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Son madre e hijo, se llevan 27 años y salen a bailar juntos: “Mis amigos me dicen que es raro”

En una noche común, una más de sus vacaciones, Carola y Tomás, madre e hijo, decidieron hacer algo que no era tan habitual: salir a bailar juntos. Aunque la idea surgió casi por casualidad, el hecho de compartir ese momento, entre risas y algunas miradas curiosas, no pasó desapercibido.
Carola, mamá de tres hijos varones, le dijo que sí a su hijo cuando éste le propuso mostrarle a sus seguidores de TikTok cómo ambos se preparaban para ir a bailar a Pueblo Límite en Villa Gesell. Esa fue la primera vez que compartieron una salida así, y la repitieron algunas semanas después en un boliche de Palermo, con TN como testigo.
“Tomy ya tiene la edad para salir de noche, y la idea fue ir a un lugar que yo conocía, un boliche donde tengo amigos, y que él conociera el ambiente de los adolescentes. No se trataba de compartir toda la noche juntos, pero sí de disfrutar y conocer cómo se mueven, cómo se cuidan entre ellos”, explicó Carola.
Tomás, por su parte, vivió ese episodio en medio de una mezcla de emociones. “La pasé re bien, la verdad. Fue la primera vez que salí con mi mamá así. Yo estaba con mis amigos, pero cada vez que compartía algo con ella, lo grababa para el video”, contó el joven de 18 años.
El video de Tomás y Carola, disfrutando de la música y el ambiente del boliche, se viralizó rápidamente: superó el millón de visualizaciones en pocas horas y acaparó un sinfín de comentarios, tanto positivos como negativos.
“Yo sinceramente no leo los comentarios. Lo que piensen no me cambia mucho porque sé cómo es mi relación con mi mamá”, afirmó Tomás, con una calma admirable. Sin embargo, Carola se permitió ser un poco más reflexiva sobre los comentarios. “Al principio empecé a leer algunos y no me gustó nada. Hubo quienes tocaban el tema de pedofilia, o cosas completamente desubicadas, pero con el tiempo entendí que lo bueno y lo malo de las redes sociales es que todo se hace viral”, expresó.
Tomás agregó: “El hate ya lo tenía asimilado. Siempre que uno está en redes va a haber gente que opine desde el anonimato, pero no me molesta. La gente que me conoce sabe cómo soy”.
Lo que sí les resultó interesante es cómo vivieron sus amigos más cercanos este momento. “Mis amigos me dicen que es raro ver a una mamá en un boliche con su hijo, pero a mí no me afecta. Ellos saben que mi mamá es diferente y siempre me ha acompañado en todo”, contó Tomás. En cuanto a las chicas que lo rodean, Carola no dudó en dar su consejo maternal. “Siempre les digo que si un chico te quiere, que no te engañe. Que sea honesto. No me gusta el doble discurso, y eso es lo que trato de enseñarles a mis hijos”, indicó.
Tomás es jugador de fútbol y sueña con llegar a la debutar en la Primera de Defensores de Belgrano. “Soy deportista, y aunque las redes pueden sumar, siempre estoy enfocado en lo que quiero lograr”, explicó. Su mamá agregó: “No toma alcohol y solo salimos cuando al otro día no entrena o durante las vacaciones”.
“¿Por qué voy a bailar con mi hijo?”
“Voy a bailar con mi hijo prque me divierto mucho, porque tengo confianza”, detacó Carola, de 45 años, antes de que su hijo la interrumpa: “Mis amigos, los más cercanos, saben cómo es mi vieja, saben cómo es mi relación con ella. Es como mejor amiga. Yo le cuento todo. Siempre que tengo un problema, mi primer recurso es ir con ella”.
Carola remarcó: “Me da mucha tranquilidad que Tomy sea bastante abierto, que cuente las cosas, que pueda expresar lo que siente, tanto a mí como a su papá (Marcelo)”.
“Yo sé que es raro que hay gente que piensa que es poco normal salir con su mamá, al final vas y la pasás bien como la pasás con una amiga, literal es lo mismo. Lo recomiendo”, precisó Tomy. Su mamá concluyó: “Yo recomiendo que tengan momentos de calidad con sus hijos, que puedan ver cómo los chicos se mueven en su ambiente para uno también tener tranquilidad y control sobre ellos”.
Fotos, video y edición: Agustina Ribó.
