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Fue “la chica del accidente” hasta que se animó a contar su historia: “Cuando me quise sentar vi que ya no tenía las piernas”

Liliana Méndez era una joven de 22 años cuando el auto en el que viajaba chocó y se partió en tres pedazos. Sufrió una doble amputación, se le cortó la arteria femoral y sobrevivió pero se ocultó durante años. Hasta que un día se puso una minifalda y le pidió a su hija que le sacara una foto de cuerpo entero

Fue un cambio de planes a último momento: una decisión mínima que todavía hoy, con el diario del lunes, le genera alivio. Alguien avisó que ninguna pareja iba a llevar a sus hijos al cumpleaños, por lo que Liliana y quien entonces era su marido dejaron a las nenas con sus abuelas: la de 5 años con una, la de 3 con la otra.

“Menos mal”, repite y suspira Liliana, 12 años después de aquella noche. Cuando le permitieron volver a verlas, era una mamá distinta: una sobreviviente de un accidente feroz, una mamá sin piernas.

Liliana Méndez se había puesto en pareja en la adolescencia, había tenido a su primera hija poco después y tenía 22 años la madrugada en que su vida cambió para siempre. “Fue de estúpidos, esa es la verdad”, cuenta ahora a Infobae desde Trelew, donde todavía vive, y se refiere a que es probable que la edad les haya hecho subestimar el riesgo de ir a semejante velocidad.

La tapa del diario Chubut del día siguienteLa tapa del diario Chubut del día siguiente

Era 20 de abril de 2008, ella y el padre de sus hijas tenían un Ford Falcon azul y formaban parte de un grupo de fanáticos de ese auto. “Volvíamos de un cumpleaños en Playa Unión en caravana. Éramos como 20 Falcon”, reconstruye. Iba a ser un recorrido corto: el balneario Playa Unión, en la provincia del Chubut, queda a unos 10 minutos de Rawson, a donde pensaban ir a bailar. “Manejaba mi ex marido, a alta velocidad, sí. Recuerdo que pasamos el puesto policial y que le grité ‘¡guarda!’”. Pero ya era tarde.

A eso de las 4 y media de la madrugada, el conductor perdió el control del Falcon y chocaron contra un poste de luz de cemento: el auto se partió en tres pedazos. “Salí despedida y fui deslizándome por el asfalto, como si arrastraras fuerte una bolsa de papas por el suelo. Era una doble vía y frené de la mano contraria, me acuerdo de todo porque nunca perdí el conocimiento. Cuando caigo en firme abro los ojos, había quedado acostada boca arriba y sentía piedras dentro de la boca, como pedregullo. Cuando me quise sentar vi que ya no tenía las piernas”.

Una nube de tierra los envolvía, su ex marido corría desesperado y sin zapatillas, la gente gritaba alrededor. Le pedían que aguantara, que no se durmiera, le hablaban de sus hijas. “Se me cortó la arteria femoral, me estaba desangrando”, sigue ella.

La chapa del Falcon le había provocado una doble amputación “pero yo como que había perdido el sentido, no caía. Llegó un policía corriendo y me metió la mano en el pantalón, donde tenía cortada la arteria. Yo pensé que me quería bajar la ropa y empecé a pelear para que no me tocara, pobre. Fue la persona que me salvó la vida, porque me hizo un torniquete con mi cinturón. Se llama Javier Artal, lo conocí hace poco y se lo voy a agradecer siempre”.

Liliana pasó años sacándose fotos sólo de la cintura para arribaLiliana pasó años sacándose fotos sólo de la cintura para arriba

Fue en la camilla, mientras intentaban subirla a la ambulancia, que Liliana sintió por primera vez la falta de estabilidad: “¡Me voy a caer!”, gritaba, mientras los paramédicos le juraban que eso no iba a pasar. Todavía le causa cierta gracia el escándalo que armó cuando, ya en el Hospital Santa Teresita de Rawson, le dijeron que le iban a cortar una camperita nueva de Scombro que le habían regalado para su cumpleaños número 22, un mes antes.

“Joven terminó con sus piernas amputadas en un terrible accidente en la doble trocha”, tituló el diario Chubut la mañana siguiente. No dice su nombre pero sí que su estado era “desesperante”. De hecho, de esos primeros días en el hospital, Liliana recuerda haber visto pasar a mucha gente. “Es que decían que me iba a morir, era lo más probable”, por eso fueron amigas de la infancia, vecinos, familiares que hacía años no veía.

