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De una idea en un cajón a un vivero modelo: las once mujeres que transformaron el barrio Rodrigo Bueno

Por las calles del barrio Rodrigo Bueno, donde el cemento alguna vez intentó tapar todo, hoy se respira albahaca, kale y esperanza. Detrás de ese aire distinto hay once mujeres que decidieron hacer crecer algo más que plantas: una forma de vida.

Lo que comenzó como una iniciativa vecinal hoy es La Vivera Orgánica, un emprendimiento social consolidado, que creció en organización, impacto y reconocimiento.

En sus inicios no contaban con servicios, y hoy ofrecen siete propuestas distintas, desde talleres y venta de plantines hasta asesorías en huertas urbanas y provisión de productos al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

El origen: un cajón, una idea y mucha tierra por delante

Todo empezó en 2017, cuando el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) llegó al barrio con talleres para acompañar el proceso de urbanización. Entre las capacitaciones había una de jardinería.

Elizabeth Cuenca, vecina de nacionalidad peruana que hoy oficia como directora del emprendimiento, recordó que fue ahí donde “la preocupación por la salud y la alimentación” empezó a brotar entre mujeres desconocidas que compartían un mismo deseo: volver a tener la tierra cerca.

“En ese momento no pensábamos en un negocio, solo en sentir el sabor real de las frutas y verduras”, explicó Elizabeth en diálogo con TN.

De a poco, comenzaron a reciclar cajones de verdulería y a armar pequeños germinadores. Cuando estos ya no entraban en sus viviendas, trasladaron todo al balcón de la casa comunal del barrio. Sin saberlo, estaban sembrando la semilla de lo que más tarde sería la Vivera Orgánica Rodrigo Bueno.

El salto: del balcón al vivero

En 2019, tras insistir en reuniones con el IVC y el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, consiguieron un espacio propio. “Nos preguntaron si éramos conscientes de lo que implica tener y manejar un proyecto autosustentable. Les dije que sí, aunque sabíamos que iba a ser complejo”, expresó.

Ese año, el 5 de diciembre, se formalizó el inicio del proyecto. El gobierno aportó la infraestructura; las mujeres, tal como sostuvo Elizabeth, “todo lo demás”. Con el acompañamiento de la ONG Un Árbol para mi Vereda, se capacitaron durante tres años en producción, comercialización y administración.

Resiliencia

Ya para enero de 2020 cosecharon sus primeras hortalizas (lechuga, acelga, kale, mostaza), pero apenas dos meses después llegó la pandemia, que puso en evidencia las desigualdades estructurales: muchas familias no accedían a cuatro comidas diarias.

El encierro por el COVID-19 frenó al mundo, pero no a ellas. Elizabeth fue la primera en volver al vivero: “Nos quedamos sin trabajo, sin ingresos y con miedo. Yo empecé sola, cuidando la producción. Luego, las compañeras se fueron sumando. Fue lo que nos salvó emocional y económicamente”, reflexionó.

Fue por ello que, con los permisos correspondientes, el grupo realizó un censo barrial y entregó, cada dos semanas, 25 bolsas de verduras a 25 familias con necesidades extremas.

La flor de los servicios

En mayo de ese mismo año lanzaron su primer producto online: un kit de huerta para armar en casa. Planeaban vender 15, pero terminaron vendieron 60. “Ahí dijimos: este es el camino”, recordó Elizabeth

Tras el éxito de las primeras ventas y la buena recepción por parte de sus clientes, decidieron llevar adelante distintas propuestas de servicios.

Entre esos se encuentran el armado de huertas y jardines de mariposas o colibríes, mantenimiento de espacios verdes, producción de biobosques urbanos, venta de kits y plantines nativos y aromáticos, voluntariado corporativo ambiental.

“Gracias a Dios fuimos las encargada de armar las huertas tanto de distintas familias en el conurbano como de una famosísima parrilla en Palermo. Sin darnos cuenta habíamos generado una clientela muy fiel”, afirmó.

