegar al Homo sapiens, que apareció hace unos 200.000 años. La Universidad de California, según su último estudio, como resultado de esta mutación los humanos se han vuelto particularmente vulnerables a los ataques cardíacos.

Ajit Varki, uno de los autores de la investigación, ya había observado que la aterosclerosis es prácticamente inexistente en animales que no sean humanos. Hace diez años, en diversos experimentos se analizaron chimpancés y otros mamíferos en cautiverio para determinar si los factores de riesgo comunes a los humanos, como un estilo de vida sedentario, una dieta alta en grasas y colesterol y la presión arterial alta, podrían provocar ataques cardíacos en los animales.

Cuando todos creían que sí, eso no ocurrió: los ataques cardíacos fueron poco frecuentes y no fueron causados por aterosclerosis. En la última investigación, el equipo de Varki utilizó ratones modificados genéticamente en los que el gen CMAH estaba inactivo, al igual que en los humanos. En otro grupo de ratones, el gen no fue modificado. “Aunque ambos grupos fueron alimentados de la misma manera y sometidos a la misma rutina, el grupo de ratones modificados genéticamente tenía al menos el doble de acumulación de grasa en su sangre”, detalla la BBC.

Para los investigadores, existen varios factores de riesgo que aumentan las posibilidades de enfermedades cardiovasculares en los seres humanos, como la falta de actividad física, la diabetes, el colesterol, el sedentarismo, la obesidad, el tabaco y el consumo de carnes rojas. Aún así, en aproximadamente el 15% de los casos que ocurren por primera vez, estos factores no están presentes pero no dejan de ser determinantes.

Hoy, las enfermedades del corazón siguen acumulando muertos en todos los rincones del planeta. La ciencia, al mismo tiempo, sigue estudiando e investigando la manera de detener o reducir los altos índices de mortalidad. Pero en el mientras tanto, no deben parar las campañas de concientización: hacer vida sana, hacer deporte, comer más sano y reducir los niveles de estrés.