La doble página del diario Chubut donde nació la historia de "la chica del accidente"La doble página del diario Chubut donde nació la historia de "la chica del accidente"

Era un hospital pequeño: tuvo suerte de que hubiera sangre para las 34 transfusiones que tuvieron que hacerle y que lograron controlar la infección que había provocado la chapa del auto en el corte.

“No sentí dolor en el momento pero después ni la morfina lo calmaba. Cada vez que había que moverme sentía que se me desgarraba el cuerpo. Tenía golpes por todos lados, los vidrios clavados en la espalda”. Pasó un mes internada pero la peor parte -asegura- comenzó cuando le dieron el alta y regresó a su casa, en un segundo piso, en una silla de ruedas que ni siquiera pasaba por la puerta del baño, donde ya tampoco podía agacharse ni para bañar a sus hijas.

En minifalda, cuando se animó a volver a mostrarseEn minifalda, cuando se animó a volver a mostrarse

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Milagros, de 5 años, estaba terminando el jardín. Ciana, de 3, no había empezado. “Esa parte la sufrí bastante, ¿cómo iba a bañarlas si otros me tenían que bañar a mí? Hoy me subo a una silla de ruedas y hago cualquier cosa pero en ese momento era una dependencia total. Me levantaba a la mañana, me iba a parar medio dormida y de golpe, al piso. Además, el impacto emocional: cuando llegué a mi casa me habían llevado las botas y las zapatillas para que no me pusiera mal cuando viera lo que yo usaba en los pies”.

Menos a la familia, la onda expansiva ahuyentó a todos. “De los supuestos amigos de los 20 Falcon no quedó ninguno”. Y habla de algo que suele pasarle a las personas que tienen una discapacidad adquirida producto de una enfermedad o de un accidente:

“Hay gente que cree que tiene que venir a decirte algo muy elaborado y como no saben qué decir, se borran. Nada, flaca, cebame un mate, decime que todo va a estar bien aunque sea mentira, llevame a las nenas al jardín, tendeme la cama, invitame un helado. Nada de lo que puedas decir me va a hacer crecer las piernas, solo estate un rato conmigo, abrazame”.

“Hay gente que cree que tiene que venir a decirte algo muy elaborado y como no saben qué decir, se borran", dice“Hay gente que cree que tiene que venir a decirte algo muy elaborado y como no saben qué decir, se borran", dice

Sus piernas ya no estaban pero Liliana tenía lo que se conoce como “sensación de miembro fantasma. Seguís sintiendo dolor, porque tu cerebro sigue enviando información. Yo sentía que algo me cortaba el dedo chiquito, la sangre corriendo por las piernas. Todo una imagen y un dolor que no me dejaba comer, pensar. Fueron días muy grises, el duelo de lo que ya nunca iba a ser igual”.

El accidente había sido tan conocido que muchos en Trelew -que en ese entonces no llegaba a los 100.000 habitantes- sabían la historia de “la chica del accidente”, pero Liliana estaba guardada, enojada, triste, y nadie conocía su historia de primera mano, mucho menos cómo era su nuevo cuerpo.

Durante cinco años Liliana fue para muchos "la chica del accidente"Durante cinco años Liliana fue para muchos "la chica del accidente"

Tenía la opción de seguir su vida en silla de ruedas pero decidió que iba a intentar volver a pararse. Una vez terminada la cicatrización, le hicieron unos vendajes cónicos y empezaron a amoldar sus piernas con pilones para colocarle prótesis. “Y a los cuatro meses del accidente me volví a parar”. A los 6 empezó a caminar con prótesis, pero seguía siendo una joven coqueta de 22 años, por lo que mantuvo siempre sus nuevos miembros inferiores escondidos.

Fueron muchos años de volver y volver sobre lo que había pasado. “Algunos creen que el destino de una persona está escrito. Yo no, yo pienso que lo que pasó fue consecuencia de malas decisiones. Si la persona que iba al lado mío andaba a mil por hora era obvio que algo podía pasar”, sostiene.

