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Los argentinos no sueltan el teléfono: más de tres meses del año se van mirando el celular

En la era digital, el celular se convirtió en una extensión imprescindible de la vida cotidiana, no solo para trabajar y entretenerse, sino también para mantener el contacto con el mundo. Pareciera que, de alguna manera, si uno no tiene teléfono no existiera.
Un informe sobre los hábitos digitales de América Latina revela cifras sorprendentes sobre el tiempo que los argentinos dedican a los dispositivos, ubicando al país en un destacado lugar dentro de un ranking global.
Este análisis pone de manifiesto cómo la tecnología transforma las rutinas, desde las interacciones sociales hasta el consumo de contenido en redes sociales y plataformas de entretenimiento, resaltando el impacto del tiempo frente a la pantalla en la vida diaria.
La Argentina es el tercer país con más consumo en América Latina
El informe de Global Statshot Digital 2024 revela que el promedio de uso diario del celular oscila entre 5 y 9 horas, dependiendo de factores como la conectividad, las costumbres culturales y la accesibilidad a la tecnología en cada región.
El listado, liderado por Brasil con un impresionante promedio de 9 horas al día frente a la pantalla, demuestra la gravedad del hecho. Al país vecino lo continúa Colombia, el cual también muestra un alto consumo, con 7 horas diarias, destacándose especialmente en el uso de redes sociales y aplicaciones de mensajería.
Por su parte, Perú presenta un promedio de 5 horas diarias, con un enfoque predominante en plataformas educativas y servicios de streaming. En general, la región mantiene un consumo digital sostenido de entre 5 y 7 horas diarias, lo que evidencia tanto la conectividad como las diversas tendencias digitales presentes en cada país.
En la Argentina, el promedio de uso diario se mantiene en 6 horas, lo que refleja un equilibrio entre entretenimiento y trabajo. Esto implica que un argentino pasa aproximadamente 91 días al año frente a su celular.
Expansión digital: la conectividad móvil y el acceso a internet en cifras
A principios de 2024, el número de usuarios únicos de dispositivos móviles alcanzó los 5.610 millones a nivel global, lo que equivale al 69,4 % de la población mundial. En el último año, este número creció en 138 millones, lo que representa un aumento del 2,5 % en comparación con el año anterior, destacando la expansión continua de la conectividad móvil.
Este crecimiento subraya la relevancia creciente de los dispositivos móviles en la vida diaria de las personas, facilitando el acceso a información, entretenimiento y comunicación en todo el mundo.
Asimismo, 5.350 millones de personas tienen acceso a internet, lo que equivale a más del 66% de la población global. En solo 12 meses, la cantidad de usuarios de internet aumentó en 97 millones, un crecimiento del 1,8 %.
Los efectos en la salud
El uso excesivo de pantallas genera inquietudes acerca de sus efectos en la salud. A nivel físico, el tiempo prolongado frente a dispositivos puede perjudicar la vista, originando lo que se denomina “síndrome de la vista digital”, cuyos síntomas incluyen fatiga ocular, sequedad y visión borrosa.
Además, el sedentarismo vinculado al uso constante de tecnología favorece problemas como el sobrepeso, escoliosis y la falta de actividad física, impactando negativamente en el bienestar general.
Por otro lado, el impacto psicológico es igualmente notable. El contacto constante con redes sociales y contenidos digitales se asocia cada vez más con un incremento de problemas de salud mental, como ansiedad, estrés y depresión, convirtiéndose en un desafío creciente que afecta a un número cada vez mayor de personas.
El impacto de las pantallas en los niños: cómo los más pequeños interactúan con la tecnología
En este contexto entonces, el efecto de las pantallas en los niños se convirtió en una preocupación central para padres, educadores y expertos en salud. Este fenómeno presenta un desafío, ya que tanto adultos responsables como docentes deben encontrar un equilibrio entre los beneficios de la tecnología y los riesgos de su uso excesivo.
En esta línea, la Agencia de Investigación para Infancias llevó a cabo el estudio de consumos “La Góndola Infantil”, el primer análisis cuantitativo realizado por Labi sobre el uso de dispositivos y redes por niños de 6 a 9 años. Este informe, basado en 7.000 casos, revela datos clave sobre los hábitos digitales de los más pequeños.