Del conocimiento a la educación

Otro de los mayores y recientes logros de la Vivera Orgánica es la creación de su espacio educativo. Allí, con sus talleres reciben escuelas, jardines y universidades, que se acercan para conocer el trabajo que realizan.

“Este tipo de espacios y actividades comenzaron principalmente porque nosotras sentíamos una necesidad de retribuir todo el conocimiento adquirido en la comunidad”, sostuvo Elizabeth.

Además, participan del programa ACAP del Ministerio de Educación, que permite a estudiantes secundarios realizar prácticas vinculadas a la sustentabilidad, la jardinería y la economía circular.

Este espacio se convirtió en un punto de encuentro entre generaciones y saberes, donde se enseñan prácticas agroecológicas, se comparten experiencias de cultivo y se fomenta una mirada consciente sobre el entorno urbano.

Inculcar la conciencia

El próximo 8 de noviembre, La Vivera Orgánica abrirá sus puertas a una nueva experiencia: una exposición artística que mostrará trabajos realizados con materiales reciclados, que permanecerá durante quince días.

“La propuesta busca tender puentes entre el arte y la sustentabilidad, mostrando cómo los residuos pueden transformarse en piezas con sentido y belleza”, manifestó la directora.

La muestra, pensada como un paseo sensorial, invitará a reflexionar sobre los ciclos de la materia y la posibilidad de crear a partir de lo descartado. En ese diálogo entre naturaleza y arte, La Vivera refuerza su identidad como espacio cultural y educativo, donde el reciclaje se convierte en lenguaje y la tierra en escenario.

Fuente: TN

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Resistencia será sede del Congreso “Somos La Voz 2025: Ungidos Para la Transformación”

Los días 14 y 15 de noviembre, la ciudad de Resistencia, Chaco, será epicentro de uno de los eventos cristianos más esperados del año: el Congreso Internacional “Somos La Voz 2025”, bajo el lema “Ungidos Para la Transformación”.

El evento reunirá a una generación de líderes, pastores y creyentes comprometidos con la expansión del Reino. Entre los invitados internacionales estarán los pastores David y Diana Scarpeta, el profeta Ronny Oliveira, y, por primera vez en más de una década, el evangelista Benny Hinn, quien ministrará junto a su equipo.

También participarán los fundadores del movimiento, los pastores Guille y Milu Ledesma, los pastores Cristian y Maca Ledesma, y los anfitriones Apóstol Jorge y Profeta Alicia Ledesma. El cierre estará a cargo de Factor de Cambio, en un tiempo de celebración y activación espiritual.

El congreso promete ser una cita clave para todos los que desean ser parte de la transformación espiritual y social que está impactando a las naciones.

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Congreso SLV: General

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Rescató un perro con sarna y su vida cambió: dejó la publicidad, se hizo vegano y ahora salva animales

La vida de Federico Sordo estuvo ligada a los animales desde chico. Sus padres consentían las andanzas de su hijo adolescente cada vez que llegaba de la calle con un animal en sus brazos. ”¿Qué hay del otro lado de la puerta, Fede?”, le consultaban cuando tocaba el timbre de la casa en vez de abrir con sus llaves. Era su forma de avisar que llegaba con compañía.

Años después, al terminar el secundario, estudió veterinaria pero se dio cuenta de que no era su camino y cambió a publicidad. “Impulsado por la curiosidad y la necesidad de saber más sobre la realidad de los animales, empecé a escuchar a activistas como Gary Churovsky y a ver documentales de investigaciones producidos por organizaciones como PETA. Eso llevó a que un día me sentara en la mesa con mi familia y les dijera que no quería comer más carne”, recuerda Federico en diálogo con TN.

Fue una imagen de su mamá cocinando lo que a él le resultó “un pedazo de animal” lo que disparó la conciencia sobre su alimentación. Así, sin saberlo aún, comenzaba el camino de su activismo por los demás animales.