“Más allá de eso yo aprendí muchas cosas. A quejarme menos, seguro. Eso se lo digo a mis hijas, que ya son adolescentes: yo también me quejaba porque tenía que caminar o tomarme un colectivo cuando tenía su edad, no saben lo que yo desearía tener mis piernas para hacerlo hoy. O no sé... sentir la agüita del mar en los pies”.

Junto a sus hijas Milagros, Ciana y FrancescaJunto a sus hijas Milagros, Ciana y Francesca

Cinco años después del accidente, Liliana quedó embarazada de su tercera hija. “Tuve miedo, pensé que con la panza me iba a tumbar para adelante, pero no, fue un embarazo hermoso”. Sin embargo, su matrimonio ya venía agonizando y enseguida se separó y terminó viviendo con sus tres hijas en la casa de su mamá. Fue un nuevo golpe pero terminó siendo el inicio de la resurrección.

Yo, en minifalda

Era 2013 y la beba tenía seis meses cuando Liliana salió por fin de su casa y empezó a trabajar en el sector de atención al público de la Obra Social de camioneros. Fue en ese contexto que salió un viaje de apuro a Buenos Aires y su ortopedista le avisó que no le daba el tiempo para cubrir con goma espuma sus prótesis, la técnica que usaban para que se parecieran más a las formas de las piernas.

"Yo no salgo a la calle así, con los dos palitos pelados”, dijo en ese momento"Yo no salgo a la calle así, con los dos palitos pelados”, dijo en ese momento

“Yo dije ‘¿qué?’. Me muero, yo no salgo a la calle así, con los dos palitos pelados”, se ríe ahora. “Pero no me quedó otra, esa era yo. Me acuerdo que en mis redes sociales tenía pocos amigos y nadie sabía lo que me había pasado, a lo sumo sabían que era ‘la chica del accidente’. Yo jamás me sacaba una foto de la cintura para abajo. Pero ese día, después de ese viaje, me puse una pollera y le dije a mi hija: ‘Sacame una foto’. Ella abrió los ojos grandes y me dijo ‘pero mamá, se te ven’”.

Liliana sonrió, le dijo “dale, sacame” y subió la foto a su cuenta de Facebook. “Y ahí empecé a contar mi historia por primera vez. Entendí que no había elegido lo que me había pasado y que aceptarse es un proceso muy personal pero bueno, había llegado el momento de decir ‘esta soy yo ahora a partir de lo que tengo, de lo que hago y de lo que me quedó’”, sigue.

No fue instantáneo, no fue la magia de Disney sino un proceso, porque en esa época Liliana volvió por primera vez a una playa y no se animó a sacarse las prótesis delante de los turistas para meterse al agua.

También compite y pasea con una bicicleta de manoTambién compite y pasea con una bicicleta de mano

“Pero le busqué la vuelta. Alquilé un bote, me metí hasta el fondo, remé con los brazos y cuando estaba sola, me saqué las prótesis y me tiré al mar. Fue una de las sensaciones más lindas de mi vida”.

Jamás había pensado en ser deportista pero se enganchó tanto con el canotaje que ahora forma parte de un equipo de personas amputadas llamado “Los cuatro mosqueteros” que compite en tetratlones (ella hace canotaje y los otros pedestrismo, bicicleta y esquí). Desde la Fundación Jean Maggi, además, le regalaron una bicicleta de mano (se impulsa con los brazos) “que me cambió la vida. La uso para competir pero también para salir a pasear con mi familia, algo que nunca había podido hacer”.

Junto a Pablo, su pareja desde hace 3 añosJunto a Pablo, su pareja desde hace 3 años

Salir de la oscuridad le trajo, además, un nuevo amor: Pablo Perrotta, un joven profesor de cross fit y dueño de un gimnasio que le envió un mensaje a sus redes después de ver su sonrisa en una nota de un diario local y leer su historia.

“Empezamos a conversar, a vernos y un día él me dijo que quería ir más allá, probar. Yo me atajé bastante, eh”, se despide Liliana. “Le dije ‘pero mirá que yo no puedo correr’ y él me dijo ‘no me importa’. Y yo: ‘Pero mirá que no puedo caminar mucho’ y él ‘no me importa’. ‘Pero mirá que todo el mundo te va mirar’, y él ‘no importa’. Ya hace tres años que estamos juntos y es lindo estar con alguien que no sienta vergüenza de vos. Yo lo adoro, lo admiro, es mi compañero. Ya no tengo pudor en sacarme las prótesis y meterme al agua delante de todos. Pablo siempre me dice ‘si lo necesitás, yo soy tus piernas’. Así que me las saco, me carga a upa y nos metemos juntos”.