Fuente: TN
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Mide 2 metros y soñaba con jugar en la Primera de Argentinos: hoy es el actor para adultos más famoso del país

La vida de Tomás Deffis no es una historia común. Su historia, la de un joven que creció en Buenos Aires y soñaba con ser futbolista, dio un vuelco de 180 grados cuando el encierro en su casa durante la pandemia lo llevó a convertirse en creador de contenido erótico y el actor para adultos más buscado en el país.
“Mi sueño siempre fue llegar a la Primera de Argentinos Juniors. Hice inferiores en Ferro y Comunicaciones también. Y cuando decían que llegaba a ser profesional uno en un millón, yo quería ser ese uno”, recordó con nostalgia a TN el joven de 22 años.
Cuando finalizó la secundaria su vida se llenó de incertidumbre. Tomás, que entrenaba dos veces por día y actualmente juega en el club de futsal Pedro Morán, tenía planes de irse a vivir solo y conseguir una independencia económica que le permitiese seguir alimentando el deseo de ser futbolista profesional.
Fue en ese momento, en medio de la rutina diaria y del aislamiento, que Tomás sufrió una ruptura amorosa. “Me separé de mi novia porque me había sido infiel. Y ahí, en un arranque de rebeldía, decidí empezar a hacer contenido erótico”, contó.
En un principio, los resultados no fueron lo que esperaba, pero pronto descubrió una nueva faceta que lo atraía: Tomás grababa contenido erótico solo, pero las ventas no eran significativas. “Hice un video malísimo, la verdad. Pero de alguna forma, eso me llevó a conocer a más personas en la industria”, explicó.
Fue entonces cuando una chica lo contactó para hacer un video juntos. Sin embargo, la verdadera revelación llegó cuando un amigo le sugirió probar grabar con un hombre. “Probé estar con un chico en cámara. Me trató bien, me sentí cómodo, me abrió la cabeza. Creo que fue lo que más me marcó: sentirme deseado”, confesó.
Allí comprendió que la sexualidad en su vida siempre fluiría de manera orgánica. “No soy ni hetero, ni gay, ni bi. Soy Cofla24CM y hago videos de lo que quiero, sin ponerme etiquetas”, explicó el joven, que mide dos metros y que adoptó su seudónimo por el apodo que tiene en su club (flaco al revés) y la medida de su pene erecto.
“Me habló un pibe llamado Roger y me enseñó todo: cómo producir contenido, crear mi propia marca, relacionarme con la gente”, relató. Fue gracias a su mentor, quien luego se convirtió en su amigo, que Tomás entendió que su futuro no estaba en trabajar para agencias ni tener empleos convencionales. “Empecé a producirme yo. Ahí entendí que si no me gestionaba yo, nadie lo iba a hacer”, dijo Cofla.
A partir de allí, su éxito fue ascendente. Con el tiempo, logró grabar colaboraciones con hombres y mujeres, creando una audiencia fiel que lo seguía tanto por su contenido como por su personalidad auténtica.
La reacción de su familia
Al principio, Tomás no les contó nada a sus padres. “Tenía mi propia plata, no les decía de dónde venía, no me preguntaban”, confesó. Pero la situación se complicó cuando comenzaron a llegar amenazas de personas que intentaban extorsionarlo, amenazando con enviar sus videos a su familia. Fue entonces cuando su madre, María Elena, se enteró. Tomás se sorprendió por la reacción abierta y comprensiva de su mamá. En cambio su papá, Gustavo, fue más reticente.
“Mi viejo al principio no me bancó. Me dijo que podía hacer lo que me hiciera feliz, pero no apoyaba que expusiera mi cuerpo y mi salud. No le molestaba que estuviera con hombres, pero no quería verme en ese ambiente”, rememoró Tomás, que acumula miles de seguidores en sus redes sociales, en OnlyFans, y más de 38 millones de visualizaciones en PornHub, la plataforma de contenido explícito para adultos.
Esta falta de apoyo paterno fue uno de los momentos más difíciles para Tomás. “Me quería ir de casa. La figura de mi viejo es muy fuerte para mí, y no tener su aprobación fue duro. Pero con el tiempo, entendió que era mi vida”, agregó. La terapia también jugó un papel clave en su proceso, aliada hasta hoy para manejar la exposición y todo lo que le fue sucediendo con el correr de los meses. “Empecé a ir al psicólogo, me ayudó mucho. Cada vez que salía de una sesión me sentía más tranquilo”, explicó.