Un perro “macanudo”

En 2011, ya viviendo solo, llegó el día en que su vida empezaría a transformarse por completo: fue la noche en que un perro flaco y con sarna decidió buscar refugio en la entrada de su edificio. Fede lo vio y no dudó en entrarlo al monoambiente de 39 metros cuadrados que compartía con su gata. En ese momento llegó su primera lección: “Me le acerqué para agarrarlo y me gruñó. Ahí entendí que las ganas de ayudar nunca tienen que estar por encima de quien necesita la ayuda. Me quedé sentado al lado de él un rato hasta que le dije ‘mirá, tengo que entrar’ y lo arrastré con la alfombra sobre la que estaba acostado".

“Cuando cerré la puerta, se paró y me acompañó hasta el ascensor. Sentí que sabía muy bien lo que estaba haciendo”, agregó. Al recién rescatado lo bautizó Cascote (porque estaba todo cascoteado) y por él empezó “a hacer equipos”: la veterinaria que ofreció ayuda para atender al perro, la fotógrafa que le hizo imágenes para difundir su adopción y sus compañeros de la agencia de publicidad que colaboraron con los gastos. Para compartir las novedades diarias y arrancar con la búsqueda de un hogar armó la fanpage en Facebook Cascote, un perro macanudo.

“En publicidad estaba pensando ideas para venderle a la gente cosas que no necesitaba, entonces dije, en lugar de estar haciendo eso, puedo pensar ideas para ayudar a Cascote a encontrar una familia. Así diseñé su campaña de adopción, basada en cosas que hacía un perro macanudo y eran motivos de adopción. Uno que recuerdo con una sonrisa es el de ‘se come la fruta abrillantada que le sacás al pan dulce’, algo muy digno de un perro macanudo”. Gracias a esa campaña la comunidad empezó a expandirse hasta sumar miles de seguidores.

“Cuando Cascote fue adoptado, publiqué que me parecía bueno poner la página en función de otros animales que lo necesitaran. Quería saber si aparecía otro animal o si yo difundía otra cosa, iban a estar. Y la gente, sí, sí, claro. Unos divinos”, contó.

Rescates, santuarios y elefantes

La experiencia con Cascote siguió impactando en la vida de Fede: se hizo vegano, dejó su trabajo en la agencia de publicidad y se lanzó a cumplir el sueño de dedicar el cien por ciento de su tiempo a trabajar por los derechos de los animales: “No podía trabajar más en publicidad vendiendo productos de origen animal. Me empezó a hacer ruido todo y renuncié sin tener mucha idea de qué iba a hacer pero sí que sería algo relacionado con los perros”.

Ahí surgió La Pandilla de Cascote, paseos 100% macanudos, el servicio de paseo de perros del cual vivió durante varios años, compartiendo los paseos con Barón, su perro, compañero inseparable. “Fue hermosa la respuesta de la gente cuando hice el anuncio en la comunidad de Cascote. Me escribieron de todo el país diciendo que querían que pasee a su perro”, dijo. El eslabón siguiente en la cadena que fue entrelazando el destino de Fede fue cuando comenzó a participar de las primeras vigilias en las puertas de mataderos promovidas por la organización Animal Save.

Una noche de lluvia de 2018 cuando el grupo de activistas esperaba la llegada de los camiones con vacas se enteraron del nacimiento de una ternera dentro de uno de los transportes. Luego de negociaciones con el matadero lograron que se las entreguen y Fede fue nuevamente hogar de tránsito para un animal. La cuidó en el mismo monoambiente en donde había comenzado todo con Cascote, hasta que la cadena de solidaridad permitió que Save (como bautizaron a la ternera) fuera recibida por el Santuario de Animales Equidad, en la provincia de Córdoba. “Yo simplemente fui un ladrillo más del puente que construimos para cambiarle la vida a esa vaquita”, recuerda.

La llegada de Save al santuario produjo otro sismo en el rescatista de Cascote: pronto se sumaría al equipo de comunicación de la institución. Su directora, Alejandra García, lo conoció en ese intercambio que provocó el rescate de la ternera y le ofreció trabajo en Córdoba. “Yo no lo podía creer, era Disney para mí, estaba llegando a lo que quería, que era trabajar para un santuario, comunicando los derechos de los animales”. Para 2023 se incorporó al equipo de comunicación del Proyecto ELE (Estrategia para la Liberación de los Elefantes) la campaña de la fundación suiza Franz Weber que llevó adelante el traslado a santuarios de los elefantes en cautiverio en zoológicos.