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La historia del chico con síndrome de down que estudió magia y con su show llenó el Luna Park

Alejandro Cuervo usa su arte para generar inclusión. Junto a su directora, Nina Ávila, y su compañero, el también ilusionista Omar Sauchuk, crearon un espectáculo hace 10 años para generar conciencia. Los convocan para que actúen en clubes, sociedades de fomento, teatros, fiestas de cumpleaños y hasta se presentaron en el mítico estadio porteño

Modesto como es, se autodefine como el único mago con síndrome de down de la Argentina. Pero lo cierto es que no existen antecedentes de otro ilusionista que se haya capacitado profesionalmente como él en el planeta con esa condición genética. Por eso cuando Alejandro Cuervo se presenta junto a su coequiper, Omar Sauchuk, el aplauso, que es el alimento del artista suena tan fuerte en cada escenario que los recibe.

Aplausos para el mago

No importa si se trata de un modesto club de barrio o de un gran teatro como cuando estuvieron de gira por España y Chile, o el mismísimo Luna Park, que los tuvo como principal atracción. Ante cada acto y en especial en el final del show, las palmas y la ovación del público reconocen no solo la capacidad y formación de ambos, sino semejante acto de integración y amor.

“Espectáculo declarado de interés cultural de la Nación Argentina”, dice el Instagram de @magiainclusiva, como decidieron llamarse desde hace más de diez años, siempre sumando esfuerzos y éxitos, por supuesto. La historia comienza porque desde niño Alejandro tenía inclinaciones artísticas y en la escuela donde asistía siempre era número puesto en cada acto que se realizaba, ya sea por fiestas patrias o festivales. Y entonces, buscó crecer, siempre con el acompañamiento, el apoyo y la confianza de sus padres, Patricia Engel y Omar Cuervo.

Así, buscando lugares donde potenciar sus condiciones artísticas, allá por 2013, Ale conoció a otro personaje clave en esta historia de encuentros de personas con profunda humanidad, Nina Ávila, psicopedagoga, actriz y vicedirectora de la compañía de arte inclusiva “Las Ilusiones”, que conforman casi 500 artistas con capacidades diferentes. Tan valorado fue y sigue siendo el rol de esta mujer que resultó destacada oportunamente y recibió la “Declaración de Interés Cultural de la República Argentina” y hasta una mención como “Corresponsal de Paz”.

Entonces, Alejandro fue recibido por las mejores manos, que lo acercaron a la escuela de magia de Omar Sauchuk en Avellaneda, con quien hoy además de conformar una dupla que no para de generar atracciones, cultiva una hermosa amistad.

Lo cierto es que Sauchuk, además de profe de magia es hombre orquesta: actor, clown, ilusionista, coordinador de talleres artísticos, fue nombrado “Personalidad destacada de la ciudad de Avellaneda” y es un entusiasta de todo lo que tiene que ver con la inclusión social. Por eso en su momento completó el curso de Acompañante Terapéutico en Anudar, asociación civil especializada en salud mental.

La dupla mágica

Cuando Sauchuk recibió a Cuervo en su escuela de inmediato hubo conexión entre ellos. “Por ese entonces me hacía falta un ayudante, Nina que tiene un ojo especial para estas cosas me sugirió que podía ser él y como de costumbre no se equivocó. Resultó muy divertido porque empezó siendo mi colaborador, fuimos experimentando en shows y presentaciones y nos dimos cuenta de que funcionaba muy bien que él fuera el mago y yo el ayudante, y así seguimos hasta hoy”, explica Omar.