Con el tiempo, la relación con su familia mejoró, y su padre comenzó a asimilar el mundo de su hijo. “Ahora me dice: ‘Hacés lo que te hace feliz’, y eso me da mucha paz”.
En cuanto al reconocimiento que recibe en las redes y en la calle, a pesar de la controversia que rodea su trabajo, Tomás se siente cómodo con la visibilidad que ha ganado. “Al principio, cuando no era tan conocido, la gente pensaba que era solo un chico más. Pero cuando me conocen, se dan cuenta que soy un pibe normal, que va al psicólogo, que es familiero. Y siento que las chicas y los chicos con los que colaboro me quieren y respetan por eso”, reflexionó.
Sin embargo, la exposición ha traído consigo algunos desafíos. “A veces me saludan y me piden fotos, y aunque al principio me costó, ya lo tengo incorporado. No me molesta”, dijo con naturalidad quien logró encontrar un equilibro entre su vida pública y privada.
Actualmente está en pareja con Johanna, también creadora de contenidos para adultos, a quien conoció grabando y con quien forjó una relación abierta en donde ambos deciden estar con otras personas siempre y cuando se garantice la buena comunicación, la honestidad y la sinceridad entre ambos.
“Mi sueño de ser futbolista no se fue. Aunque no llegué a la Primera de Argentinos Juniors, ahora sigo jugando en el futsal”, afirmó con satisfacción. Aunque su carrera en la industria del contenido erótico es exitosa, Tomás sigue teniendo otros objetivos.
“Me gustaría seguir creciendo en las plataformas, pero también quiero seguir jugando al fútbol y mantenerme en forma”, aseguró. De una vida marcada por la disciplina del deporte y la familia, Cofla ha logrado construir una identidad propia, libre de etiquetas, y un futuro que no está limitado por lo que otros esperan de él. Tomás completó: “Hago lo que me hace feliz, y eso es lo único que importa”.
Fuente: TN
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De transmitir el legado al deseo de consentirlos: el dolor de no tener nietos y el nuevo rol de los abuelos

Cuando era chiquita, Romina jugaba con muñecas, paseaba los cochecitos con peluches y soñaba con tener muchos hijos en el futuro. Ese pensamiento se mantuvo durante varios años hasta que a los 30 se puso a pensar seriamente en todo lo que implicaba ser madre y finalmente eligió no serlo. El problema fue cuando se lo contó a Laura, su mamá, que había construido en su cabeza la idea de que en algún momento se iba a convertir en abuela.
“Un día, con un mate y masitas de por medio, me pidió hablar a solas y me preocupé. Me dijo que había decidido no tener hijos y se me estrujó el corazón. Ese ideal, eso que había esperado tanto, se esfumó en unos segundos. Sentí que ese espacio que había preparado durante mucho tiempo iba a quedar vacío”, expresó Laura en diálogo con TN.
Sin embargo, reflexionó: “La verdad es que la entendí. Es un esfuerzo muy grande criar a un hijo y, al final, es una decisión importante que te marca la vida. Una sueña con llevar a sus nietos a la plaza, malcriarlos, pero hoy igualmente soy feliz con lo que decidió mi hija y la acompaño”.
Con los bajos niveles de natalidad y las nuevas formas de vida, los abuelazgos empezaron a disminuir y situaciones como las que vivió Laura son cada vez más frecuentes en todo el mundo.
“Este fenómeno se empieza a ver en las grandes ciudades. Sectores medios y altos empiezan a tener otra idea de la familia, más desdibujada de lo que se podía tener hace 20 años. La sociedad se envejece y no hay chicos. Son decisiones que se toman por razones profundas y con una concepción de la velocidad que tiene que tener una vida, esto de vivir muchas vidas en una misma vida. Dentro de esa idea, en parejas profesionales que tienen un buen pasar económico y desean viajar mucho, empiezan a creer que trascender a través del apellido no es tan importante”, explicó a este medio el sociólogo e investigador Carlos De Angelis.
En ese sentido, planteó que actualmente transitamos una era más individualista, de “mucho consumismo” y accesibilidad a diferentes cosas que se agotan pronto. La famosa sociedad líquida de la que advertía Zygmunt Bauman años atrás. Por eso, empieza a perder fuerza todo lo que conlleve un “para siempre”.