Así conoció a Pelusa, fue testigo con su cámara del viaje de Mara desde el ex zoo de Palermo a Brasil; de Pocha y Guillermina desde Mendoza -“tuve el honor de contemplar y registrar todo su proceso de entrenamiento, de adaptación a las cajas para poder viajar”-, Tamy, Kuki y Pupy y finalmente Kenya, en 2025.

Todo lo que aprendí en cada traslado, en cada viaje, todo lo que aprendí incluso de Cascote hasta la fecha, lo puse al servicio del documental que estamos trabajando junto con Nicolás Pauls en este proyecto que se llama ELE, un vínculo de liberación, y que podrá verse a fin de año”, explica.

Hay equipo

“Es un honor poder estar detrás de la cámara contando esto, poder trabajar de esto y ponerme al servicio. Porque yo siento que lo que sucedió con Cascote me hace preguntarme: ¿puede un perro cambiarte la vida? Porque Cascote a mí me la transformó en absoluto. De hecho no me puedo imaginar mi vida si no fuese como es y esto me llena de agradecimiento y me hace sentir muy pleno, poner mi vida al servicio de los demás animales“, asegura Federico.

En ese camino de servicio Fede se cruzó con el de muchas personas en la misma frecuencia que él, por eso piensa que “no existe el rol del salvador, uno nunca ayuda a los animales solo, siempre hay un equipo por más chiquito que sea. El primer equipo ya es con ese animal no humano que estás ayudando y después los humanos que empiezan a aparecer colaborando con dinero, con difusión, siendo hogar de tránsito, adoptando”

Para finalizar, deja un mensaje para quien quiera oírlo: “Es importante remarcar que hay un montón de gente ayudando que por ahí está completamente invisibilizada y desbordada también, porque siempre son las mismas personas las que se involucran. Entonces, para el que quiere hacer algo pero no sabe cómo o qué, le digo que no hay que hacer grandes cosas sino que simplemente hay que ver si estamos siendo coherentes entre lo que decimos, hacemos y pensamos, porque ahí es donde empieza a cambiar todo”.

Fuente: TN

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De un garaje a facturar más de US$6 millones anuales: la historia de éxito detrás de CanCat

José María Montorfano tenía 38 años cuando decidió dar un salto que cambiaría su vida. Tras trabajar en gigantes como Colgate y Procter & Gamble, donde vendía productos para mascotas, se encontró frente a una encrucijada: dejar el mundo corporativo y perseguir un proyecto propio. Así nació CanCat, una empresa dedicada a accesorios para perros y gatos que, 15 años después, se consolidó como un referente del mercado argentino y proyecta superar los US$6 millones de facturación anual en 2025.

Después de casi dos décadas en grandes empresas, entre cobranzas y ventas, se vio obligado a salir del camino corporativo. “En 2008 me fui de Procter por un retiro voluntario. Me quedé en la nada y empecé a investigar sobre accesorios para mascotas”, recuerda.

En ese momento, el mercado local de productos para animales era incipiente, desordenado y sin marcas con identidad propia. “Armé CanCat sin tener productos. Conocía gente en el rubro y vi que todo era igual: sin código de barra, sin etiqueta, sin descripción. No era divertido comprarlo”. Esa intuición lo llevó a arriesgar sus ahorros e iniciar un negocio que, con los años, se transformó en una marca reconocida en el país.

De un pequeño local a una empresa de 30 empleados

Montorfano empezó vendiendo huesos para perros, fabricados por una cooperativa que atravesaba una crisis. “Era una fábrica quebrada que yo financiaba. Eran montos bajos, no millones, pero para mí era mucho dinero en ese momento.” Todo lo que ganaba lo reinvertía. Así, el depósito inicial de 50 metros cuadrados quedó chico. Le siguieron otro de 110, tres de 350 y, finalmente, un espacio de 3000 metros cuadrados en Malvinas Argentinas, donde hoy funciona la sede principal.