Según el estudio, el 71,6% de los niños utiliza la televisión como su dispositivo principal, mientras que el 46% ya emplea celulares. En relación con estos datos, la psicopedagoga Anabella Arias (M.P. 183981) explicó que “el uso excesivo de pantallas expone a los niños a estímulos rápidos y desordenados, a los cuales, en pleno proceso de desarrollo, les resulta difícil darles un sentido”.
“Lo que yo creo es que podemos detectar el exceso o el mal uso en los cambios de conducta, como la alteración del carácter y el sueño, irritabilidad, mayor desconcentración, o el no poder sostener una actividad por estar pensando en ir a ver un video. Dentro de lo más tradicional está el hecho de que copian la forma de hablar de los dibujos”, cuenta a TN.
En cuanto al consumo, YouTube lidera con un 64,5% de preferencia entre los niños y niñas, convirtiéndose en la plataforma favorita, mientras que TikTok ocupa el segundo puesto con un 24%, según el informe. Arias indica que “las pantallas generan dopamina en el cuerpo del niño, quien busca ese estímulo constante y una respuesta inmediata, lo que podría generar una `adicción` en los más pequeños”.
En sintonía, la psicóloga Camila Mazzucchelli (M.N. 74139) sostiene la idea de que “hoy en día se observa un aumento significativo de la ansiedad social a temprana edad, ya que los niños no cuentan con las habilidades sociales necesarias para relacionarse con sus pares”. Además, añade que “el uso prolongado de las pantallas afecta la capacidad de interpretar el lenguaje no verbal, el desarrollo de la empatía y la resolución de problemas”.
Otro de los puntos es que se han identificado afectaciones en el sueño de los niños, como manifiesta la psicóloga: “El uso de pantallas antes de dormir interfiere en la producción de melatonina en el cerebro, lo que dificulta tanto la conciliación del sueño como su calidad”. Esto, cuenta la licenciada, genera fatiga y dificultades para aprender, afectando directamente su desempeño escolar.
Sin embargo, Arias y Mazzucchelli, coinciden en un punto: es importante “no demonizar las pantallas”, sino que hay que promover un consumo responsable. Los dispositivos, aclara la psicopedagoga, “son herramientas útiles para la comunicación, como en el caso de un niño no verbal que puede expresarse a través de pictogramas o historias en los consultorios”.
Además, destaca que su enfoque se centra en “psicoeducar a los padres para que comprendan que la tecnología no es ni buena ni mala, sino que se debe aprender a regularla”, estableciendo cronogramas de uso para organizar el tiempo frente a las pantallas.
Fuente: TN

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Romper el tabú: cuatro historias de sexualidad, deseo y placer después de los 60

Durante décadas, hablar de placer fue un terreno prohibido, especialmente para quienes hoy transitan la tercera edad. Pero los tiempos cambiaron, y con ellos, también la manera de vivir y entender la sexualidad. Cuatro personas mayores, parte del elenco de la obra Irreverentes de José María Muscari, se animan a contar en primera persona cómo es su vida sexual en la actualidad.
Sus historias (tan diversas como sinceras) rompen estereotipos y visibilizan un aspecto poco explorado del envejecimiento: el deseo sigue vivo. Acompañadas por la mirada experta de la sexóloga Denise Regadío, estas voces invitan a pensar una sexualidad más libre, informada y plena, sin importar la edad.
La clave para mantener la sexualidad es nunca dejar de vivirla, pero no solo en esta etapa, sino durante toda la vida: “Cuando sos joven probás todas las herramientas que hay. En la vida adulta te vas perfeccionado en la que más te gusta, y cuando sos un adulto mayor, seleccionás las herramientas que mejor se adaptan a esa etapa”, explica la sexóloga Denise Regadío (MN: 43.723).
Sin embargo, los cambios físicos y hormonales no son propios de esta etapa, en realidad pasan en toda nuestra vida. “Después de la menopausia, por la adolescencia, o después de un parto, la sexualidad cambia. Mientras más información tengamos acerca de eso que nos sucede, mejores herramientas vamos a poder usar”, indica la especialista.
Para eso, la información es fundamental para poder evolucionar. El desafío es querer estar mejor y aprender de las experiencias que nos tocan vivir.
