Redes Sociales

Actualidad

Exitosa campaña solidaria de grupos de evangelismo, jóvenes y adolescentes

Jornada solidaria realizada por Iglesia Cristiana Internacional, Ministerio Única Dirección, Ministerio Cultura Real, Fundación Cielos Abiertos, marcando la continuidad de diferentes eventos solidarios denominada “Abriguemos la Ciudad 2018”.

Tuvo una gran aceptación por parte de la ciudadanía del gran Resistencia, un grupo de líderes cristianos y jóvenes realizaron diferente actividades.

En la zona céntrica en Plaza 25 de Mayo, con personas en situación de calle, se allegaron para dejar donaciones de ropa. Visitaron los Hospitales Pediatrico Avelino Castelán y Perrando, donde acercaron donaciones de ropas de abrigos, repartieron chocolatada, dejando una palabra de ánimo y fe, por las distintas peticiones.

También se instaló una carpa frente al Hospital, para brindar alimentos, para todos los que se encontraban en el lugar y familiares que aguardaban a las afueras.

Actualidad

Un gaucho de Santa Fe creó un horno XXL y hace platos gigantes por el mundo: “Nuestra cultura es maravillosa”

Con tan solo 25 años Valentin Galdon Ritvo tiene muy claro su camino. En Sauce Viejo, Santa Fe, creció con el “olorcito de la comida hecha en casa”, y las recetas de su familia lo marcaron profundamente.

Cuando terminó el secundario estudió gastronomía, y en sus redes comparte ideas super originales desde distintos puntos del mundo, con el objetivo de “traer a la actualidad tradiciones y prácticas que se fueron dejando atrás con el paso del tiempo”.

Con su horno XXL diseñado junto a su papá, busca traspasar la pantalla de los celulares y que los usuarios viajen con él “para que la comida no solo sea comida, sino un momento de compartir, divertirse, conocer culturas y aprovechar el recurso disponible”.

“La comida es una experiencia”

“Mi gran referente siempre fue Francis Mallman por sus recetas con fuego, pero también me fui guiando con otros profesionales y fui forjando mi propio estilo. Quiero dar a conocer absolutamente todo lo que pueda sobre gastronomía, mientras yo a la vez voy conociendo y aprendiendo”, le dijo a TN.

Más allá de su pasión por la cocina, el joven santafecino destaca “la conexión que se genera con el medio ambiente” al prender su horno XXL en distintos escenarios naturales. “La comida no está ligada solo al sabor, textura, aroma, visual, sino que hay un factor muy grande que muchos pasan por alto, que es el momento. La comida es una experiencia”.

Además de los paisajes donde cocina y las personas con las que comparte las recetas, el joven que usa boina y alpargatas sorprende por “inventar sus elementos” para trabajar. “Mi nuevo horno es un sueño hecho realidad, no fue un camino nada fácil de recorrer, pero ya está funcionando”, aseguró en uno de los videos que publicó en su Instagram.

“Antes no había tantas comodidades y se creaban cosas maravillosas”

Más allá de su creatividad innata, Valentín inventa para mostrar que “no hay excusas para hacer lo que uno quiere”. “Comencé a hacer comidas grandes como una motivacion, para intentar salir de lo común,de lo conocido, pero si no tenes parrilla, gas, elementos, siempre hay una alternativa. Al fin y al cabo, antes no habia tantas comodidades como ahora, y se creaban cosas maravillosas”, reflexionó.

Para el gaucho santafecino “la procedencia de la materia prima es primordial”, y por eso busca “estar siempre en contacto con los productores tanto de carnes como hortalizas y frutas”.

“Trato de ser lo más temporal posible, de trabajar con productos de estación. Muchas veces los tengo en mi propia casa, en Sauce Viejo, y si viajo estoy siempre aprovechando lo local o contactando a productores de la zona para impulsar una idea, y mezclar conceptos”, detalló.

A pesar de que ya logró muchos de sus objetivos personales y profesionales, Valentín “en un futuro” quiere “innovar, divulgar la cocina tradicional bien hecha y crear momentos de disfrute”.

“Es un gran desafío porque uno siempre piensa que está todo inventado, pero no es así. Queda mucho por descubrir, probar, y afortunadamente tengo una comunidad bastante grande en las redes que me alienta a seguir”, indicó.