“Le saqué el puesto, ahora yo soy el mago titular”, bromea Alejandro y ríen y se abrazan. Así pasaron a ser los magos Ale y Omi, como todos los conocen. Claro que cuando Cuervo arrancó como protagonista del espectáculo debió sortear alguna que otra dificultad que se le presentó. Así lo cuenta hoy a la distancia, entre carcajadas: “Es que tenía que generar una ilusión con Lola, la paloma, como las que antes había en todos los shows. Claro que con el tiempo todos fuimos aprendiendo que los animales no debían estar sometidos a stress y se generó mayor conciencia y responsabilidad, entonces ya no estuvo incorporada más al truco. La cuestión fue que cuando lo hice por primera vez me costó, no porque no supiera resolverlo, sino porque tengo que confesar que la verdad le tenía un ‘cuiqui’ bárbaro”, detalla entre más risas.

Antes Alejandro se había instruido como educador ambiental egresado de la Universidad Austral con pasantía en Cascos Verdes. Y fue nombrado Personalidad Destacada de la Ciudad de Lanús, además de estudiar Capacitación laboral. Sus padres, Patricia y Omar están felices con su evolución y compromiso: “se convirtió en un apasionado de la magia y la verdad es que la hace muy bien, es súper riguroso con él mismo. Descubrimos otra de sus habilidades que son varias, estamos felices, porque también le fue bien en el colegio y la universidad, es un ejemplo para nosotros”, resume la mamá entre emociones que fluyen. “Es un fan de lo que hace y su carisma lo conecta de una manera más que especial con el público, además es muy independiente, decidido, valiente diría yo”, concluye el papá

Lo concreto es que más allá de los afectos y deseos, Ale y Omi siguieron adelante con su show de magia inclusiva y no pararon más. “Cuando empezaron y no eran tan conocidos, la gente que se enteraba era más que nada la que tenía algún ser querido con síndrome de down, y con actuaciones lográbamos que pasaran buenos momentos, que se estimulan, dejando claro el mensaje de que siempre se puede”, explica Nina.

Pero a medida que iba pasando el tiempo los compromisos y requerimientos crecían, no solo por todo el país, con giras por el interior y varias provincias, sino también por el exterior, más precisamente Madrid, Toledo, Valladolid y Barcelona en España. Y Santiago, Viña del Mar y Valparaíso en Chile. Viajes que Ale disfrutó como nadie: “Me encantó subirme a un avión, volar, los aeropuertos me parecían ciudades. En los dos países nos recibieron bárbaro, chilenos y españoles nos trataron con mucho cariño. En Barcelona soñaba con cruzarme con Messi, porque en esa época jugaba en el Barca. No lo logré, pero no pierdo las esperanzas de que algún día se me dé, es un ídolo, y después del Mundial de Qatar es un genio”, reflexiona Ale.

Como directora del espectáculo de Magia Inclusiva, Nina Ávila destaca la importancia de haber cumplido diez años de labor hasta con pandemia incluida: “Nos pudimos sostener y crecer. Ya que al principio éramos solo tres personas, Ale, Omi y yo. Y con el tiempo generamos una red hermosa con gente talentosa que se ocupa del manejo de redes sociales, la producción y venta del espectáculo para instituciones, clubes, fiestas de casamiento, cumpleaños, tenemos asistentes de dirección, profesionales en fotografía y videos, labores que logran que nos vaya muy bien. El objetivo principal que nos planteamos al comenzar fue la inclusión y estamos satisfechos porque lo logramos con creces. Y el espectador disfruta cada ilusión que se le presenta. La gente habla de la profesionalidad de nuestros magos y eso nos enorgullece. Por fuera del trabajo en escena cada uno tiene su rol y responsabilidad. Ale se ocupa de los efectos especiales, de pagar el seguro, supervisa que estén todos los elementos, con Omi se reparten las tareas, son grandes amigos y personas muy responsables. Las tres familias nos llevamos muy bien y además compartimos fiestas y algunas que otras vacaciones también, la integración es total”.

Omi agrega que la gente les pregunta si son familia y hasta si Ale es su hijo o su hermano. Y se sienten orgullosos de que la gente perciba esas sensaciones que logran transmitir con un clima de familia que buscan expresar en cada actuación. Y entonces les cuentan a las personas que es al revés, que primero se conocieron y luego se hicieron familia con el correr del tiempo.