Los protagonistas de las historias a continuación, son parte del elenco de la obra de José Maria Muscari “Irreverentes”. Sin embargo acá no actúan, comparten sus experiencias vividas para informar sobre cómo es la sexualidad en la tercera edad.
“Me case virgen”
Eduardo Marengo tiene 72 años y se casó virgen. En su juventud, era habitual no hablar sobre el placer, sexo y hasta del amor. Su misión como adolescente era encontrar al adulto que pudiera hablarle sobre la sexualidad y que le sea sincero.
“Para debutar ibas a lo de una señora, que oficiaba de iniciadora. Yo no tenía quién me llevara, no sabía dónde ir y tampoco tenía ganas de empezar en el sexo de esa manera, por eso no fui”, recordó.
En el momento en que las dudas sobre la sexualidad aumentaban, Eduardo seguía sin entender: “Mi padre jamás habló del tema conmigo, lo dio como si fuera una información que tenía que buscar afuera. Y así fue”.
A sus 24 años, descubrió el sexo. No fue con una de esas señoras, sino con su señora. Se casó y luego de la ceremonia, sucedió. Actualmente sigue casado con la misma persona y llevan mas de 48 años juntos.
Crecer juntos les permitió reconocerse y tener una sexualidad plena, pero asume que es un camino de aprendizaje. “Todos los años cambia, porque va cambiando tu cuerpo y el de tu compañera. Hoy la disfrutamos, pero no como la mayoría entendería que debería ser”.
“Me puse el chip sexual”
Catalina tiene 66 años, es hija de italianos y en su casa de sexo no se hablaba. Toda la información provino de “afuera”, un lugar donde cualquiera es profeta. “El tema era tan tabú que uno no reconocía su propio cuerpo”, recuerda.
Sin embargo, logró vincularse y establecerse en una relación: “Yo tuve suerte, me casé con el papá de mi hijo a los 14 años”.
Cuando enviudó empezó a replantearse muchas cosas sobre su cuerpo y el placer. Fue entonces cuando notó la ausencia del deseo. Eran los cambios hormonales naturales propios del desarrollo corporal. Sin embargo, ella no se puso el chip sexual por eso. Obtuvo el beneficio colateralmente y le ocasionó un despertar sexual.
“Yo me puse el chip por un tema de salud, pero me dio resultado a nivel sexual. Ahora disfruto más con mi pareja, descubrí que tengo más deseo sexual que cuando era joven”, asegura.
Esto no es solo atribuido al chip, sino también al momento en el que se encuentra en su vida. “Antes por los chicos, por el trabajo y porque tenés que hacer de todo, te duele la cabeza y no querés. Ahora que estoy tranquila, me siento más libre. Noto que el sexo ahora es buenísimo”, confiesa Catalina.
“Soy ex swinger”
Mónica se sentía plena con su marido. Ambos eran muy jóvenes y se permitían hablar de fantasías. Entonces intentaron probar una: “Él tenía la intriga de conocer un lugar swinger. Fue quién me incitó a probar”.
Al principio recuerda que fue muy duro, la fantasía era la de su marido, por lo que le costó mucho entender cómo sentirse. Tampoco entendía muy bien la dinámica, ni cual era la consigna a realizar. Pero siguieron haciéndolo.
Con el tiempo se fue acostumbrando y empezó a tener buenos momentos de pareja. Hasta que en un intercambio su pareja conoció a alguien más : “Yo tuve la mala experiencia de que por ese intercambio, nos separamos. El se confundió con otra mujer”.
Ella está convencida de que por mas de que una pareja diga que está afianzada, no es así. “No se trata de tener la mente abierta sino el de tener el sentimiento firme con tu pareja”.
Mónica a sus 67 años elige tener una pareja estable, monogámica, con la que pueda probar todas las experiencias que la actualidad propone.
Mi ex marido me dejo por un hombre
Alejandra siempre lo sospechó, pero no investigaba porque creía que era su imaginación. Pero las señales se fueron haciendo mas visibles. Algo raro había, pensaba. Jamás imaginó lo que iba a descubrir.
“Yo siempre fui una ´Susanita´, me casé virgen. Quería formar mi familia, tenerla para toda la vida, ser feliz y comer perdiz. Pero no fue así. Tuve que enfrentarlo y pedirle que me diga la verdad, pero él no quería confesar”, explica.