Nuestro país y el campo son lo más grande que hay. Tenemos una cultura maravillosa, y en cada rincón de la Argentina hay secretos, recetas, paisajes y gente diferente. No tenemos nada que envidiarle a ningún país del mundo, hay muchísimo aún por hacer y aprovechar”, concluyó.

Fuente: TN

Sigue leyendo

Actualidad

El particular método de una profesora de Ramos Mejía que enseña a tocar el violín en 30 días

No hay límites para aprender a tocar el violín. Con mucha práctica y empeño, es posible. La profesora Viviana Mrue lo ha comprobado durante los 13 años que ha dictado clases, y con su experiencia, diseñó un método único en el país. Gracias a la enseñanza con los libros Viví la música, los alumnos de la Escuela de violín Ramos Mejía son capaces de tocar su primera canción en tan solo un mes.

Elena Díaz se emociona cuando habla del resultado. Empezó las clases en marzo, a sus 68 años. “Pensaba que el proceso era inalcanzable porque no veía muchos violinistas ni gente conocida mía que toque violín. Pensaba que era difícil”, le asegura a TN.

Ella siempre se rodeó de arte. Toca la guitarra desde joven, es pintora, pero en el ámbito profesional, trabajaba como técnica de laboratorio. Y todos los días pasaba por la actual sede de la escuela, en la calle Bolívar, ya que su oficina estaba a dos cuadras.

Aunque Elena siempre supo de la institución, no se animaba a preguntar. Sin embargo, al jubilarse, se dio la oportunidad de intentarlo. “Por pensar que era inalcanzable, nunca se me ocurrió venir, pero vi que nos invitaban, que había una clase para probar y pensé, ‘¿por qué no?’“.

Ya estaba decidida y el taller inicial terminó de convencerla de estudiar violín. “Vivi tiene un método divino porque vos, desde el primer día, lo hacés sonar y uno se siente re orgulloso“, remarca. El resto es práctica.

A pesar de las pausas, errores y repeticiones cada video que graba para las tareas la hace sentir que está progresando. “A veces, me frustro porque trato de tocar algo y no sale, trato de afinar el violín y no sale. Y a veces, la gente dice, ‘¿para qué?’. Pero yo no digo ‘¿para qué?’, yo digo, ‘tengo que seguir, tengo que seguir’. Cuando me voy a dormir, repaso las notas en mi mente", cuenta.

Ahora, Elena no se pierde ni una clase. Para ella, jubilarse no significa el fin del aprendizaje, sino un tiempo para retomar metas aplazadas por la rutina. “No quiero decir ‘mi vida ya se acabó’. Quiero dedicarme a mí“, señala.

“No estaba en mis planes”

Mario encontró la Escuela de violín Ramos Mejía a través de Facebook. Buscaba un lugar donde su hijo Marcos, de 12 años, pudiera aprender a tocar el instrumento, algo que le pedía con insistencia, “era su anhelo aprender”.

Hace ocho meses, padre e hijo fueron juntos a la institución para el taller de prueba, pero Mario pensaba que solo iba de acompañante. “No estaba entre mis planes tocar violín”, confirma, pero fue una sorpresa descubrir que él también podía hacer sonar las cuerdas. “Me emocioné, me inspiró. Y cuando terminamos el taller, le dije a mi hijo: ‘Yo te voy a acompañar, voy a venir con vos y fue algo maravilloso para él también porque no lo podía creer, fue fantástico”.

Mario adora tener una actividad en común con su hijo, pero también sonríe cuando habla de esta nueva etapa que comenzó a los 52 años. Él disfruta cada actividad. “Salgo del trabajo, llego en la tarde a la casa y tengo esa ansiedad de querer agarrar el instrumento. Es emocionante", dice.

“Nunca toqué ningún instrumento, de grande se me dio. Me salió de adentro, fue muy emotivo“, resalta. Al terminar el primer mes del curso, Mario y Marcos se presentaron en un festival de Viví la música con público y familiares en el Planetario. "Hay que vivirlo, porque se siente desde adentro, es maravilloso".

El método Viví la música

Viviana Mrue (42) fundó la escuela hace 13 años, pero empezó a dar clases particulares en su departamento. Al final de ese primer año, tenía tantos alumnos que logró organizar un concierto en Ramos Mejía.