Marcelo es papá de Agustina (32) y Federico (31) y lo primero que sintió al saber que ninguno de los dos iba a tener hijos es que se iba a “perder una de las cosas más lindas que te puede dar la vida, que es ver crecer a un niño”.
Aunque admitió que es un pensamiento egoísta, sostuvo: “No creo que sea una cuestión de dejar un legado, más bien una segunda oportunidad de disfrutar la vida de un niño. Uno a esta edad tiene más tiempo para dedicarle a un nieto que el que tuvo para dedicarle a sus propios hijos”.
A Ivana, esposa de Marcelo y madre de ambos jóvenes, no le sorprendió la decisión, pero aseguró que le hubiera encantado tener nietos: “Esperaba una relación de mucho amor como tuvimos con mis hijos, pero con menos responsabilidad y más disfrute”.
De todas formas, remarcó: “No es fácil criar hijos en forma responsable y poder darles tiempo de calidad. Hay que estar dispuesto a relegar trabajo y desarrollo profesional”.
En el caso de Carolina (27), siempre manifestó su deseo de no tener hijos. “Aunque lo decía desde chica, con el tiempo se convirtió en una firme convicción y, pasado el tiempo, me fui convenciendo de que eso no iba a pasar”, describió Daniel.
En cambio, Cynthia -su mamá- se imaginaba siendo una abuela canchera, llevando a sus nietos a la costa y replicando las vivencias que tuvo en su niñez, pero aceptó la elección de su hija: “A veces es preferible que tomen esa decisión y no que tengan hijos y no se hagan cargo. No todas las mujeres nacen para ser mamás o quieren ser mamás. Yo desde chica siempre quise y Caro, por ejemplo, nunca jugó a ser mamá con las muñecas”.
¿De dónde viene el deseo de ser abuelo y cómo se reconfiguró esa figura en los últimos años?
La mayoría de las personas de mediana edad crecieron con un modelo de familia cuyo camino indicaba que en algún momento iban a convertirse en abuelos. Pero esto fue cambiando en los últimos años.
Al respecto, Diego Bernardini, doctor en Medicina y fundador de la comunidad “La Segunda Mitad”, desarrolló: “Hay varias cosas que jugaron en contra. Las tasas de fertilidad y de recambio poblacional bajaron en todo el mundo. Hay casos extremos como los de Corea del Norte, pero nuestra región -incluida Argentina- está por debajo de las tasas de recambio. Entonces, vemos que esta situación condiciona, por ejemplo, el rol del abuelazgo porque suelen ser personas que no crecieron pensando en este escenario”.
A su vez, puso énfasis en que se trata de un rol que no tiene obligaciones, sino que es voluntario y cada persona decide cómo lo ejerce. De hecho, hay muchos abuelos que están muy presentes en la vida y crianza de sus nietos, pero hay casos en los que no sucede.
Otro aspecto que marcó el especialista tiene que ver con la etapa de transmitir el legado: “Después de los 60 años, las personas entramos en un período en el que queremos volcar nuestra experiencia y la sabiduría que se gana con los años. Y eso, en general, tiene un beneficiario potencial muy fuerte que es el nieto o la nieta, porque es la misma sangre. Por eso se vuelve tan importante para muchos ese lazo”.
Vinculado a esto, el sociólogo indicó: “Antes era importante la acumulación de historias, de experiencia o de conocimiento. Hoy se vive una experiencia que puede durar dos horas, como tirarte de un parapente o alguna actividad fugaz, un concepto de experiencia vinculado a lo instantáneo”.
Bernardini también mencionó el empoderamiento de la mujer y las posibilidades de desarrollo profesional y económico, ya que generó la postergación o incluso la declinación de la maternidad. A su vez, se alargó la expectativa de vida y cada vez hay más actividades para hacer en la tercera edad.
“Sin ir más lejos, hace unos meses una abuela le pasó una factura a su hija por las horas que cuidó a los nietos. Esto significa que se está redefiniendo o replanteando el rol del abuelazgo. Los abuelos ya no te dicen ‘dejame a los nietos todo el fin de semana’, hoy te dicen que se los dejes un par de horas porque después tienen que salir o hacer otras cosas”, graficó.
Allí aparece otro tópico muy presente en los últimos meses: las personas ahora prefieren tener mascotas antes que bebés. “Cumplen con la necesidad de dar afecto y viven entre 10 y 15 años, lo que explica el concepto de que todo es más breve en una vida cada vez más acelerada”, concluyó De Angelis.
Fuente: Infobae