Hasta que un día, a sus 42 años, Alejandra sentía que algo le pasaba intuía que se iba a enfermar, asique enfrentó la situación y descubrió algo que no pensaba. Su marido estaba en una relación con otro hombre: “Fue muy duro, yo sentía que no podía competir. No podía darle lo que él estaba buscando. Pero al mismo tiempo nunca dude de lo que yo podía entregarle como mujer. Eso me dejo en paz”.
Actualmente, está en una relación con la que pudo redescubrirse sexualmente. “El sexo que tenía con mi pareja era aburrido, porque no había pasión. Cuando conocí a mi pareja, fue un redescubrir la sexualidad a mis 42 años. De hecho, cuando me separé dije ´ahora voy a hacer lo que yo quiero´ y empecé a hacer teatro”, asegura.
Fuente: TN
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Brilló como defensor en Francia, hizo más de 30 goles y ahora vende sus croissants “iguales que en París”

Defensor, más de 1.90 y que hizo goles, muchos, al menos 30, y no siempre fueron de cabeza. El hincha de Huracán, Banfield y Gimnasia lo recuerda, pero el verdadero futbolero también. Renato Civelli dejó todo adentro de la cancha en la Argentina y brilló en Francia, aunque ahora su campo de juego es otro: la pastelería.
A metros del Cementerio de la Recoleta, el exfutbolista se sentó en una de las mesas de Gontran Cherrier y contó cómo se dio su cambio de vida, que no solo incluye estar alejado de las canchas sino también llevar adelante una franquicia francesa en la Argentina. Según contó a TN, el mote de “empresario gastronómico” no le gusta, lo siente como una connotación rara, pero lo cierto es que en los últimos cinco años logró abrir cinco locales con las croissants y viennoiserie que son iguales que en París.
El proyecto comenzó mucho antes de su retiro, en 2019 y fue una decisión que tomaron con su esposa, Estefanía, después de pasar casi una década en Francia y de disfrutar de Marsella, Niza y Lille. “Vivimos años muy lindos, una de mis hijas nació allá y mi mujer es historiadora de arte. Entonces, cuando uno piensa en Francia, lo primero que se le viene es el arte y la gastronomía, y pensamos en ir por esto”, dijo el exdefensor.
Tal como sostienen la mayoría de los deportistas de alto rendimiento, el retiro suele ser una de las partes más difíciles de la carrera. Sin embargo, Renato pudo planear cómo sería el día después de parar la pelota: “Siempre fui alguien bastante inquieto, sé que es una problemática recurrente y muy grave el qué hacer, cómo ocupar el tiempo y bueno, lo estuve preparando con anticipación”.
Más allá del fútbol, el deportista contó que siempre le gustó el mundo empresarial, aunque “no tenía mucha idea”. Si bien su papá fue contador y él estudió durante un tiempo Administración de Empresas, recibió la ayuda del consultor Enrique Portnoy para dar el paso de la cancha a los negocios. “Yo tenía decidido el rumbo que quería tomar pero él me dio un master intensivo de cómo encarar una empresa o una franquicia”, mencionó.
Aunque ya no entra a la cancha con botines, Civelli sigue aplicando muchas de las enseñanzas del deporte a su vida actual. “El fútbol me ayudó mucho, mucho. Hay muchas cosas que aplico, sobre todo la responsabilidad, el trabajo bajo presión, el cansancio físico…”, reflexionó. Y agregó: “Los días se hacen largos, no son tan intensos como cuando entrenaba o jugaba, pero hay un cansancio físico y mental que aprendí a sobrellevar en mi etapa como futbolista. Sin duda, eso me marcó”.
El desafío de traer una franquicia a la Argentina y por qué las croissants son iguales que en París
Detrás de cada croissant dorado y de cada pain au chocolat que se sirve en Gontran Cherrier, hay una historia de rigor, pasión y precisión casi quirúrgica. Y aunque parezca una exageración, Renato Civelli lo confirma: mantener el sabor y la calidad de una pastelería francesa en Buenos Aires no es un desafío menor.