La música y compositora cree firmemente en que cualquier persona, de cualquier edad, puede tocar el violín, por supuesto, con mucha práctica. Ella comenzó a estudiar a los 18, después de tocar guitarra durante años, al ver a una violinista en concierto.

Sin embargo, ella no encontró todas las oportunidades que su escuela ofrece. “Tuve profesores que me hicieron sentir que si no empezaba de chica, no iba a llegar lejos”, reconoce.

El impacto de esas experiencias, lejos de obligarla a abandonar su sueño, la impulsó a estudiar más, tanto en conservatorios como con profesores particulares. Luego, se especializó en pedagogía y completó un profesorado de Música Popular en el conservatorio Leopoldo Marechal.

Con el tiempo, surgió la oportunidad de enseñar a otros y, de a poco, el proyecto de su vida comenzó a tomar forma. Hoy, dirige la escuela donde también enseñan los profesores Nahuel Jurado, Rolando Muñoz, Gabriela Pacheco y Laura Chiguaihuan.

Su misión de enseñarles a los adultos, afirma, tiene que ver con su historia. “No quiero que le digan a nadie que debe empezar de niño. Todas las personas que tengan un par de brazos pueden aprender y, desde que yo doy clases, lo confirmo una y otra vez”, dice Mrue.

El estudiante más adulto que ha tenido en su trayectoria empezó a estudiar a los 87 años. Carlos “venía con su bastón, tocaba sentado”, recuerda. ”La clase era a las 11 y él llegaba a las 9 y me esperaba. Después lo pasé de horario y llegaba en la clase de otro. Él quería estar". Comenzó desde cero y logró tocar dos años, hasta su muerte.

“Es muy posible tocar a la edad que uno tenga”, reitera, y “más de mil alumnos” que cursaron con ella son el ejemplo.

Desde el año pasado, la instrumentista creó el método Viví la música y lo incorporó a su curso como reemplazo de la pedagogía musical común, llamado método Suzuki por su creador, el violinista, educador y filósofo japonés Shinichi Suzuki.

“Este método es totalmente distinto a la enseñanza tradicional de un conservatorio. Está pensado para adultos. Empieza con música de distintos estilos y son obras ordenadas progresivamente para que la gente pueda aprender a tocar el violín con rock, pop, folclore”, explica. Todas las canciones fueron adaptadas por Mrue, quien también compuso la Chacarera con un dedo y la Canción para Matea, del libro I. Asimismo, tiene la misma calidad y nivel de dificultad, pero ayuda a los alumnos a avanzar al mismo tiempo que ejecutan el instrumento.

Desde la primera clase, los estudiantes están aprendiendo la postura y la técnica, y “están haciendo música desde el primer día”, a diferencia de los conservatorios tradicionales, donde el estudiante aprende primero a leer música hasta que finalmente llega al nivel de ejecución instrumental. Al terminar el primer mes, presentan un concierto. “Es lo que más llama la atención de la escuela”, asevera.

El curso tiene cuatro niveles y cada uno tiene cuatro módulos de tres meses de duración. Las clases son grupales, con personas de 10 años en adelante, pero la gran mayoría del alumnado integra el rango etario de 30 a más de 60 años. Actualmente, el instituto también abrió dos cursos para nenes de alrededor de seis años.

La escuela ofrece un taller de prueba para quienes sienten interés en la música. Además, los principiantes que no tengan violín pueden utilizar uno que les presta la institución mientras compran el instrumento.

Viviana Mrue dedica casi todo su tiempo a la escuela. Uno de los momentos que más disfruta, confiesa, es ver a tantas personas con sus instrumentos en el recambio de clases. Después de cada taller, la gente continúa. También confirma que “lo más especial en esta escuela es la fraternidad”.

Ella también vive la música a través de los estudiantes. “Lo que me emociona mucho, desde el primer día, y creo que siempre me va a pasar, es ver cómo las caras de las personas se transforman, cómo les brillan los ojos, las sonrisas al sentir que pueden hacer música. Para mí, eso es de un valor increíble", dice.

Fuente: TN

Sigue leyendo

Actualidad

Construyeron el hospital de caballos más grande del país, pero el predio se vende y pueden perderlo todo

“No hay plan b”. Eso es lo que suena día a día en la cabeza de Karina Dotto mientras el tiempo, tirano, se hace cada vez más corto.