Ale hoy ya con 31 años, afirma que gracias a sus compañeros de trabajo pudo cumplir muchos de sus sueños, viajando por el mundo y haciendo arte: “Yo digo que la vida me regaló dos papás maravillosos, hermanos increíbles y este grupo de Magia Inclusiva que adoro. Nina es una directora como no conocí otra. Y Omi es como otro hermano, lo admiro. Entre todos hicieron que mi vida fuera más feliz todavía. ¿Sabés lo que es eso para mí? A aquellos padres de hijos con síndrome de down les pido que no bajen nunca los brazos, que siempre hay algo para hacer, para mejorar. Todos tenemos dificultades, para pensar, para movernos, para expresarnos, a mí también me pasa pero sigo adelante. Si me aceptan un consejito les digo que vayan a aprender magia con el mago Omi. Y después que están bien cancheros, lo ponen de asistente como hice yo (más carcajadas).

Fuente: Infobae

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Del quincho de sus padres a un local propio: la historia desconocida detrás de la pastelería de Corina Scaloni

La hermana menor del DT de la Selección argentina vive en Pujato y, lo que nació como un hobby, se convirtió en un proyecto profesional. En las próximas semanas abrirá un negocio con venta directa al público.

Desde Pujato, Santa Fe) Los endulzantes eran tan caros y difíciles de conseguir en la Edad Media que la zanahoria se convirtió en un ingrediente fundamental para los postres. Con los años quedó fuera del radar de los pasteles, hasta que la escasez provocada por la Segunda Guerra Mundial la devolvió a escena.

El carrot cake (pastel de zanahorias) es hoy una de las preparaciones dulces favoritas en países como los Estados Unidos y, poco a poco, se ganó un lugar protagónico en todo el planeta. Su elaboración requiere de una técnica precisa, delicada, que solo algunos maestros pasteleros pueden conseguir. Corina Scaloni lo hace a la perfección.

Corina es la hermana menor de Lionel Scaloni, el entrenador de la Selección argentina. Vive en Pujato, un pequeño pueblo a 40 kilómetros de Rosario, Santa Fe, sobre la Ruta Nacional 33, y trabaja en un estudio contable. Su gran pasión, de todos modos, está en otra parte. La pastelería la hace brillar los ojos.

Corina Scaloni es la hermana menor de Lionel, DT de la Selección argentina (Foto FB Corina Scaloni).

Corina Scaloni es la hermana menor de Lionel, DT de la Selección argentina (Foto FB Corina Scaloni).

“¿La Cori? A la Cori se le fue de las manos el tema y por eso ahora va a abrir un local. Por el momento trabaja en el quincho de sus padres, pero como empezó a vender tanto, va a poner un negocio con atención al público a la calle. Sus productos son muy buenos, los tienen que probar”.

Las ventas se dispararon y en diciembre Corina Scaloni abrirá un local a la calle

Un vecino de Pujato se frena frente al Bar Central, atendido por Beto Gianfelici (el primer entrenador de Lionel Scaloni), y cuenta una realidad: desde que el DT campeón del mundo promocionó el proyecto de su hermana, Scala Bakery, todo se fue de control.

“Ella cree que porque yo le haga promoción va a vender más..., fueron las palabras de Lionel que provocaron una verdadero furor por la pastelería. A principios de septiembre, la cuenta de Instagram @scalabkry, desde donde se realizan los pedidos, tenía apenas 2678 seguidores. Hoy cuenta con más de 420 mil.

El carrot cake y las medialunas de Scala Bakery, furor en Pujato

El sol pega fuerte en el corazón de la pampa gringa y el ruido de los camiones ensordece. Son las dos de la tarde y en Pujato hace calor. “El carrot cake necesita frío, no se olviden de eso”. El consejo de Corina Scaloni, de perfil muy bajo, lleva al equipo de TN, que acaba de viajar al pueblo para probar el pastel, a cambiar los planes.

El Bar Central se convierte entonces en un centro de estudios. El pastel se corta, se fotografía y se prueba ahí. Es perfecto. “Y no saben lo que son las medialunas, se las recomiendo”, dice Gianfelici. El resto del carrot cake va a una heladera por recomendación de Corina.

El carrot cake que encargó TN en la pastelería de la hermana de Scaloni, en el Bar Central de Pujato (TN).

El carrot cake que encargó TN en la pastelería de la hermana de Scaloni, en el Bar Central de Pujato (TN).