El crecimiento de CanCat no solo se mide en metros cuadrados. Hoy, la compañía cuenta con más de 400 productos en catálogo, que incluyen piedras sanitarias de sílica, paños absorbentes y juguetes educativos para perros y gatos.

“Pasaron 15 años. Mi hija fue fundadora de la empresa. Trabajó hasta hace seis años, y ahora lo hacemos con mi esposa María Laura Malmierca y con mi hijo Benjamín. Somos una empresa familiar y trabajamos con la convicción de que el amor por los animales es el motor que nos impulsa”, detalló.

En 2016 se incorporó Martín Mainetti como socio, lo que permitió profesionalizar la estructura y consolidar el crecimiento. Hoy, CanCat emplea a 30 personas y mantiene una red logística que abastece a todo el país.

El boom de las mascotas

El crecimiento de la empresa acompañó una transformación cultural más amplia. Según datos del sector, el 78% de los hogares argentinos tiene al menos una mascota, y el gasto en productos especializados aumentó incluso en los períodos de inestabilidad económica.

El camino de CanCat también refleja resiliencia frente a los desafíos económicos argentinos. La compañía atravesó crisis de consumo, inflación y cambios regulatorios, pero mantuvo un crecimiento sostenido gracias a la innovación y a la construcción de una comunidad de clientes cada vez más conscientes del cuidado responsable de sus mascotas.

Cumplir 15 años en un país tan desafiante como el nuestro es un orgullo enorme. Supimos adaptarnos a escenarios complejos sin perder de vista nuestra misión: mejorar la calidad de vida de las mascotas y fortalecer el vínculo con sus tutores”, afirmó Montorfano.

CanCat vende alrededor de 1,2 millones de productos al año, con un promedio mensual de entre 100.000 y 120.000 consumidores. Las piedras sanitarias de sílica y los paños educativos son los artículos más populares. “Somos líderes en piedras de sílica. Es un material absorbente y conveniente, porque deja la casa sin olor durante un mes”, explicó.

Innovar para seguir creciendo

CanCat produce sus artículos en China, India e Italia, y ya tiene su marca registrada en Estados Unidos, Europa y toda Latinoamérica. La empresa planea lanzar una línea de alimentos para perros y gatos y desarrollar un marketplace propio para mejorar la experiencia de compra.

Otros ambiciosos planes para el futuro incluyen el de internacionalizar la marca, fortalecer la red de distribución local y apostar a la innovación tecnológica y de productos.

“Queremos empezar despacio por Latinoamérica y después, quizás, llegar a España. También estamos trabajando en una modernización tecnológica para vender de otra manera”, anticipó Montorfano, que habló con TN desde Estados Unidos, rumbo a una feria internacional en China.

El desafío ahora es escalar sin perder identidad. “Uno se acostumbra: todos los días es como volver a nacer. Me gustaría realizar un par de sueños respecto de la marca, sobre todo ese de internacionalizarla”, explicó.

Con mirada de emprendedor

Antes de crear CanCat, Montorfano pasó por distintos oficios: fue vendedor inmobiliario, gerente gastronómico en el Parque de la Costa y dueño de un kiosco en los años 90. “Nunca me animé a emprender porque consideraba que tenía que tener varios meses de respaldo. Cuando tuve tres meses cubiertos, me largué”. La inversión inicial fue de US$14.000.

Con cuatro hijos, ve en CanCat una empresa con futuro familiar. “Si alguno quiere seguir, bárbaro. Lo apoyaré, pero que no sea una obligación. Uno quiere que a los hijos las cosas les salgan más fáciles que a uno”, dijo.

Pero también dejó una recomendación para quienes dudan antes de lanzarse: “Que lo hagan, que prueben. Primero hay que aprender, conocer la gente y el mercado. Si no tenés el cliente, no tenés nada. Después hay que largarse lo antes posible, porque cuanto más joven uno es, más fuerza y energía tiene.”

Hoy, CanCat no es solo un negocio; es un proyecto familiar y un referente del mercado de mascotas en la Argentina, que empezó en un pequeño local y que, 15 años después, mira hacia el mundo.

Fuente: TN

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