Las vidas de casi un centenar de caballos, el trabajo de decenas de voluntarios y el esfuerzo y dedicación del día a día no tienen precio. Sin embargo, el predio en el que están instalados sí. Y hoy ese espacio puede desaparecer y dejar en cero todo lo que con los años se construyó.

Caballos de Quilmes nació como una necesidad. La necesidad de que ese lugar al que el Estado no llega, al que las leyes no protegen, donde el sufrimiento parece invisible, comience a tener una voz y una oportunidad.

La ONG nació en 2012 cuando en el sur del conurbano, más precisamente en la localidad de Quilmes, se firmó una ordenanza de prohibición de la tracción a sangre animal. “Nacimos por la necesidad del reclamo genuino de salvar a estos animales, sacarlos de las calles y del sufrimiento”, explicó Karina, la directora de la organización, en diálogo con TN.

“La tracción a sangre animal es un flagelo en el que intervienen varias aristas, no solamente el maltrato animal: es precarización laboral del cartonero, es trabajo infantil porque muchas veces vemos en las ciudades niños trabajando arriba de los carros, es violación de leyes como la de tránsito, ya que usan autopartes para hacer los carros, es, también, generadora de microbasurales a cielo abierto”, detalló.

En estos casos los animales son utilizados durante horas para cargar pesos que superan ampliamente sus capacidades, son golpeados ferozmente y no son bien alimentados, inclusive, muchos directamente no son alimentados. Y a las yeguas preñadas las hacen tirar del carro hasta que paren en la calle.

“Nosotros hemos creado un hospital por eso, porque las lesiones que traen son muy graves, por ejemplo, comen basura cuando los desatan de los carros porque ningún barrio popular hay espacio verde para que pastee un caballo, entonces empiezan a comer basura, el intestino se tapa, no pueden bostear, les agarran cólico obstructivo y eso termina en cirugía”, precisó Karina.

Actualmente, en el predio hay más de 80 caballos y el espacio de recuperación se divide entre sala de terapia intermedia, intensiva y maternidad.

Allí llegan exhaustos, con los nudillos deformes por cargar peso desde temprana edad, extremadamente desnutridos, sin alguna parte del cuerpo. Con heridas agusanadas y hasta apuñalados. Pasa de todo, lamentablemente, en cuestión de maltrato animal.

Por eso, el hospital termina siendo ese puente que les permite a profesionales y voluntarios reparar el daño.

La historia de un hospital único

“Yo llegué a este campo por una amiga, Pamela. Ella ya rescataba en un distrito vecino al nuestro y le prestaban este lugar muy gentilmente. Durante casi diez años fuimos unas privilegiadas. No teníamos ni siquiera agua, así que cuando llegamos hicimos absolutamente todo, todas las instalaciones. No había nada más que las chapas y el tinglado. Comenzamos haciendo pozos de agua y hoy tienen todos los sectores bebederos automatizados. Fue mucho el trabajo que se hizo acá”, destacó la directora del lugar.

Las cirugías en estos casos tienen valores millonarios, que para las organizaciones de rescate se hace imposible costear. “Necesitábamos tener un hospital para resolver estos casos, que era la única posibilidad que tenían de tener una segunda vida. Aunque sea intentarlo, porque no son cirugías que se pueden hacer a campo”, precisó.

En pandemia este sueño se pudo llevar adelante gracias a cientos de personas que donaron, empresas que se involucraron, veterinarios que se sacaron el ambo y se pusieron a palear y familias que se sumaron y hasta contuvieron en momentos difíciles.

“Pudimos levantarlo y este hospital que hoy está en riesgo es un hospital modelo con última tecnología, un quirófano y también un hospital escuela, porque acá vienen muchos chicos a hacer sus prácticas preprofesionales con casos que en la facultad no ven”, agregó Karina. Por eso, insiste, el lugar es invaluable.

“Si bien es muchísimo el dinero que se necesita, lo sabemos, pero transformado en amor, en personas, no es tanto. Si 200.000 personas donan $10.000, llegamos. Sabemos que es muy difícil, que estamos en una situación económica complicada, pero si cada uno que aporta su granito de arena podemos hacerlo”, pidió.

De la intervención a la nueva vida

El rescate de los caballos maltratos comienza con la intervención de ese vecino que día a día es testigo de la violencia. Es por eso que desde la ONG insisten en que denuncien, o, en caso de que haya temor por represalias, que se comuniquen con ellas para poder intervenir.