Desde que se hizo conocido el local, decenas de compras llegaron a través de las redes sociales, el único modo -por ahora- para comprar en Scala Bakery. La enorme cantidad de pedidos llevaron a Corina a ir por su sueño: tener un local a la calle. “Creemos que en diciembre tendremos novedades sobre la inauguración”, reconoce.

Las tres estrellas en el local no se negocian

“Va tomando forma, seguimos en obras. Parece que falta poco, pero quedan muchos detalles”, agrega en sus redes sociales ante la pregunta de sus seguidores. La menor de los Scaloni dejará de cocinar en el quincho de sus padres para tener su propio negocio.

La fachada del local que está por abrir Corina Scaloni en Pujato (Foto: IG @scalabkry).

La fachada del local que está por abrir Corina Scaloni en Pujato (Foto: IG @scalabkry).

Va a estar la opción de café también, todo será take away. Abriremos bajo esa modalidad: pastelería y laminados para llevar”, deja en claro. A lo sumo habrá una barra, pero la idea es que todo sea para consumir fuera del local.

Ante la pregunta sobre cómo estará decorado, Corina revela lo que todos sospechan: “Sorpresa. Pero las tres estrellas (de la Selección argentina) estarán en algún lado”. Los homenajes a los campeones del mundo, sobre todo para su hermano, orgullo de Pujato, estarán presentes.

Aquella frase de Lionel en la que no confiaba en que sus palabras fueran a potenciar el proyecto de su hermana quedan viejas ahora, ante un escenario evidente: Corina, “La Cori” como la llaman sus familiares y conocidos, tendrá su primer local.

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Julii Cocina: la minipastelera que aprendió a hacer tortas a los 4 años y a los 7 es furor en las redes

Desde muy pequeña se capacita en cursos profesionales y comparte sus recetas en su cuenta de Instagram. “No es que estoy siempre haciendo tortas, también dibujo y juego, sino me canso”, detalló en diálogo con TN.

Con tan solo 7 años, Julieta Garay, tiene muy en claro sus pasiones y sueños. La pastelería, que para ella comenzó como un juego, hoy en día es su cable a tierra y a lo que le dedica su mayor esmero y amor. Decora tortas, cocina muffins, cupcakes y muchas, muchas cosas más, que llama la atención de cualquier persona debido a su corta edad.

Todo comenzó cuando Julieta era más pequeña de lo que es hoy. Entre juegos y aprendizajes, le dio a entender a sus padres que le fascinaba el mundo de la cocina. “Era muy chiquitita cuando empezó. Le gustaba jugar con bowls, con ollas, con batidores y más que nada con mi madre que le gusta la cocina”, relató Micaela, su mamá, en diálogo con TN.

La mini pastelera de 7 años que es furor en las redes sociales. (Foto: Gentileza de Micaela, su mamá)

La mini pastelera de 7 años que es furor en las redes sociales. (Foto: Gentileza de Micaela, su mamá)

‘Julii Cocina’, como es reconocida en su cuenta de Instagram, donde tiene más de 500 mil seguidores, publica distintos videos del momento en que realiza sus creaciones y a la vez comparte sus recetas más preciadas. Sin embargo, tanto la pequeña como su mamá revelaron que hay personas que no creen que sea ella quien cocine. “Me enojo cuando me dicen muchas veces eso”, reclamó la nena.

El sueño que comenzó con una cocina de juguete y hoy en día es una realidad

Desde pequeña, Juli siempre jugó a ser chef junto a su abuela, quien finalmente le terminó regalando una cocina de juguete, para que ella pueda experimentar y simular que horneaba de verdad. “Es parte de su historia esa cocina de jugueteNo la quiere regalar ni nada. La tiene guardada”, contó Micaela.

“Le hacía tortas a mis muñecas”, dijo entusiasmada Juli, que hoy lo vive como una realidad: es la encargada de decorar y cocinar todo con una precisión increíble y detallada. Sin embargo, se adelantó y afirmó que su tiempo no solo lo dedica a eso, sino que también vive su niñez como cualquier otro pequeño. “No es que estoy haciendo siempre tortas, también dibujo y juego, sino me canso un poquito”, contó tímidamente.