“Gontran me exige ciertos requisitos, ciertas reglas”, contó el exfutbolista que empezó las tratativas para traer una franquicia francesa al país cuando todavía jugaba en Lille e incluso los dirigentes del club lo ayudaron a conseguirla. “Tenemos un manual de marca muy completo, y dentro de ese manual las cosas más importantes que me exigen son importar la materia prima de Francia: la manteca, el levain y la harina Foricher. Además, toda la maquinaria es Bongard, que también la importamos”. Ese compromiso con el estándar original es lo que garantiza que la experiencia en sus locales de Belgrano, Palermo, Núñez y Recoleta sea, al menos en sabor, un pasaje directo a París.
El responsable de esa rigurosidad es, precisamente, Gontran Cherrier. Maestro panadero, que nació en Luc-sur-Mer, Francia, y es la cuarta generación de una familia dedicada al pan. A los 16 años se formó en la Escuela Ferrandi y luego en Grands Moulins, donde obtuvo títulos como panadero, pastelero y chocolatero. También trabajó en restaurantes de tres estrellas Michelin como L’Arpège y Lucas Carton, hasta que en 2010 abrió su primera boulangerie en Montmartre. Hoy tiene cerca de 80 locales en Asia, Europa y América, y eligió Buenos Aires como su puerta de entrada a Latinoamérica.
En cada local de Gontran Cherrier en Buenos Aires, el trabajo comienza con el pan. “Básicamente hacemos la baguette, la baguette tradition, una de semillas, una de sésamo y los panes Zeppelin, que son los que más salen”, explicó Civelli. Pero el corazón de la boulangerie está en la viennoiserie, esa categoría que en Francia equivale a nuestras facturas: “La croissant se vende muchísimo, que es el más popular allá, y el pain au chocolat, que les encanta a los chicos. A mí me gusta mucho el Kouign Amann, que es bretón, tiene mucha manteca, y acá algunos amigos le dicen la palmerita, pero si lo escucha Gontran me saca la franquicia”, se río.
No se trata solo de replicar recetas: se trata de honrar una cultura. Y eso, para Renato, también es parte del juego. El fútbol lo entrenó para cumplir reglas, trabajar bajo presión y no desviarse del objetivo. Hoy esas habilidades no se ven en la cancha, sino en cada laminado perfecto que sale del horno.
Fuente: TN
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Nació en Lanús y se convirtió en el primer ciudadano ilustre argentino en Corea del Sur por un hecho inusual

Andrés Albiol se ríe mientras recuerda sus primeros días en Corea del Sur. “Llegué a este país en 2010, sin saber mucho más que la letra de una canción de K-pop que me había enganchado en mi adolescencia. Al principio, ni siquiera hablaba coreano”, explicó quien casi 15 años después es conductor de trenes en Seúl, un puesto al que llegó tras una serie de eventos que ni él mismo hubiera imaginado.
La historia de Andrés en Corea del Sur comenzó mucho antes de que llegara a la capital del país. En la Argentina, el nacido en Lanús era ferroviario. Antes, había estudiado Ingeniería en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), pero su destino tomó un giro diferente. “No me llegué a recibir, y la situación del país estaba complicada. Además, falleció mi papá y empecé a pensar en algo distinto, en salir. La idea de vivir afuera siempre me rondaba”, contó a TN.
La decisión de mudarse al extranjero fue una mezcla de circunstancias personales y un deseo de explorar nuevas posibilidades. “De chico vi una banda de rock coreano que me gustaba, no tanto por la música, sino por una chica que me llamaba la atención”, explicó entre risas. En 2010 se decidió: se subió a un avión con un pasaje de ida y apenas unas pocas palabras en coreano. “Llegué con visa de turista, así que cada tres meses tenía que salir del país y volver a entrar”, recordó.
Al principio, las oportunidades fueron escasas. Andrés trabajó como mesero en una cafetería. “Era lo que había. Comía arroz con arroz todos los días, pero bueno, de alguna forma tenía que sobrevivir”, confesó. Y fue su habilidad para aprender idiomas la que le abrió las puertas para quedarse definitivamente en el país asiático.
“Me inscribí en un curso de coreano que me dio una visa de estudiante y ahí empecé a tomar las riendas de mi vida acá”, dijo quien completó aquella cursada y se convirtió en profesor de español en Corea.
Del salto a la ingeniería naval al deseo de ser conductor de trenes
El próximo paso fue una inscripción en la Universidad de Seúl. Con su experiencia en ingeniería, comenzó a estudiar para terminar su carrera. “En Argentina eran seis años para ingeniería naval, pero en Seúl me reconocieron dos años de estudio. Fueron cuatro años para completar la carrera, y ya tenía un pie en el mundo laboral”, sostuvo.