Desde ese momento arranca todo un raid hasta poder llegar al animal. Tras la presentación de pruebas en Fiscalía, se verifica en caso y se solicita la intervención judicial, en caso de que haya que ir hasta un domicilio. Si es en la vía pública, los presentes pueden llamar al 911 y la Policía puede interceptarlo y secuestrarlo. Posteriormente, se lo traslada a la comisaría y desde ahí la Fiscalía decide si la ONG queda a resguardo o no.

Pero rescatarlo de sus dueños no es la única manera de salvarlos. Muchos de los caballos que llegan al predio fueron abandonados tras desvanecerse en la calle o descartados hasta en arroyos, como basura.

“Ahí empieza el trabajo, cuando llegan acá, a veces desvanecidos, con un hilo de vida. Hubo veces en las que durante 130 días tuvimos que levantarlos con malacate porque no se podían poner en pie por el tema de la debilidad. Entonces hay que estar 24 horas monitoreándolo”, indicó Karina.

A Caballos de Quilmes llegan animales de todo el conurbano, no solo de su propio distrito. Entre voluntarios y veterinarios ad honorem, trabajan cada semana cerca de 40 personas. “Las tareas son agotadoras porque es todos los días limpiar las camas, cambiar viruta, medicar, sacar a campo, sacar a los distintos sectores. Hay animales que no se levantan y hay que levantarlos con el malacate, cada dos horas ponerlos en pie, cambiarlos, rotarlos, alimentarlos. Entonces es un trabajo de 24 horas porque tenemos guardias siempre, vamos rotando, pero no hay descanso”, detalló.

Un pedido desesperado y contrarreloj

El predio se vende. El dueño del lugar murió y hoy sus hijos decidieron repartir la herencia. Por eso el pedido es desesperado: “No hay plan b, lo que están en juego es muy importante, se vende el campo y el hospital no se puede trasladar a otro lado. No podríamos lograr trasladarlo a otro lado. Entonces, lo que nosotros rogamos a la gente que siga apoyando esta campaña que la comenzó Sintientes con Liz Solari que fue la primera que nos dijo ‘sí, lo vamos a lograr’”, resaltó Karina.

“Necesitamos que 200.000 personas aporten $ 10.000 o menos, lo que puedan, pero ese es el número, porque si decimos el valor real es frío, parece inalcanzable, pero separados en persona creo que es más ameno. Argentina es nuestro pueblo, es supersolidario y nos ha demostrado en estas horas de campaña porque nos está apoyando sin parar”, pidió.

En el mismo sentido, añadió: “Este campo tiene que quedar para los caballos, no tienen otra posibilidad. Realmente no quiero ni pensar qué va a pasar con ellos si el hospital desaparece. Es un trabajo no solamente físico, sino emocional. Es muy duro verlos llegar, desgarrándose. Y capaz que estás un mes atendiéndolos día y noche y los perdés. Entonces se va un pedacito de cada uno con ellos, porque es mucha gente la que pone energía acá, más la gente que confía en nosotros y pone todos los meses ese granito de arena para poder solventar esto, porque ellos tienen que seguir comiendo y tienen que seguir recibiendo su medicación”.

Ya con las últimas fuerzas para seguir luchando, luego de que por el lugar pasaran más de 1500 caballos durante todos estos años, Karina abrió su corazón: “Si me preguntas a mí, no tengo más fuerza, porque después de esto no hay nada más. No lo vamos a trasladar a otro lado porque es imposible, o sea que se terminaría la ayuda para ellos y los caballos de otras ONG, de otros distritos que necesitarían una cirugía o una internación".

“Caballos de Quilmes es más que un espacio de recuperación, significa dignificar la vida de ellos, que fue arrebatada en algún momento por alguien. Las ONG, hablo de todas, hacemos el trabajo que el Estado no hace. La tracción a sangre animal es el abandono de la de la política en general, de décadas y décadas, y también la naturalización de ver un animal tirando de un carro en una ciudad repleta de autos último modelo. Entonces, Caballos de Quilmes, en particular, significa eso: una segunda oportunidad de vida y el inicio de la dignidad que le robaron”, concluyó.

Fuente: TN

Sigue leyendo
Advertisement

Nuestro Clima

Facebook