Julieta, la mini pastelera que es furor en las redes sociales. (Foto: Instagram/@juliicocina)

Julieta, la mini pastelera que es furor en las redes sociales. (Foto: Instagram/@juliicocina)

En este sentido, su mamá consideró importante remarcar que no fue algo que surgió de la noche a la mañana, sino que la nena se capacita desde los 3 años y medio en cursos profesionales (donde en algunos lugares no la querían aceptar por ser tan chica), y desde ese momento nunca dejó de aprender. Hasta incluso, cuando los videos que hace para subir a las redes sociales no salen como ella espera, la pequeña vuelve a grabar desde el comienzo para que queden a la perfección o lo mejor posible.

Los clips son completamente caseros, con el celular apoyado sobre la mesada, sin ningún tipo de rebusque. “A veces la gente piensa que se dedica a eso, a hacer videos y piden mejor calidad de grabación, otro ángulo, pero la realidad es que sale todo espontáneo. Si un día tiene ganas de hacer un bizcochuelo, lo grabamos y listo. Ella demuestra que es capaz de hacer eso”, detalló Micaela.

Video Placeholder

Uno de los videos más recientes en su red social. (Video: Instagram/@juliicocina)

Su mamá, también aseguró que Julieta es muy consciente de que trabaja con comida. Antes de comenzar se lava las manos y trata de que esté todo impecable. Pero no solo eso, sino que siempre que cocina son indispensables sus dos “chunchos” (el adjetivo que usa la pequeña para denominar a los rodetes).

En cuanto a la materia prima que necesita Juli, sus papás son los encargados de comprarle cada ingrediente y además, entienden que ella se lo toma como un juego. “Nosotros estamos felices de acompañarla y siempre respetamos todo lo que ella quiere”, añadió orgullosa.

Después de eso, la pequeña pastelera aprovechó para acotar algo que le llamó la atención cuando fue al supermercado junto a sus padres para proveerse de lo necesario. Resulta, que necesitaba más de cuatro harinas pero en el comercio solo le dejaban llevar esa cantidad por persona. “¿Es un chiste? Yo quería llevar más”, sostuvo un poco indignada.

Su amor por los animales y un sueño relacionado con eso

Su principal sueño está un poco alejado de la pastelería. Ella quiere ser veterinaria. “Amo a los animales, me gusta estar con ellos”, contó.

Julieta y su amor por los animales. (Foto: Instagram/@juliicocina)

Julieta y su amor por los animales. (Foto: Instagram/@juliicocina)

Pero claro que también uno de sus objetivos es poder seguir haciendo tortas y tener una cocina color pastel como las que ve en la televisión. “Eso me encantaría”, reveló entusiasmada.

La empatía a flor de piel: la pequeña regala algunas de sus tortas a nenes de un merendero

Julieta, entre todas sus virtudes, también se encarga de regalarles tortas a los nenes más necesitados. “Surgió cuando la chica que le manda las láminas de arroz comestibles a Juli, y que vive en Hurlingham, le contó que estaba haciendo bolsitas para un merendero”, precisó Micaela.

“Ella le preguntó si quería una torta para los chicos”, agregó y contó que desde ese momento, y siempre que puede, la pequeña las lleva alguna que otra para que puedan disfrutar en algunos de sus cumpleaños. “Yo no tengo problema en hacerlas”, dijo la nena. “Se ponen felices como nunca”, aseguró.

El furor por Juli Cocina en las redes sociales

Ante la pregunta sobre cómo la pequeña influencer llegó a tener uno 540 mil seguidores en Instagram y miles de reproducciones en sus videos, Micaela reveló que comenzaron a sumarse cada vez más personas cuando su hija subía clips de sus recetas. “Algunos se hacían virales, otros no”, detalló.

Pero, también contó que la nena no siempre se muestra completamente activa en las redes ya que además realiza otras actividades como la de jugar tenis con su papá, Alejandro, que se dedica a ese deporte.

Julieta y sus papás, Alejandro y Micaela. (Foto: Instagram/@juliicocina)

Julieta y sus papás, Alejandro y Micaela. (Foto: Instagram/@juliicocina)

Finalmente, ambas declararon que las creaciones de Juli no se venden, sino que solo las hace para enseñar. Es más, el eslogan principal de su presentación es: “No vendo tortas, te invito a crearlas”.

Fuente: TN

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