Después de finalizar sus estudios, Andrés consiguió trabajo en la empresa Daewoo, donde participó en la puesta en marcha de uno de los buques más grandes del mundo. “Fue un hito en mi carrera. Soy ingeniero y pude trabajar en el MSC REEF, uno de los seis buques más impactantes del planeta”, recordó orgulloso.
En 2019, Andrés dejó su trabajo en la ingeniería naval y se mudó a Busan. Fue en esa ciudad, mientras pasaba frente a un edificio que decía “Busan Metro”, cuando se le ocurrió una idea que parecía imposible: “En Argentina trabajaba en el ferrocarril. ¿Por qué no intentar trabajar de conductor de trenes en Corea?”, se preguntó.
Decidió intentar su suerte, aunque al principio los coreanos ni siquiera entendían cómo un extranjero podría ser conductor de trenes. “Fui a preguntar y me dijeron que no había extranjeros en ese puesto, pero que si pasaba los exámenes no había ninguna ley que lo prohibiera. Así que me lancé”, contó.
Pasó varios meses preparándose para un examen extremadamente competitivo, con miles de coreanos presentándose cada año para unos pocos lugares. “Me tomaron después de mi noveno intento. Fue una locura, pero finalmente me dieron la oportunidad de estudiar para obtener la licencia de conductor de trenes”, rememoró Andrés.
La fama y la distinción
Su primer trabajo fue en una línea de trenes automatizados, donde Andrés se encargaba de supervisar el funcionamiento de los trenes cuando no se encontraban operando de forma automática. “Era casi como ser un guarda. Tenía que lidiar con los pasajeros que se quejaban por todo. Era un desafío, pero al final, lo logré”, relata.
El reconocimiento llegó de forma inesperada. “El presidente de la empresa me llamó para felicitarme, y después me otorgaron el título de ciudadano honorario de Seúl. Fui el primer argentino en recibirlo”, precisó.
En 2020, fue invitado a tocar la campana de Año Nuevo en el centro de Seúl, un gesto que le permitió ser aún más reconocido en la ciudad. “Eso fue algo increíble. Estuve en programas de televisión, me conocieron por la calle. Aunque la fama duró solo unos meses, fue un momento único”, manifestó.
Hoy, Andrés trabaja como conductor de trenes en la línea 1 del metro de Seúl. Es una línea vieja, con trenes que parecen sacados de una película retro: “Este trabajo me cambió la vida. No me lo hubiera imaginado nunca cuando llegué a Corea. Pero bueno, hoy soy un conductor de trenes, y la vida me llevó por ese camino”.
Cómo es vivir en Corea del Sur
“Lo que más extraño de Argentina es la comida, sin duda. Los argentinos siempre extrañamos el dulce de leche, las empanadas... Pero ahora, por suerte, ya podemos conseguir algo de dulce de leche, la yerba, hasta el mate. Pero los cortes de carne, eso sí, no hay forma de conseguir un buen corte de carne aquí”, precisó.
“Vivir en Corea es una cosa bastante diferente a lo que estamos acostumbrados en Argentina. Acá, todo es consumismo, todo se compra y se tira. Nada dura para siempre”, aseguró. Y es que, según él, el sistema está hecho para que la gente nunca pueda aferrarse a algo por mucho tiempo. “Si querés comprarte algo para la casa, no vale la pena invertir mucho porque en dos años lo vas a tener que tirar. Te mudás de casa y te olvidás de comprar cosas caras porque sabés que no te van a durar”, detalló.
En Corea, si un vehículo tiene más de diez años, es casi un tabú seguir utilizándolo, algo que para Andrés resulta incomprensible. “Yo tengo un auto de veinticinco años, un 99, pero acá eso es raro”, señaló.
Andrés, que vive solo y no está en pareja, completó: “Lo que más extraño de Argentina es mi familia, mis amigos y mis perros. Mi vida acá es bastante sencilla. “En mi casa tengo parrilla, así que trato de hacer asado. Cuando no estoy muy ocupado y no hace mucho frío, hago asado todos los fines de semana”.
Fuente: TN